El adiós de Homar y la responsabilidad política de quien lo nombró
El caso revela un 'modus operandi' del INAEM para tener bien remunerados a los directores generales de sus teatros públicos sorteando los límites de los salarios que impone la ley.
El Instituto Nacional de las Artes Escenicas y de la Música (INAEM), dirigido por Paz Santa Cecilia, ha comunicado hoy que ha acordado con Lluís Homar que abandone el próximo mes de diciembre la dirección de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC).
Aunque la institución pública lo presenta como un acuerdo, éste llega después del escándalo “de las facturas falsas” protagonizado por Homar y que ha ido creciendo como bola de nieve desde que salió a la luz en junio de este año: emitió y cobró del Ministerio de Cultura 50.000 euros por labores de dirección escénica que dijo haber hecho cuando se sabe que es falso. Y lo hizo siguiendo indicaciones de la dirección general del Instituto Nacional de Artes Escénicas y de la Música (INAEM) que entonces dirigía Amaya de Miguel Toral, directora que le nombró en 2019.
Según el comunicado, ante la publicación de estas informaciones “el Ministerio de Cultura ha realizado unas actuaciones previas en las que se ha constatado la existencia de documentación completa en los expedientes de contratación, expedida por los órganos competentes y fiscalizados de acuerdo a ley”.
El INAEM anuncia que convocará próximamente el proceso de selección para la dirección de la compañía y anunciará el plazo de presentación de candidaturas en fechas próximas, que se regirá por el Estatuto de la CNTC para valorar los méritos de las candidaturas que se presenten.
El 'modus operandi' del INAEM
Más allá de las facturas presuntamente fraudulentas y de un comportamiento que denota cierto ánimo de rapiña en un director de un teatro público, el caso revela un modus operandi del INAEM para tener bien remunerados a los directores generales de sus teatros públicos sorteando los límites de los salarios que impone la ley.
Un modus operandi que arrastra la institución paradójicamente desde que aprobó el código de buenas prácticas (en 2008) y que aplica a todas las direcciones de sus compañías públicas. De hecho, el comunicado que acaba de publicar la institución reconoce que “el equipo actual considera que son mejorables los procedimientos para dotar de mayor seguridad jurídica y transparencia a las contrataciones artísticas de la CNTC”.
¿En qué consiste este modus operandi? Veamos el tratamiento dado a Lluís Homar. Fue contratado como director artístico de la CNTC mediante dos contratos: uno, como director artístico de la Compañía por una remuneración básica de 79. 586€ (actualizados en 2024); y un segundo por “adquisición onerosa de derechos de propiedad intelectual” que le permite facturar trabajos de hasta 50.000 €.
Este último contrato complementa su remuneración básica, sorteando el límite legal de las retribuciones establecidas a directivos de las empresas y organismos públicos en el Real Decreto 451/2012, de 5 de marzo. Todos los directores artísticos de los teatros del INAEM, clasificados en el Grupo 1 por Hacienda, disfrutan de contratos parecidos.
La singularidad del caso Homar es que desde su nombramiento en 2019 él ha intervenido en varias funciones como actor, pero según confesó a El periódico de España, desde el INAEM no le permitieron facturar estos trabajos por tal concepto y, siguiendo indicaciones de la Dirección General del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) que entonces dirigía Amaya de Miguel Toral, los cobró mediante facturas en concepto de direcciones artísticas que no llegó a hacer.
Como primero publicó la actriz Marta Poveda en su Instagram, los conceptos de estas falsas facturas de 2021 fueron por tres ayudantías de dirección de Antonio y Cleopatra, dirigido por José Carlos Plaza; Esta primavera fugitiva, de Alberto Conejero; y Caravaggio, Vermeer y Velázquez, dirigida por Xavier Albertí (nombrado dramaturgista de la CNTC). El nombre de Homar no figura en ninguno de los programas de estas obras, pero la Intervención Delegada del Ministerio de Hacienda en el ministerio de Cultura aprobó estos gastos sin problema.
Aquí surgen algunas preguntas que quedan sin responder:
1/ ¿Por qué Homar no puede emitir facturas por sus labores como actor mientras es director artístico de la CNTC?
