Misterios de la música sintética y electrónica en la URSS (I)
Lo más seguro es que en ningún otro lugar del mundo se afanaron más en perseguir las posibilidades ciéntificas y tecnológicas que abría la aplicación de la luz eléctrica que en Rusia y demás repúblicas de la URSS durante el periodo de entreguerras del siglo XX. La particularidad de su tardío despertar histórico y la manera revolucionaria en que se dio tal cosa, condujo a un vasto territorio desde un estadio casi pre-medieval al de una potencia modernizada anhelante de progreso tecnológico y de desarrollo económico en buena parte basado en el músculo de su industria y su ejército.
Pero hay algo más: en la URSS, la luz dominada por el hombre y el potencial imaginable de su energía, se convirtieron en algo así como uno de los dogmas de la nueva fe y el culto soviéticos por el progreso; una pieza esencial en la nueva mitología (la del trabajador y su victoria gracias a la máquina, el esfuerzo y la organización colectiva) que reemplazaba los antiguos valores estamentales, religiosos o de clase.
Con todo ello no es de extrañar que la aplicación sonora y musical de la electricidad y sus usos electrónicos tuvieran tanto peso tras 1922, en la recién fundada unión de repúblicas. Y, sin embargo, es tan poco lo que conocemos de ese relato... De él apenas ha trascendido, a menudo grotescamente, la figura de Lev Termen, o Theremin, tal y como se ha acabado conociendo al de San Petersburgo por su gran invento: el instrumento que se toca sin ser tocado, Eterófono o Theremin (también Thereminvox) que inventó allá por 1919. El aparato ahora casi popular capta por radiofrecuencia y traduce en sonido el movimiento en el aire de las manos del ejecutante cuya cercanía o lejanía con respecto a dos antenas varían el tono y el volumen. Sin discusión, el físico, inventor y violonchelista aficionado es una figura clave en el desarrollo de lo que podemos calificar como música electrónica en sus muchas variantes. Y es que el Theremin, además de otros artilugios inventados luego por Termen (como el Thythmicon, posiblemente la primera máquina de ritmos semiautomática, o el Terpsitone, un theremin para bailarines), no sólo fueron empleados o desarrollados en la futura música electrónica sino que ya están imbuidos en su estética, en su lenguaje sintético, tan distinto al de la tradición sinfónica o vocal.
http://www.youtube.com/watch?v=w5qf9O6c20o&list=RD02RbaG57gUsro
Pero quizá sea la historia personal de Lev Termen lo que mejor explique el asunto de esta columna de aire: el misterio y la singularidad de la música electrónica soviética y su tecnología. Al conocerse su invento, Termen fue recibido con entusiasmo y honores por Lenin en el Kremlin en 1922 junto con el doble encargo de unas clases particulares para el líder y la fabricación de seiscientas unidades de su invento que serían enviadas a todos los confines del orbe soviet para conocimiento y disfrute del pueblo. En 1938, cuando Termen ya había triunfado con su invento en todo occidente y residía en EEUU, es sigilosamente secuestrado y repatriado por el KGB de Stalin para ser confinado en uno de los más horribles campos de trabajo siberianos y devuelto a la vida diez años después con la promesa de colaboración con ingenios para el espionaje y las patentes militares.
En esos años la política y la dirección ideológica de la URSS ha virado vertigionosamente y ello se manifiesta en un cambio radical desde un primer momento de apoyo y fomento de las vanguardias artísticas a su persecución. Como decimos, la pequeña Historia es muy gráfica en ocasiones y la de este apostol que se volvió hereje del credo socialista explica muchas cosas.
Además con ella podemos comprobar ya cómo las conexiones con lo sigiloso y lo militar rodean este asunto. Así hoy resulta evidente que muchas de las más importantes inovaciones rusas en cuanto al sonido sintetizado salieron de laboratorios secretos de investigación militar. Tal hecho explica a la perfección que este tema resulte tan esotérico y poco conocido incluso hoy.
Por ejemplo, apenas se ha divulgado que, junto a Lev Termen, había otros inventores igual de importantes pero mucho menos famosos o directamente desconocidos tanto en Occidente como en la misma Rusia. Como Andrei Volodin que, en 1932, es decir décadas antes de los primeros sintetizadores comercializados al lado oeste del telón de acero, creó el primer sintetizador musical analógico, el Ekvodin. Volodin no trabajaba como músico sino como científico militar en el área de la psicoacústica. En su búsqueda en un centro de inteligencia ruso llamado Tsniatri de algún mecanismo que generara timbres nuevos para sus experimentos con los efectos sonoros en humanos fabricó el Ekvodin. El aparato, dúofónico, encontró una buena acogida por parte de los nuevos músicos y fue desarrollado por Volodin. Recibió medallas de oro en ferias mundiales como la de Bruselas de 1958 y en la Exposición de Logros de la Economía Nacional en Moscú. Llegó a plantearse su fabricación en masa pero el estado soviético detuvo la financiación. Después de eso Volodin siguió trabajando sin recursos en el Ekvodin y en un nuevo instrumento polifónico que no llegó a terminar. Murió en su laboratorio en 1981.
