Image: El dibujo hoy. Pistas para un paisaje en España

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Arte

El dibujo hoy. Pistas para un paisaje en España

11 julio, 2014 02:00

Martí Cormand: Leaded (Bend), 2012

Permeable, durable, único y superviviente. El dibujo sigue siendo una de las herramientas preferidas de los artistas, especialmente, entre la generación más joven. El Cultural destaca a seis de ellos y Pablo Llorca, comisario de la exposición Arte termita contra elefante blanco, analiza su pervivencia hoy, su potencial como espacio conceptual generador de ideas y las posibilidades que el dibujo ofrece a los artistas en relación con la novela gráfica y el dibujo expandido.

Es un problema antiguo y por su complejidad sigue sin ser solucionado. Y probablemente no lo será hasta dentro de mucho. Me refiero a la relación de la obra de arte entendida de manera tradicional con otros artefactos culturales que la modernidad ha producido, la fotografía, el cine y la televisión, o también los cómics. Dicho de la manera más sintética posible: desde que todas estas cosas fueron inventadas, los artistas han corrido en pos de ellas, para acabar casi siempre en el mismo sitio de donde arrancaban. ¿Testarudez? Más grave aún: la imposibilidad de dejar de ser artistas y de crear arte, sin renunciar a los elementos fundamentales que definen el hecho de serlo (esto es, exponer en lugares para el arte y para un público que busca eso).

Uno de los aspectos más relevantes hoy del dibujo es su relación con la novela gráfica y el cómic

Viene esto a propósito del estado del dibujo entre los artistas actuales. Hay que aclarar, antes que nada, que el dibujo tiene una ventaja de peso sobre el resto de prácticas artísticas: es un arte del cuerpo (de la mano) y, a partir de ahí, posee propiedades que son difícilmente transferibles a otros ámbitos de expresión. Para el dibujo tanto la gestualidad como la manifestación básica de una idea son elementos privilegiados, cuya potencia sólo es revelada mediante la misma práctica de dibujar. Y por eso tanto Goya como Leonardo fueron grandes haciendo dibujos. Y por ello también, muchos de los creadores actuales encuentran en ese campo una manera ajustada de expresarse, a la que no hace falta añadir un plus. Limitándonos al ámbito español, citemos a Tamara Arroyo, Wilfredo Prieto, Carmen García Bartolomé o Luis Pérez Oliva, por nombrar a cuatro artistas que no estuvieron presentes en la exposición Arte Termita contra Elefante Blanco.

Existe, sin embargo, una posibilidad del dibujo para la cual los artistas están en inferioridad: la narración. Frente a la realidad de la novela gráfica o de los cómics, que pueden contar una historia sin preocuparse del espacio, los dibujantes de salón se encuentran constreñidos. Pueden desarrollar narraciones pero es obvio que el ámbito adecuado para eso es el soporte gráfico, no las paredes de una sala, en donde al final (reconozcámoslo) lo que la mayoría se lleva es una impresión. Y no es este un asunto baladí, dado el auge de las historias de lo cotidiano en el mundo de la novela gráfica.


Nuno Henriquez: O Ilheo dos Dragoeiros atelier, 2012. Vista de la exposición Me, Myself and I

Ese es de hecho uno de los aspectos más relevantes para el dibujo realizado en los últimos años, también en España: la influencia y difusión de la novela gráfica, con sus microrrelatos personales. Y aunque no hay que dejar pasar el dato de que muchos de sus practicantes proceden de las facultades de Bellas Artes (Joan Cornellà, Mireia Pérez Plaza, Alex Fito, Cristina Durán y Miguel Ángel Giner Bou, por citar sólo unos cuantos de los muchos posibles), tampoco hay que eludir el hecho de que se dedican a confeccionar relatos historiados donde cuentan sus vivencias y anhelos, o también en algunos casos a comportarse como narradores de lo ajeno. Y que no es habitual que traspasen la barrera hacia las prácticas artísticas habituales, en donde no se sienten cómodos. Dibujantes sí pero no llegan a las salas, ni desean hacerlo.

¿Qué ha quedado entonces para el dibujo artístico que se hace en España en la actualidad? Un puñado de creadores que mantienen un tipo de dibujo expresivo, donde ellos mismos se revelan a través de formas simples y directas, o donde la idea se visualiza también mediante una imagen sencilla. Y, segunda opción, otro grupo bastante más numeroso, que responde a la presión del mercado y a la suya propia por comportarse como artistas. Sus formas son expandidas y en ocasiones se trata de dibujos sólo porque así son calificados, con actitudes respecto al propio medio algo más evasivas e imprecisas.

Para entenderlo podemos limitarnos a analizar lo mostrado en Me, Myself and I, una de las manifestaciones más relevantes dedicadas al medio organizada por la Fundación Centenera, que se celebró el pasado año en la Casa del Reloj de Madrid. De los cinco artistas relacionados con España que fueron mencionados en los premios (Juan Carlos Bracho, Nuno Henrique, Abigail Lazkoz, Pollyanna Freire y Daniel Martín Corona), todos mostraron un dibujo calificado como expandido, y que en general es de tamaño grande, si no monumental, vinculado al espacio físico cual instalación, preocupado por su propia materialidad (incluso híbrido con la escultura) y reflexivo respecto a sí mismo. Las actitudes habituales que el mercado exige, y también los artistas para seguir siéndolo.