Homo Ludens por Borja Vaz

Last Day of June, atrapado en el trauma

26 julio, 2018 10:00

Steven Wilson es uno de los músicos más prolíficos y respetados del rock progresivo internacional, y a pesar de haber llenado en varias ocasiones el icónico Royal Albert Hall de Londres, el The Daily Telegraph le denominó el año pasado como “el artista británico más exitoso del que nunca has oído hablar”. Su carrera se expande a lo largo de más de tres décadas, en múltiples proyectos y bandas, y como productor e ingeniero de inmortales bandas de los 70 como King Crimson, Yes o Jethro Tull. El pasado mes de marzo pasó por Madrid para presentar su quinto álbum en solitario, To the Bone, en el WiZink Center. Sus conciertos se caracterizan por un sonido cuidado hasta el último detalle, una banda de músicos de categoría mundial, y la omnipresencia de elementos multimedia creados ex profeso para las actuaciones en vivo. Su colaboración recurrente con fotógrafos y animadores le ha llevado a tener también un extenso catálogo de vídeos musicales donde la narrativa y el simbolismo ocupan un lugar preponderante. Precisamente es en uno de ellos, Drive Home, lanzado para promocionar una de las canciones del álbum The Raven that Refused to Sing (and Other Stories), donde el estudio italiano Ovosonico ha encontrado la inspiración a la hora de crear Last Day of June.

La premisa del juego es sencilla. Un joven matrimonio vuelve a casa después de una excursión a un lago cercano cuando un trágico accidente acaba con la vida de la mujer y condena al marido a una silla de ruedas. Torturado por el infortunio, el protagonista se dedica a dar vueltas en su cabeza, una y otra vez, a cada uno de los elementos que podrían haber alterado los acontecimientos del día, incluyendo las actividades de los cuatro vecinos del pequeño pueblo donde viven. Aunque la dirección artística y la idea básica están claramente tomadas del vídeo de Steven Wilson, la parte narrativa, sobre todo el desarrollo y su conclusión, son cosecha propia de Ovosonico y Massimo Guarini, su fundador y director creativo del título.

La estructura de revivir un mismo día no es nada novedosa desde que la popularizara la película de Bill Murray, y hace que el ritmo decaiga en ocasiones, sobre todo por las repeticiones que el jugador se ve obligado a realizar. Las mecánicas principales cubren una serie de puzles muy sencillos, basados en ir ampliando el radio de acción de los diferentes personajes, abriendo diferentes puertas por el pueblo para situarlos de tal manera que no ocasionen un resultado fatal. Eso implica que la solución no está disponible desde un principio, teniendo que fallar varias veces hasta que todos los elementos se encuentren en la situación correcta. Es como un sencillo cubo de Rubik, con mucho prueba y error y poco más. Pero por todas sus carencias y simplezas mecánicas, el juego consigue destacar por su habilidad para transmitir una narrativa compleja sin palabras (los personajes emiten exclamaciones y sonidos varios, pero ninguna palabra inteligible) y por su formidable banda sonora.

Last Day of June es uno de los ejemplos más conseguidos e interesantes en el campo de las narrativas transmediáticas. Nadie en la industria duda de la importancia de la música en las producciones, y cada vez es más habitual encontrar a compositores de reconocido prestigio entre los títulos de crédito, pero todavía falta mucho por explorar en campos como este, cuando la música incide de manera sustancial en la dirección de un juego, cuando se convierte en la propia génesis del proyecto sin limitarse a ser una mera herramienta de marketing. El juego de Ovosonico no se ha creado para promocionar a Steven Wilson ni a ninguno de sus recientes lanzamientos, sino para profundizar en la esencia de su música y en las ideas de uno de sus vídeos. Y aunque resulta imposible hablar de él sin mencionar al músico británico, el juego se erige como una entidad propia capaz de provocar una respuesta emocional sincera que va más allá de lo planeado originalmente por los artífices de Drive Home.

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