En el mismo 1932, el profesor e ingeniero Evgueni Sholpo inventó el Variofono (Variophone), usando un sistema de síntesis óptica que permitía dibujar las ondas sonoras en película transparente de 35mm.
sound on film: Variophone from Mariska de Groot on Vimeo.
Con el Variofono, Sholpo no sólo dio a luz un precursor de los secuenciadores y arpegiadores sino, lo que es más importante, se convirtió en uno de los precursores mundiales de esa tendencia artística que buscaba combinar sonido y luz mediante tecnología electrónica y óptica. Eso llamado "Sonido Visual", "Sonido Gráfico" o "Sonido Dibujado", más conocido como "Música Visual", arranca en Moscú con el Tagefon de Pavel Tager en 1926 y se desarrolló durante los años treinta al mismo tiempo en la URSS, Alemania (Rudolf Pfenninger y Oskar Fischinger) y Estados Unidos.
Sholpo formó parte de un grupo de trabajo junto con el singular Arseny Avraamov. Periodista, teórico, inventor, compositor, experimentador y aventurero musical promotor del sistema tonal universal Welttonsystem (48 tonos) y desarrollador de instrumentos y herramientas musicales, Avraamov ha pasado a la Historia por su Sinfonía de las sirenas de fábrica, composición industrial ejecutada en Baku en 1922 con baterías de artillería, regimientos de infantería, sirenas de niebla de la flota del Caspio, hidroaviones, locomotoras, bocinas afinadas, varios coros y los sonidos de fábricas de la ciudad. El equipo de directores de orquesta se valieron de banderas de señales, bengalas y pistolas, en una asombrosa pieza que sin duda anticipa (a escala soviética) cierta música industrial.
Como vemos, el peso de lo maquinal, de la electricidad y el poderío energético, de la fuerza colectiva de la masa obrera y también de ese otro estado secreto que se volcaba en lo militar, habían calado en el espoleado proyecto soviético y en su nueva música. Pero la luz iba a tener también otro papel importante en ella. Como decíamos Avraamov o Evgueni Sholpo trabajaban (de manera parecida a lo que desarrollaban Boris Yankovsky o Nikolai Voinov con su Nivotone) en experimentos de creación de música dibujada a mano a partir de figuras geométricas que eran impresionadas en la banda de sonido de la película. La obsesión por las conexiones entre la música y el color o las formas dibujadas eran algo muy presente en el ambiente artístico ruso.
[caption id="attachment_207" width="258"] Diferentes ejemplos ruso-soviéticos de experimentos con sonido pintado[/caption]
Porque la sinestesia estaba en el aire. La conexión o confusión entre sentidos fue una preocupación esencial de uno de los compositores anteriores que más influyó en los nuevos músiscos electrónicos: Alexander Scriabin. Scriabin fue un adelantado en cuestiones de atonalidad pero sobre todo fue un abjurado creyente en las conexiones ocultas de la música con la armonía del cosmos y la creación. Estuvo fuertemente influido por la sincrética sociedad teosófica de Madame Blavatsky y sus contactos con lo mágico y oculto, así como por el simbolismo ruso (al igual que otro trabajador y creyente de lo sinestésico, Kandinski) y trabajó en las correspondencias entre color y sonido, hasta crear su propia tabla de equivalencias entre tonos y cromatismos.
Scribain no sólo ideó un sistema tonal alternativo propio basado en lo que llamaba 'acorde místico' (intervalos de cuartas) sino también un clavier à lumières que proyectaba en una pantalla los colores correspondientes a cada tono musical, invento que no llegó construir.
Su última obra, la inacabada Mysterium, estaba pensada para ser ejecutada en el Himalaya como parte de un gran ritual de purificación para trascender el mundo físico y del ego, con miles de participantes vestidos de blanco entonando mantras, y era una orgía de estímulos para los sentidos, con olores, danzas, colores, luces y música interconectados.
Al parecer es importante la influencia de Scriabin en John Williams, exitoso (aunque por otra parte más que aficionado a hacer homenajes a compositores anteriores) autor de bandas sonoras para Spielberg, George Lucas, etc. y el mismo rey Midas del cine Steven incluso pensó en usar la mencionada escala color-musical en la tan electrónica y futurista escena de comunicación interplanetaria de Encuentros en la tercera fase (aunque al final se decidió por el sistema de Zoltán Kodaly para enseñar música a sordos). Pero la mayor influencia de Scriabin y de su afán sinestésico recayó, como decíamos, en los nuevos compositores electrónicos.
No lo será menos en el gran invento de la música electrónica rusa, su gran secreto escondido, que responderá al nombre de ANS, en homenaje a Alexander Nikolayevich Scriabin. Del ANS y la segunda parte de esta historia oculta hablaremos en la próxima entrega del aire.
Hasta entonces nos quedamos con Scriabin: alucinando en colores con una puesta en escena de la sinfonía Prometeo: Poema del fuego que tuvo lugar en 2010, o sea cien años después de que fuera concebida. Oigan y vean.