Cine

¿Crisis de talento?

por Manuel Hidalgo

20 febrero, 2003 01:00

El escritor y guionista Manuel Hidalgo toma la palabra para recoger el testigo dejado recientemente por Juan Bonilla en las páginas de El Cultural con su polémico artículo Crisis, qué crisis. Mientras el autor gaditano sostenía que "la crisis que padece el cine español es más de talento que de otra cosa", Hidalgo defiende aquí la postura contraria.


Leer artículo de Juan Bonilla Crisis, qué crisis (El Cultural, 6 febrero 2003)

El cine español ha obtenido tres Oscar en veinte años, con tres directores distintos. Por pura matemática se comprende que sólo otros cinco países podrían igualar ese expediente, pero tal cosa no sucede. Las películas españolas han participado y obtenido premios en los más relevantes festivales de todo el mundo. Conviven en activo cineastas de tres generaciones. La ficción audiovisual española ha desplazado en las series de televisión a la norte- americana. Hay en nuestro cine una enorme variedad de estilos y géneros, como nunca en la historia. Y, por supuesto, brillan los cineastas sin género, las voces más personales y autorales. En esa pluralísima riqueza, veo con preocupación dos peligros de signo opuesto: el mimetismo copiota de muchos jóvenes respecto al cine policíaco, de terror y fantástico norteamericanos y el creciente recurso a la astracanada del peor cine español de los 60-70.

Es una pena que no se busque más inspiración en la tradición mágica y fantástica propia, mayormente gallega -Fernández Flórez, Cunqueiro, Torrente, Valle- o, en otro sentido, en la línea de un Carrere, y también es una pena que ciertas muestras de comedia no sigan los caminos de Neville o Berlanga, ni la renovación estilizada de Colomo-Trueba, y se zambullan a destiempo en el ozorismo. No son pocos los actores españoles reclamados por el cine norteamericano, francés e italiano. Ni son tan pocas las películas españolas que se estrenan en el extranjero, con dianas comerciales ocasionales muy notables -ahora mismo Darkness, además de Hable con ella-, con aceptable o buena acogida crítica y, en general, con discreto respaldo del público, como sucede en España con el cine francés, italiano, alemán o japonés, que es de cupo reducido por lo mismo: porque el cine norteamericano ha colonizado las pantallas en todas partes.

Son, además, muy fructíferas y con buenos resultados artísticos las co-producciones con México, Perú, Chile y, sobre todo, Argentina. Paniaguados, cobardes, cutres, horteras, payasos, batasunos, llorones, malvestidos... ¡Caramba! Fue impresionante la primera reacción a la Gala de los Goya. Y todo sin entender un pimiento de los problemas concretos del cine español y, como se ha visto después, equivocándose con la sociedad española, que está contra la guerra. Pero, en mitad de todo eso, y con una inquina incomprensible por parte de algunos que apenas ven cine, se coló lo que faltaba para el euro: lo que no hay en el cine español es talento. La crisis es de talento.

¿Crisis de talento? Con Almodóvar, Amenábar, Armendáriz, Bigas Luna, Borau, Bollaín, Calparsoro, Camus, Colomo, Costa, De la Iglesia, Garci, García Sánchez, Gómez Pereira, Hermoso, Herrero, Iborra, León de Aranoa, Bajo Ulloa, Coixet, Saura, Gutiérrez Aragón, Martínez Lázaro, Oristrell, Pons, Suárez, Villaronga, Vergés, Albaladejo, Aranda, Betancor, Fejerman, Chávarri, Fesser, Gay, Vera, Vega, Balagueró, los Trueba, Llorca, Medem, Mercero, Merinero, Recha, Querejeta, Segura, Barroso, Berlanga, Cuerda, Martín Patino, Hernández, Jordá, Maqua, Ripoll, Urbizu, Uribe, Fresnadillo, Guerín, García, París, Gutiérrez, Mañas, Taberna, Córdoba, Díaz Yanes, Ungría, Fernán Gómez, García León, Tapia, López Gallego y algún otro que se me olvida, ¿crisis de talento? Talento, estimado Juan Bonilla, no falta. El problema es, en todo caso, el contrario: más bien sobra, y no hay modo de meter el contenido de la cuba en el dedal que dejan las multinacionales.

El vino se derrama sin llegar a ser catado, por eso algunos nombres de la lista anterior pueden ser desconocidos. ¿Genios? Tampoco es eso. Los genios no se prodigan en ninguna disciplina. ¿Quiénes son los genios de la literatura española actual? ¿Cuántos miles de ejemplares venden, excepto media docena, los escritores españoles? ¿En qué países del mundo, incluidos los hispanohablantes, arrasan o llegan a editarse las novelas españolas? ¿Por qué son bastantes, pues, los escritores españoles que meten cizaña y miden, sorprendentemente, la calidad de las películas españolas en función de unos baremos de comercialidad inalcanzables, que ni logran con sus libros ni aplican a sus cánones de escritura, para la que reclaman la excelencia exquisita de lo que sólo puede ser minoritario si ha de valer la pena?

Quieren que los cineastas españoles sean -para entendernos- como Spielberg o Lucas. ¿Por qué no escriben ellos como Noah Gordon, Michael Crichton, Christian Jacq o Jean M. Auel, que eso, y no las películas sale gratis? ¿Dónde están los Roth, los Amis, los Baricco, los Houellebecq, los Coeetze, los Roy españoles? ¿Dónde una Yasmina Reza, o un Mamet, o una Eva Ensler, o, por lo menos, un Francis Veber? ¿De dónde vienen este desdén y esta ojeriza que se creían superados -y que no son recíprocos- de los escritores españoles hacia los cineastas españoles? ¿De la pérdida de la primogenitura? ¿Del ya lejano día en que la imagen le ganó la batalla a la palabra en la comunicación con el público? Hay que fastidiarse. Con el permiso de Pérez-Reverte, que resucite Blasco Ibáñez, y hablamos.