Montmartre, la colina del arte antisistema
CaixaForum Madrid inaugura Toulouse-Lautrec y el espíritu de Montmartre, una exposición sobre la eclosión del arte bohemio en el París de finales del XIX
20 febrero, 2019 01:00Ilustración de Pierre Marie Louis Vidal para la cubierta de La vie à Montmartre, 1897
Montmartre era en la década de 1880 un barrio pobre y alejado de París, pero con una rapidez asombrosa se convirtió en la Meca del arte más vanguardista y se alzó como un gran dedo en el ojo de las convenciones académicas y burguesas. Bohemios y artistas de todo pelaje se instalaron allí reivindicando con orgullo la marginalidad y así comenzó uno de los periodos más efervescentes de la historia del arte.Su condición de aristócrata renegado, su frágil estampa, su afición a la bebida y su cercanía al mundo de la farándula y la prostitución, además de su obra, de estilo y temas tan reconocibles, hicieron que Henri de Toulouse-Lautrec pasara a la posteridad como el mayor representante de aquel Montmartre finisecular. Debilitado física y psicológicamente por la sífilis y el alcoholismo, murió en 1901 a los 36 años. Más de un siglo después su obra alcanza cifras astronómicas en las subastas y es admirada en museos de todo el mundo.
Un año después de que la Fundación Canal mostrara la colección completa de los famosos carteles de Toulouse-Lautrec, llega al CaixaForum de Madrid Toulouse-Lautrec y el espíritu de Montmartre, una ambiciosa exposición producida por "la Caixa" que ilustra aquel movimiento artístico que revolucionó el barrio parisino a finales del siglo XIX. Tras su paso por Barcelona, donde recibió más de 200.000 visitas, la muestra reúne en la capital hasta el 19 de mayo 339 obras procedentes de colecciones de todo el mundo. Entre las pinturas, dibujos, grabados, esculturas, periódicos, carteles, fotografías y otros objetos de la época destaca, como evidencia el título, la presencia de Toulouse-Lautrec, pero también hay obras de Vincent van Gogh, Édouard Manet, Louis Anquetin, Pierre Bonnard, Georges Bottini, Pablo Picasso, Maxime Dethomas, Hermann-Paul, Henri-Gabriel Ibels, Charles Léandre, Louis Legrand, Charles Maurin, Henri Rivière, Théophile Alexandre Steinlen, Louis Valtat y Adolphe Willette.
"El espíritu de Montmartre consiste en ser radical, antisistema y antiburgués. Son artistas, escritores y músicos que se ven a sí mismos como los márgenes de la sociedad y cuando se mudan allí encuentran un lugar en el que trabajar juntos", explica el crítico de arte y comisario independiente Phillip Dennis Cate, que presentó este martes la exposición acompañado de la directora general adjunta de la Fundación Bancaria "la Caixa", Elisa Durán, y de la directora de Caixa Forum Madrid, Isabel Fuentes.
Vista de la exposición
Las sucesivas salas de la exposición se dividen según los distintos temas y contextos que caracterizaron la obra de Toulouse-Lautrec y de sus coetáneos de Montmartre: su relación con los cabarets y los cafés, con el teatro de sombras, con la prostitución, con el circo, o con el cartelismo y la ilustración periodística. De hecho, la muestra hace hincapié, como hecho característico y novedoso de estos artistas, en la importancia que tuvieron para ellos las producciones artísticas efímeras, como la estampación, el cartelismo, la ilustración de libros y revistas, el diseño de partituras o programas de mano teatrales, que les sirvieron también como medio de sustento económico.
Le Chat Noir y Los Incoherentes
Cartel de Toulouse-Lautrec para Le Moulin Rouge
El famoso cabaré Le Chat Noir, fundado en 1881 por el artista frustrado Rodolphe Salis, fue el centro neurálgico de los artistas que se arremolinaron en esos años en la colina de Montmartre. En el epicentro de todo estuvo un grupo de artistas protodadaístas y protosurrealistas llamado Los Incoherentes, a los que se dedica una de las salas de la exposición del CaixaForum. "Producían obras humorísticas contra todo lo establecido. Nada era sagrado para ellos", explica Cate. Así, lo mismo pintaban a la Mona Lisa fumando en pipa que caricaturizaban a los políticos de la época o presentaban las primeras pinturas monocromas documentadas en la historia del arte, antes de que se convirtiera en algo habitual en el arte contemporáneo. En una de las paredes cuelgan tres de estas obras efímeras, de Paul Bilhaud y Alphonse Allais, reproducidas para la ocasión: un lienzo completamente negro, titulado Combate de negros en un sótano, por la noche; uno blanco, Primera comunión de jóvenes anémicas en un clima nevado; y uno rojo, Recolecta de tomates por cardenales con apoplejía en la orilla del Mar Rojo.En la segunda etapa de Le Chat Noir, trasladado en 1885 a un edificio mayor, destacó el teatro de sombras inventado por Henri Rivière, al que se dedica una sala entera de la exposición. "Era la forma más sofisticada y popular de entretenimiento en París a finales del siglo XIX. Era un protocine: mirabas a una pantalla y tenías figuras en movimiento, efectos de luz y color y hasta 40 personas detrás declamando, cantando, tocando música y haciendo efectos sonoros", explica el comisario, que señala la influencia del teatro de sombras en las siluetas negras que aparecen en los carteles de Toulouse-Lautrec, como el que pintó en 1891 para el Moulin Rouge en el que aparece la célebre bailarina Louise Weber, conocida como La Goulue.
Crítica social y política
La Libératrice, de T. A. Steinlen
La mujer honesta y ‘la otra'
Otra de las salas de la exposición refleja la representación de la mujer en las obras de los artistas de Montmartre. "La prostitución era un tema muy importante para los artistas de Montmartre porque sus modelos eran a menudo prostitutas y sentían empatía por ellas porque eran miembros marginados de la sociedad", explica el comisario. Por otra parte, la sífilis, asociada a la prostitución, se convirtió en un grave problema de salud pública en la Francia de finales del siglo XIX y se convirtió en un tema muy presente en la producción literaria y artística de la época. El propio Toulouse-Lautrec murió por culpa de la enfermedad, así como otros artistas y escritores de renombre como Baudelaire, Guy de Maupassant o Gauguin.Como explica el comisario, se hizo popular en Montmartre la expresión jocosa "la mujer honesta y la otra" para expresar lo difícil que resultaba, en apariencia, distinguir a las prostitutas de las mujeres ‘respetables' pertenecientes a la burguesía. Esta ambigüedad está presente en muchas obras, en las que se puede distinguir a cuál de las dos categorías pertenece la modelo por algunas "pistas", como un sombrero de copa sobre una mesilla de noche. Otros cuadros, en cambio, muestran con crudeza las consecuencias de la sífilis, como en La muerte con estola de piel, de Eugène Delâtre, que representa a un esqueleto ataviado con ropa femenina en medio de una ventisca, o Prostitución, de Louis Legrand, en el que aparece una joven desnuda sentada en el regazo de una figura monstruosa.
@FDQuijano