Amadeo Gabino
"Agamenón III", 2000. Acero pintado. 275 * 200 * 60
En directa conexión con la sala en la que se reúne la colección más significativa y compacta de Julio González, se presenta ahora la exposición que hace repaso a la trayectoria de Amadeo Gabino. A modo de retrospectiva, esta exposición pone de relieve el peso y la ligereza de una escultura que, iniciada en el bronce con perfiles figurativos, acabó fraguándose en torno a los volúmenes que acuñó la gramática constructiva de Naum Gabo.Popularizado por sus ensamblajes de hierro y acero inoxidable, concebidos a partir de los años setenta, Amadeo Gabino (Valencia, 1922) se inició como escultor en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia y, tras su paso por Roma, París, Hamburgo y Nueva York, logró forjar, alrededor del metal y la radial, una personal forma de hacer y entender la escultura.
Desde el exterior, un bosque de esculturas asoma a través de las grandes cristaleras que templan la fachada del museo, prolongando sus reflejos metálicos a lo largo de una explanada en la que en el último tiempo se movieron terremotos, y ahora parece libre y despejada para el arte de dentro. Ya en el interior, diversos senderos, a través de los que son posibles los atajos, trazan un recorrido cronológico y despejan el acerado bosque para dejar ver la genealogía de sus diferentes especies escultóricas.
Sin las referencias figurativas que fraguaron los inicios de Amadeo Gabino como escultor, la exposición irrumpe, de entrada, en los años sesenta, presentando una amplia muestra de esculturas de pequeño y mediano formato, en la que se pone de manifiesto sus preocupaciones constructivas. Con referencias que entroncan directamente con Julio González, la obra de Amadeo Gabino va haciéndose cada vez más y más compleja. Tras abandonar el aire y los perfiles gestuales del hierro, sus preocupaciones espaciales tienden a lograr el dominio de los volúmenes, dando entrada al acero y al aluminio; materiales con los que alcanzaría sus formas definitivas.
A partir de la superposición de chapas de metal recortadas en formas circulares y concéntricas, concebidas a modo de collages, que tan pronto se acercan a Brancusi como a Henry Moore, Amadeo Gabino consiguió vincular la fragilidad y la fuerza, la ligereza y la gravedad en un mismo orden de cosas. Sin embrago, y aun cuando apenas parecen suceder las variaciones a lo largo de los años, esta exposición permite abordar la vasta obra del escultor de las "celestes armaduras", como muy acertadamente Manuel Vicent titula en el catálogo.