Image: La Plaza Mayor de Madrid cae en la red de Janet Echelman

Image: La Plaza Mayor de Madrid cae en la red de Janet Echelman

Arte

La Plaza Mayor de Madrid cae en la red de Janet Echelman

La artista americana crea una monumental escultura flotante como parte de las actividades conmemorativas de los 400 años de la plaza

9 febrero, 2018 01:00

Foto: Joao Ferrand - cortesia estudio Echelman

Janet Echelman (Florida, 1966) empezó su andadura como artista pintando líneas abstractas interconectadas a través de diversas capas. Una década más tarde viajó a la India como profesora de pintura con la promesa de que su obra sería mostrada en aquel país en nombre de la embajada americana. Empaquetó sus mejores piezas y sus herramientas de trabajo para poder seguir creando nuevas obras. Llegó la fecha para la muestra pero sus pinturas no aparecieron. "Sin mis materiales estaba en un aprieto terrible", reconoce la artista. Decidió salir a dar un paseo por la playa, donde observó a los pescadores liar sus redes en montículos sobre la arena. "Es una escena que había visto a diario pero aquel día lo miré con diferentes ojos, fue un nuevo acercamiento a la escultura y a un nuevo modo de crear formas volumétricas sin materiales sólidos".

Aquella experiencia dio lugar a sus primeras esculturas realizadas en colaboración con aquellos pescadores y con ellos descubrió cómo esas superficies blandas cambian constantemente de patrones con la modulación del viento. Siguió investigando y buscando una voz artística propia y así fue como, utilizando siempre la idea de la red de los pescadores, sus obras se han convertido en gigantes y volumétricas esculturas que suspendidas en el aire ondean al compás de la brisa de cada ciudad. Su nueva creación, Madrid 1.8, ya pende de la Plaza Mayor de la capital como parte de las actividades conmemorativas de los 400 años de la plaza.

Esta instalación, formada por una malla compuesta por capas de fibra técnica, está "inspirada en los pensamientos y acontecimientos de nuestro tiempo", explica la artista. Se trata de una obra que forma parte de Earth Time Series, una serie en la que Echelman lleva trabajando ocho años. Ese 1.8 que da nombre a la obra "se refiere al número de microsegundos que el día se acortó cuando ocurrió el terremoto de Japón de 2011 y aceleró la rotación de la tierra por un día". Para la creación final de esta obra el estudio de la artista recopiló los datos científicos del terremoto, y su consiguiente tsunami, como la altura de las olas a lo largo del océano Pacífico.

Janet Echelman. Foto: Andrew K. Sachs

"Mi objetivo con esta pieza es recordar cómo el tiempo puede oscilar en tan solo un día. Me gusta pensar que hace 400 años la gente se reunía en la Plaza Mayor a ver espectáculos violentos y ahora se juntan a contemplar ideas a través del arte", explica Echelman. Esta obra, por tanto, es un llamamiento a la trayectoria humana, un recordatorio de nuestra compleja interconexión "con ciclos de tiempo más amplios y con los sistemas de nuestro mundo físico". Los materiales con los que la obra está construida encarnan esas conexiones con otros elementos haciendo que si uno se mueve el resto se vea afectado.

La selección de los materiales nunca es aleatoria sino que depende de la localización y su clima. En el caso de la escultura de 45 metros de largo, 35 de ancho y 21 de alto que cuelga en la Plaza Mayor son cuerdas de alta tenacidad diseñadas para que ondeen con el viento. Respecto a las estructuras que soportan la carga de peso y viento "están hechas de cuerdas de una fibra 25 veces más fuerte que el acero. La luz proyectada, que se mezcla con los colores de la fibra y el contexto de edificios, suelo y personas, completa esta escultura", explica Echelman.

Pregunta.- Su trabajo combina la artesanía con la alta tecnología. ¿Cómo combinan las dos técnicas?
Respuesta.- He conocido las artes tradicionales de artesanos de todas partes del mundo y he reinterpretado las técnicas ancestrales usando nuevos materiales y tecnologías para completar mi visión artística. Entiendo la tecnología como una herramienta de expresión, ya sea tecnología industrial, post-industrial o incluso las nuevas herramientas que se están creando que me permiten crear obras que nunca antes podría haber realizado. Lo veo como una conexión entre nuestro pasado, presente y futuro.

Imagen de escultura flotante de Janet Echelman

P.- ¿Cómo ha evolucionado su estilo?
R.- Cuando empecé mis esculturas eran fabricadas completamente a mano. Todas las últimas creaciones, sin embargo, son una combinación entre máquina y trabajo manual. Mi estudio usa la manualidad para crear formas inusuales e irregulares y para hacer patrones de encaje dentro de la escultura. Y utilizamos máquinas para fabricar paneles rectangulares y trapezoidales con nudos más fuertes que puedan resistir a vientos huracanados y el peso del granizo y la nieve. El equipamiento industrial me ha ayudado a llevar mis obras a una nueva escala y permanencia.

Para Echelman, que ha construido este tipo de obras para infinidad de lugares, la imaginación es la necesidad de respetar las ideas que uno tiene. Por humilde que pueda parecer, arguye, es importante no censurar ni menospreciar lo que pensamos en un primer momento. En ese sentido, opina, el arte no tiene sentido sin imaginación aunque se requiere más que tan solo eso. Para la artista el reto reside en "tomarse en serio una idea por descabellada que pueda parecer" y descubrir "el potencial que puede estar oculto en su núcleo". De hecho, Echelman ha dedicado más de una década elevar al cielo y a escala monumental una tecnología antigua como la de anudar hilos.

La obra que Janet Echelman diseñó para Oporto

P.- En un principio las esculturas eran de menor tamaño y crecieron hasta llegar a tener la escala de un edificio. ¿En qué momento ocurrió este cambio?
R.- Cuando en 2011 volví de mi exposición en Madrid Manuel Sola Morales me preguntó si podría construir una pieza monumental permanente para la ciudad de Oporto. Dije que sí sin saber si podría trabajar a esa escala con materiales permanentes al mismo tiempo que conservara las delicadas y efímeras cualidades del trabajo manual. Requería que los materiales soportaran los rayos ultravioleta, el aire salado, la polución y, al mismo tiempo, permanecer lo suficientemente blando para moverse fluidamente con el viento. Como sabía que los nudos atados a mano no resistirían a la fuerza de un huracán desarrollé una estrecha relación con una fábrica industrial de redes de pesca. Tres años más tarde habíamos conseguido levantar una red de encaje a 50.000 pies cuadrados.

P.- Es un arte tan complejo de elaborar que para su realización trabaja con arquitectos, ingenieros e incluso científicos. ¿Cómo es la colaboración entre todas las partes?
R.- La colaboración siempre ha sido central en mi trabajo. Para hacer mis piezas trabajo con un grupo de talentosos diseñadores dentro del estudio y con un grupo externo de informáticos, ingenieros, aeronáuticos, mecánicos e ingenieros de iluminación así como con un equipo de artesanos y operadores de telares industriales. Además, considero que la naturaleza es otro de los elementos con los que colaboro. Las fuerzas naturales, como el viento que crea las coreografías de las esculturas, dan vida a mi trabajo. Me gustan las cosas que escapan a mi control.

@scamarzana