La Hispanic Society, fuera de las rutas turísticas
[caption id="attachment_1623" width="560"] Vista parcial de la serie Visión de España, de Sorolla, en la Hispanic Society of America de Nueva York.[/caption]
No es habitual que la Hispanic Society of America figure en la ruta turística del viajero español que llega a Nueva York. Y eso que alberga muchos y grandes tesoros de nuestra cultura, algunos de los cuales pueden verse ahora en el Museo del Prado. No deja de asombrarme la pasión de Archer Milton Huntington por nuestro país para atesorar todo este asombroso legado a orillas del Hudson. Merecidísimo pues que el Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional haya recaído en esta institución.
Para llegar hasta el edificio de la Hispanic Society of America hay que pasar cerca de la Universidad de Columbia y atravesar Harlem si se viene desde Manhattan. A orillas del Hudson, Archer Milton Huntington, heredero de una de las grandes fortunas de Estados Unidos y estudioso de nuestra cultura, levantó a principios de siglo XX un palacio de aire decimonónico, al que se accede tras saludar una estatua de El Cid, figura por la que el magnate tenía especial devoción. En sus muros exteriores están grabados los nombres de los conquistadores españoles (Ponce de león, Cabeza de Vaca, Hernán Cortés, Pizarro…), y junto a ellos figuran ilustres hombres de letras.
Una vez dentro la atmósfera parece detenida, apenas hay gente, las salas tienen un aire decadente, escasamente iluminadas, y puestos a imaginar bien podría Unamuno descender del lienzo de Zuloaga para saludar a Juan Ramón Jiménez, que pasea admirando las pinturas de Goya, Velázquez, Zurbarán, Murillo… hasta llegar a las de sus contemporáneos. Hay varias salas que guardan una colección increíble de aldabas, cerámicas y otras artes decorativas, pero lo que se muestra es apenas una ínfima parte del tesoro, integrado por unas 18.000 piezas que van desde la Prehistoria a los comienzos de siglo XX. Tampoco la librería se puede visitar, su soberbia colección, 250.000 manuscritos y 25.000 libros, con un gran número de incunables, solo puede consultarse con autorización.
Llegué hasta el edificio de la Hispanic Society of America impulsada por los 14 cartones que el magnate le encargó a Sorolla. Se exhibieron en el Prado en 2010 pero no tuve ocasión de verlos y, a raíz de un espectáculo de danza que hizo Antonio Najarro para el Ballet Nacional de España inspirado en ellos (Sorolla), llevaba tiempo incubando el deseo de contemplarlos. Por sus dimensiones y su colorismo, estos cartones se han convertido en uno de los grandes reclamos de la HPA. Cuelgan de los muros del salón de actos, antes biblioteca, y le dan una apariencia espectacular.
El día que yo los vi una profesora impartía a alumnos de Bachillerato una clase de teoría musical sobre Falla, Albéniz y Granados mientas un pianista iba ilustrando a sus alumnos sobre las piezas más distinguidas, piezas que luego inspiraron a bailarines como La Argentina, Antonio Ruiz Soler, Mariemma o Vicente Escudero para crear lo que hoy conocemos como danza española. Estos profesores no podían haber encontrado un marco más ideal para semejante lección.
Las pinturas identifican escenas pintorescas de cada región de España: los pescadores de Ayamonte, el juego de los bolos del País Vasco, el encierro de unas vacas y toros, la lonja de pescado de un puertecito de la costa catalana, la estampa torera, la imagen de la Semana Santa, la fiesta del pan de Salamanca, el luminoso Levante con unos burros cargados de naranjas, el palmeral en Elche, la explosión colorista de las sevillanas, y todo un flanco con el mural más grande, el dedicado a Castilla, presidido por las murallas de Ávila y personajes vestidos con trajes típicos charros.
Las pinturas le fueron encargadas a Sorolla directamente por Archer Milton Huntington en 1909. Sorolla ya era famoso en Estados Unidos, había vendido muchos cuadros y había ganado bastante dinero. Estos 14 paneles le llevaron más de diez años, y para su elaboración viajó por toda España, realizando miles de bocetos y apuntes, algunos de los cuales se encuentran en el Museo Sorolla de Madrid.