Volver la vista atrás
En su última novela, que relata la aventura vital del director de cine Sergio Cabrera, Juan Gabriel Vásquez lleva la narración con una habilidad suprema, hasta el punto de que cambia la respiración a los lectores
Volver la vista atrás (Alfaguara) es un espléndido texto literario de Juan Gabriel Vásquez, narrado con una seriedad madura y una prosa magnífica. Relatar en casi quinientas páginas la aventura vital del director de cine Sergio Cabrera por parte de un amigo muy cercano, no debe haber sido muy fácil para el escritor colombiano, aunque también, lo sé y se nota en el texto, habrá sido una experiencia fascinante y nueva. Se narran en Volver la vista atrás, título sacado del conocido verso de Antonio Machado, los años revolucionarios de Cabrera dentro de la revolución y la guerrilla en Colombia. Se trata de una larga educación sentimental e ideológica, provocada por la influencia máxima de su padre, Fausto Cabrera, que llena casi toda la vida de Sergio Cabrera y que Juan Gabriel Vásquez, rodeado de cintas y cintas de grabación y de una documentación exhaustiva, ha conseguido llevar a cabo en un arduo trabajo de excelencia literaria.
Para mí, como lector, ha sido también una experiencia única. Casi nunca se da la circunstancia, en un lector, de conocer al narrador del texto que está leyendo y conocer igualmente al protagonista principal de ese mismo texto, Sergio Cabrera.
La descripción de esa misma educación sentimental deviene en ese delirio que siempre trae consigo la ideología, y más la ideología totalitaria, ese virus dañino que cala hasta el tuétano del alma en tanta gente valiosa. Seguro que Cabrera no habrá pensado que perdió el tiempo. Ahí está su experiencia vital, no sólo su educación sentimental, en una familia ideologizada hasta la locura (en la que la respiración trece veces por minuto es roja y paranoica), sino su experiencia en la clandestinidad más absoluta, el peligro constante a ser descubierto por el Ejército o la policía, el abismo siempre abierto a la muerte... En fin: una película que desemboca en el terror cotidiano y donde la política, a pesar de todo, no ocupa el primer lugar. ¿Por qué? Porque Juan Gabriel Vásquez lleva la narración con una habilidad suprema, cúspide hasta el día de hoy de una obra literaria -aquí está el primer lugar, la literatura- que el colombiano ya posee; una obra literaria que aquí adquiere la fuerza de un testimonio vital contemporáneo, el de su amigo, el protagonista de la novela -y ya veremos por qué es novela- y hombre de carne y hueso.
Importantísima, y llena de episodios de interés, es la parte del texto en el que se narra la experiencia de Sergio Cabrera, su hermana y sus padres, en el corazón mismo del tiempo y el espacio en que la "revolución cultural china" se lleva a cabo en todo el país, con especial relevancia en Pekín. Ahí aparece el mejor Vásquez, el mejor narrador. Sí, a partir de cientos de cintas grabadas, conversaciones entre el escritor y su protagonista; diálogos, recuerdos, memoria volviendo sin cesar la vista atrás que el lector lee como hipnotizado (como parte de una novela mayor de Graham Greene); espías del Partido comunista chino, uniformes de maoístas por todas las esquinas de la inmensa Pekín, Cabrera dudando una y otra vez de su propia existencia, y -sobre todo- de la educación sentimental sellada a fuego desde que era un niño, una vida entera sometida a esa ideología totalitaria, el comunismo maoísta. Le lectura se vuelve apasionante, el texto nos cambia a los lectores nuestra propia respiración y consigue llevarnos al alma las escenas y los escenarios del relato, sí, de la novela. ¿Cómo puede decirse que es una novela si la experiencia del personaje que narra al narrador es un testimonio directo, su propia memoria en carne viva, como si estuviera durante horas, días y meses en el diván de un psiquiatra freudiano? Ah, claro, porque la habilidad del narrador, los añadidos de ficción, el mismo testimonio, se mezclan para conseguir un texto inédito y gozoso que me atrevería a decir que reproduce, y al mismo tiempo inventa, esas escenas reales con sus escenarios igualmente reales. La habilidad del narrador para contar, relatar, narrar la experiencia terrorífica de su amigo cercano y su familia.
Lo más probable es que esta novela de Juan Gabriel Vásquez gane de aquí en delante todos los honores y galardones para los que sea propuesta, porque es una novela mayor: una crónica de una época fascinante de un mundo que pretendía ser nuevo y para un hombre nuevo, el maoísmo y sus consecuencias en medio de un mundo inicuo y enloquecido en todas sus dimensiones; es también, por supuesto, un testimonio personal e íntimo, el del protagonista Sergio Cabrera que, gracias al texto de Vásquez, se transforma en personaje de novela (aunque siempre lo será también de película, aunque la película tal vez nunca se haga); y es, sobre todo, gran literatura, que no se limita ni al género, ni a la geografía ni a ninguna de las dimensiones odiadas a las que nos tiene acostumbrado el mediocre mundo de hoy, el que estamos viviendo. Léanla, aprenderán con la sorpresa. Aprenderán muchas cosas, muchos asuntos que han conocido de lejos y no como aquí, en Volver la vista atrás, de viva voz del protagonista y de la mano y la cabeza de un novelista que apunta a excepcional.