Image: La Bienal de São Paulo, donde se encuentran el arte y la política

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Arte

La Bienal de São Paulo, donde se encuentran el arte y la política

Arranca una de las citas de arte más importantes del mundo con una exposición ambiciosa de 160 artistas en el deslumbrante espacio de Oscar Niemeyer

21 septiembre, 2010 02:00

Arriba, una obra de la exposición Inimigos, del pintor Gil Vicente. Abajo, vista de la exposición Origen del tercer mundo, de Henrique Oliveira.

Javier Hontoria (São Paulo)
Tras una multitudinaria rueda de prensa, daba comienzo la vigesimonovena edición de una de las bienales más relevantes del circuito. La cita no defrauda. La escala de la exposición es extraordinaria, con 160 artistas de las más diversas procedencias y rango generacional, y las expectativas depositadas en ella han sido sobradamente colmadas. Los comisarios, Moacir dos Anjos y Agnaldo Farias, junto a los co-comisarios (o más bien asesores) Fernando Alvim (Angola), Rina Carvajal (Venezuela / EUA), Yuko Hasegawa (Japón), Sarat Maharaj (Suráfrica/RU) y la española Chus Martínez, han diseñado una trama conceptual de la que se infiere que no es posible desvincular el arte de la política y que se aferra a las posibilidades sociales y poéticas de la utopía como herramienta de primer orden.

En la ciudad paulista deben estar de enhorabuena. La Bienal, el acontecimiento más importante de Latinoamérica en el campo del arte contemporáneo, ha pasado recientemente tiempos muy difíciles que han puesto incluso en peligro su continuidad. No es la primera vez que ocurre, pero la crisis que asoló a la institución el pasado año ha sido de las más dañinas que se recuerdan. La labor de Heitor Martins, actual presidente de la Bienal, hizo posible la consecución de los medios necesarios para que la Bienal siga manteniendo su importancia en el concierto internacional. Y a la vista de la exposición no parece haberse escatimado nada. Con un número encomiable de trabajos realizados ex profeso y, sobre todo, con una abrumadora nómina de artistas, esta edición supera en escala al resto de bienales internacionales.

La escala de la muestra contradice su propio lema, cuya traducción al castellano podría ser "Siempre hay una taza de mar en la que navegar". Se trata de un verso extraído de La invención de Morfeo, un poema de Jorge de Lima con el que los comisarios quieren subrayar la necesidad de encontrar un espacio de actuación, por muy pequeño que sea. Pues bien, este en el que nos encontramos es descomunal, y las herramientas utilizadas por los artistas en su brega son de lo más variado.

La idea de los comisarios es la de dividir el recorrido en Terreiros, que en Brasil son esos espacios de reunión en los que se desencadena el intercambio de ideas. Se trata de adaptar un tercer concepto a la dualidad obra-espectador, que no es otro que el espacio social, el lugar donde nace la sinergia. Se han construido seis espacios por otros tantos artistas y arquitectos, lugares que jalonan el recorrido de la exposición que son reminiscentes y evocadores de los espacios de reunión característicos de Brasil y en el que surge esa interacción, esa necesidad de disolver las fronteras entre el arte y el pueblo tan característica de estas latitudes. Además, se proponen diferentes lecturas de la exposición, tantas como terreiros, para fomentar la asociación de perspectivas. Una gran muestra, en definitiva, reveladora de las enormes ambiciones que este país tiene en materia cultural.