Rivane Neuenschwander
The New Museum, Nueva York
9 julio, 2010 02:00Rivane Neuenschwander: I wish your wish, 2003.
El New Museum presenta una mid-career survey de Rivane Neuenschwander, una de las artistas brasileñas más aclamadas en la actualidad.
La carrera de Rivane arrancó cuando ella era aún muy joven y ya ha participado en todas las grandes citas internacionales. Su exposición en el New Museum, que está comisariada por Richard Flood, uno de los conservadores del centro, está pensada como un mid-career survey, término anglosajón del que se infiere que un artista está de algún modo considerado ya un clásico en su generación, que, entrado en los cuarenta, lleva ya en torno a veinte años de trayectoria. No en vano, esta exposición cubre tan sólo una década de trabajo, algo que no sorprende si tenemos en cuenta que Rivane suele actuar sobre el lugar, que repiensa los contextos en los que actúa teniendo en cuenta sus características formales y conceptuales.
Si algo define el trabajo de la brasileña es su negativa a ceñirse a un lenguaje o disciplina determinados. Como sus predecesores Oiticica y Clark, toda etiqueta o clasificación era inútil, porque la voluntad primera a la hora de trabajar era violar toda barrera que se pusiese en el camino. Neuenschwander es, ante todo, artista, pero también trabaja en muchísimos ámbitos de la cultura por su obsesión por no quedarse parada demasiado tiempo en un mismo sitio. Y todo tiene relación, pues sus trabajos son momentos detenidos en un fluir creativo y orgánico que es tan constante como próspero.
A day like any other, que es como se titula la exposición, presenta trabajos que exigen la participación del espectador. I wish your wish, de 2003, uno de sus piezas más conocidas, está basada en una práctica habitual en una iglesia de Salvador de Bahía en la que los fieles se atan cintas de tela a las muñecas y piden un deseo. Cuando la cinta se rompe o se pierde el deseo se cumple. En los muros del vestíbulo del New Museum, los visitantes pueden coger esas cintas y escribir nuevos deseos. Es la traducción poética de una tradición local al contexto de una capital global. Otro trabajo bien conocido es First Love, de 2010, en el que un autor de retratos robot de la policía pide a los visitantes que definan los rasgos de sus primeros amores. Los dibujos resultantes colgarán también de una de las salas del centro. La artista tiene la idea y se desvincula de su materialización, dejando hacer a otros agentes. Es la herencia, en su caso poetizada, del arte conceptual.
Otro trabajo interesante, realizado específicamente para esta exposición, es The Conversation, basado en la película homónima de Coppola de 1974, filme visionario que explora las violaciones de la intimidad y la privacidad a través de la tecnología. Se ha instalado en una de las salas una serie de dispositivos de escuchas. A través de una performance, la artista tratará de encontrar todos esos dispositivos para negarlos y presentar así la metáfora de una vuelta a lo privado.
El trabajo de Rivane tiene mucho de ejercicio transformador. Acude a conceptos universales como el tiempo y el lenguaje y los modifica levísimamente generando nuevas connotaciones que pueden resultar formalmente inaprensibles pero que pueden albergar enormes implicaciones poéticas. Es musical, fresco, ondulante, ligero y grato. Esta exposición que ahora le dedica el New Museum, una de las instituciones que más atención mediática suscita por el enorme tirón de sus proyectos y una de las más visitadas, es de las más importantes de su carrera, y será, sin duda, una de las atracciones del verano neoyorquino.