Arte

Liam Gillick

“Ferias y bienales libran una batalla ideológica”

20 octubre, 2005 02:00

Liam Gillick

Liam Gillick inaugura el 20 de octubre en La Casa Encendida un nuevo proyecto en Madrid, continuador del ya realizado en el Palais de Tokyo de París. Artista, escritor, crítico y comisario de exposiciones, su trabajo ha sido visto en todo el mundo con su fascinación por cuestionarse lo que somos y lo que seremos. Gillick ha hablado con El Cultural sobre sus orígenes como artista, sus proyectos españoles y sobre la situación del arte actual, de la que es buen conocedor.

Liam Gillick nació en Aylesbury, Reino Unido, en 1964. Su trabajo lo hemos conocido España tras sus individuales en la galería Javier López de Madrid y su participación en colectivas como Minimal Maximal, celebrada en el CGAC en 1999. Ahora se pueden ver dos proyectos simultáneos, uno en el CAC de Málaga y otro en en La Casa Encendida, que inaugura hoy. No espere el visitante encontrar soluciones concluyentes en una exposición de Liam Gillick. Su trabajo es críptico, con multitud de significados entrecruzados y abiertos, si bien éste de La Casa Encendida es más accesibles, tanto en lo formal como en lo conceptual, pues lo que se verá en la exposición es traducción directa de lo que cuenta la historia por él escrita -el cierre de una fábrica y sus posibilidades de continuidad-, fragmento de un libro futuro que se llamará Construction of One. Desde hace casi veinte años especula, a través de sus libros y los proyectos expositivos que éstos generan, sobre cómo se construyen las sociedades actuales y cómo forjamos nuestro futuro. Es un artista de ideas en movimiento y en su trabajo coinciden las formas escultóricas sólidas de aspecto minimalista con conceptos que fluyen invisibles en los espacios, sean públicos o privados, siempre en permanente circulación.

-¿Cuáles son sus primeras fuentes, sus primeras influencias?
-Inicialmente lo que me interesaba no tenía nada que ver con el arte sino con esa idea enraizada en la posguerra de reconstruir las cosas, esa idea de un "modernismo aplicado" centrado en la reconstrucción de viviendas públicas, de nuevos espacios sociales, de una nueva visión para el futuro. Pero pronto se nos dijo que esas cosas no funcionarían, que sólo constituirían un fracaso, diluyéndose así, en los primeros años setenta, toda esta voluntad de reconstrucción. Me interesaba esa noción que se encontraba de las calles, ese deseo colectivo de renovación.

Entre el objeto y las ideas
Las formas, a caballo entre escultura y arquitectura, tienen evidentes resonancias minimalistas, cercanas a artistas como Donald Judd mientras que los textos remiten a artistas conceptuales como Lawrence Weiner.

-¿Cómo surgen estas formas y su interés por los textos?
-Mi interés por Judd o Weiner, con quien mantuve muchas conversaciones, es posterior aunque nace de esta visión inicial que le comentaba y surge igualmente a partir de leer su trabajo en el contexto de la sociedad en la que vivían. Así, me interesó Judd en relación con la arquitectura modernista o Weiner en su relación con la subcultura, con el diseño de posters, filmes o la participación en colectivos que gritaban contra la guerra de Vietnam. Me gustaba más esa idea, la atmósfera en que vivían, que la propia rotundidad, el fundamentalismo de sus trabajos.

-¿Es esa la razón por la que en su trabajo hay siempre algo que no vemos, algo que se nos oculta?
-Creo que el trabajo no debe necesariamente remitir a algo que ya conocemos. Estas formas son simplemente cosas que se encuentran en un espacio, formas que deben conducirte a algo. Como mejor funcionan mis proyectos es cuando el espectador se sitúa en un espacio intermedio, entre el objeto y las ideas que circulan en torno a él. No comparto la idea tradicional de relacionar la forma con el contenido. El trabajo que se ve no es tanto una conclusión como un punto de partida y por eso el espectador tiene la sensación de que algo falta.

-Las formas que propone se encuentran también cerca del diseño, están realizadas con aluminio y plexiglás, son cálidas y agradables a los sentidos. ¿Son una respuesta al minimalismo, a ese fundamentalismo que menciona?
-Yo siempre he visto el minimalismo, especialmente el de Donald Judd, como un arte de superficie. Tengo la impresión de que hubo en América una gran distancia entre lo que se quería contar sobre el minimalismo y lo que realmente se podía ver, el aspecto visual. Parecería como si hubiera habido un enfrentamiento entre ambos bandos. Si se mira ahora a Judd se piensa en términos de belleza, peculiaridad, superficie. No creo que mi trabajo sea una reacción sino una forma de recordar que lo que en el pasado fue descrito como algo frío y sistemático puede hoy dar pie a otros significado. Mi trabajo no muestra las formas como "Las Formas", sino que éstas se liberan del fundamentalismo y la pureza y se erigen en elementos complementarios de otras ideas, en elementos secundarios.

Dos ciudades, dos proyectos
-¿Cual es la relación entre los proyectos de Málaga y Madrid?
-Son dos exposiciones totalmente diferentes con casi nada en común. Me gusta pensar que el CAC de Málaga y La Casa Encendida son centros muy activos sin ser gigantes como el Reina Sofía o el MACBA. Y eso es lo que me interesa, una cierta idea de ambigöedad que encaja perfectamente con la ambigöedad de mi trabajo. Durante mis sucesivas estancias en España para trabajar en ambos proyectos me he dado cuenta de que no quería simplemente llenar las salas de obras ya realizadas sino que era una gran oportunidad para experimentar. De este modo presento dos proyectos absolutamente antitéticas. Si en Madrid tenemos una idea de ambiente, de experiencia, en Málaga tenemos una muestra conceptualmente compleja compuesta solamente por texto. Es algo absolutamente premeditado. Soy consciente de que puedo volver loco a la gente pero me gusta, en este caso, parecer dos artistas distintos.

Liam Gillick es buen conocedor del escenario artístico. Es artista pero también ha sido crítico y ha participado en comisariados importantes.

-¿Cual es su opinión sobre el estado actual de las ferias y las bienales? ¿No tiene la impresión de que uno y otro concepto se encuentran muy cercanos en la actualidad? Hay ferias que parecen bienales y bienales que parecen ferias.
-Tradicionalmente se habla mal de las ferias pero algo tendrán para que se mantengan. Lo cierto es que en general los artistas tenemos toda la libertad en las exposiciones que hacemos en nuestras galerías. Pero en las ferias el que manda es el galerista y esto, evidentemente, les gusta. Será interesante ver cómo responden los artistas a esta corriente que poco a poco se va generalizando. Es evidente que con tanta feria la demanda crece y eso puede afectar al trabajo del artista. Me interesa ver como en Art Basel Miami empiezan a pedir a los galeristas proyectos ajenos a la dinámica del mercado. Hans Ulrich Obrist me contaba que las ferias serán pronto el lugar donde se podrá pulsar más fácilmente la situación actual, mejor que en la Bienales. Estamos viendo ahora cómo hay artistas más comerciales que otros, artistas que realizan trabajos dirigidos a ferias y otros a bienales. Los hay también que pueden adaptarse a ambas como Anri Sala, por ejemplo, con trabajos muy interesantes que funcionan en ambos contextos. Esta diferenciación se está convirtiendo en una batalla ideológica. Y lo cierto es que no sabemos como puede acabar todo esto.