Es decir, le está permitido emitir facturas por derechos de dirección artística de una obra —hasta 30.000 € por producción— e incluso también versionador o adaptador (como hizo en La discreta enamorada, por la que cobró 5.000 euros), pero no como actor. Santa Cecilia, aunque le renovó al frente de la CNTC por tres años más el pasado mes de junio (o sea, que podía seguir cobrando y facturando por la misma cantidad, unos 130.000 euros anuales), le prohibió actuar expresamente, hasta el punto de que Rey Lear, que tenía previsto estrenar y que le va divinamente por edad y carisma, ha tenido que ser cancelada.
Si por algo destaca la carrera de Homar es justamente por su labor como intérprete, el ámbito donde mejores aportaciones podría hacer a la CNTC. La decisión de Santa Cecilia era, a todas luces, incomprensible, absurda, difícil de creer que no haya una fórmula administrativa para resolverla cuando, como estamos viendo, los políticos deciden distorsionar la aplicación de las normas legales cuando les interesa. No dejarle actuar quizá se explique por no querer enfrentarse con algunos profesionales que acusaron al director de acaparar demasiadas funciones dentro de la CNTC.
Más preguntas al respecto: ¿contempla este acuerdo amigable entre el INAEM y el director de la CNTC que Homar devuelva antes de irse los 50.000 € cobrados por esas labores que no hizo?
2/ ¿Se le podrá exigir responsabilidad a Amaya de Miguel Toral por este episodio de arbitrariedad administrativa? Como ya se ha dicho, Homar confesó que emitió esas facturas “falsas” por indicación del INAEM cuando lo dirigía De Miguel. Pero ella ya no está, ahora figura al frente de la Fundación Montemadrid. Ya se sabe cómo son estas cosas. Los políticos alardean de dictar normas transparentes para luego reírse de ellas y diseñar con sus amigos las formas más turbias posibles de saltárselas a la torera. Y si les pillan en su tropelía, ya es tarde. En román paladino, se han ido de rositas.
3/ Por último, ¿cómo calificar la labor artística desempeñada por el equipo de Homar al frente de la CNTC?. Como dice el comunicado en un guiño elegante, su proyecto artístico (con Xavier Albertí de mano derecha, que tampoco se libra de irregularidades contables) ¿“ha ofrecido una lectura contemporánea del teatro clásico español, así como diversas relaciones y diálogos con el teatro clásico internacional”?
La elección del director catalán, que en el día de su bautizo ante la prensa dijo que venía a aprender porque tenía apenas experiencia con el teatro clásico español y en la misma Compañía, generó bastante polémica entre la profesión y contó con la desaprobación de los sindicatos del Ministerio de Cultura. Homar suplió sus lagunas dramatúrgicas contratando a Xabier Albertí de “dramaturgista” (puesto que no existía en la CNTC).
Desde un punto de vista académico, Julio Vélez, autor de Clásicos subversivos, clásicos subvertidos y catedrático y director del Instituto del Teatro de Madrid (ITEM), considera que la dupla Homar/Albertí “ha ofrecido desde la CNTC un programa sobre los clásicos españoles desde la valoración y la estima germánica, efecto de la influencia alemana que ha recibido Albertí en sus años como compositor y músico en aquel país”.
Para Vélez este planteamiento es inicialmente interesante y explica montajes como El príncipe constante, La vida es sueño y autos de Calderón, siguiendo la tradición de Goethe y Walter Benjamin. Sin embargo, añade, “me parece un corpus limitado porque, aparte de Calderón, ¿cuántos clásicos españoles han sido bien considerados por esta tradición? ¿Hasta dónde puede llegar esta línea? Yo la veo bastante limitada”.
Vélez aprueba que se haya incorporado al repertorio de la CNTC por primera vez una comedia escrita por una mujer —Valor, agravio y mujer—, de Ana Caro de Mallén, así como los diálogos contemporáneos a cargo de autores actuales, que reconoce han sido irregulares. Pero critica la preponderancia que ha adquirido Shakespeare frente a la absoluta ausencia de autores segundones españoles como Moreto, Rojas Zorrilla… que engrandecen el rico repertorio teatral español integrado por más de 7.000 obras.
En su opinión “es hora de rebuscar y escenificar obras desconocidas —y hay muchísimas sobre minorías que hoy nos resultarían interesantísimas—, siguiendo el ejemplo de una de las de mayor éxito que ha producido la CNTC esta última temporada: El monstruo de los jardines”.