John Sayles
Es mucho más difícil la convivencia entre culturas que entre razas
15 mayo, 2008 02:00John Sayles durante el rodaje de 'Honeydripper'
El cineasta John Sayles regresa el viernes con fuerza a las pantallas con Honeydripper, una tragicomedia musical ambientada en la Alabama de los años 50 que, tras una aparente ligereza, agazapa una ácida crítica al racismo en Estados Unidos. El director, aclamado por películas como Lone Star o Casa de los Babys, explicó a El Cultural las claves de un filme en el que la música es presentada como un elemento de liberación dentro de un durísimo entorno en el que los negros son tratados como esclavos.
- La estructura de la película es muy clásica. Incluso recuerda a muchas películas de adolescentes: un hombre se juega su negocio en una sola noche, dependiendo de la actuación de una estrella del rock.
- Me interesaba que la gente se diera cuenta de por qué el sábado por la noche es tan importante para esta gente. Viven como esclavos, y es el único momento en el que pueden liberarse y ser ellos mismos. Efectivamente, tiene una estructura de comedia muy clásica. Pero al mismo tiempo, al final de la película, los espectadores saben que al día siguiente los protagonistas seguirán viviendo en un mundo muy duro.
- Lo más sorprendente es cómo combina las dos dimensiones del filme. Por una parte, la estructura y el tono son cómicos. Por la otra, se muestra de una forma muy cruda un racismo exacerbado.
- Nos encontramos con dos elementos. Por un lado, la situación concreta que están viviendo los personajes, exportable a muchas situaciones, tiempos y culturas. Un hombre quiere salvar su local y por el camino todo le va saliendo mal hasta que, diez minutos antes de la debacle, surge una oportunidad para solucionar las cosas. Por la otra, está el contexto en el que se mueven estos personajes. Es un contexto de gran dureza en el que, precisamente por ello, la música cobra una importancia fundamental, es una vía de escape. Este es un papel que comparte con la religión.
Música y religión
- Décadas después de la Guerra Civil americana, muchos se sorprenderán al ver las condiciones de esclavitud en las que sigue viviendo la población negra.
- En los años 50 el movimiento por los derechos civiles aún no había estallado como lo hizo la década siguiente. Lo que vemos es el caldo de cultivo que originó aquel movimiento. Por aquella época el fenómeno se circunscribía a los sindicatos de los trabajadores del ferrocarril, que al viajar por todas partes fueron expandiéndolo. Sin embargo, eso no había llegado a un pueblo tan pequeño como Harmony. Para los negros de allí, las cosas no van a cambiar. Siempre serán iguales. Eso influía poderosamente en su forma de ver el mundo y a sí mismos.
- Ha citado la importancia de la música. En este sentido, los clubes nocturnos son fundamentales.
- Era el único lugar, con la iglesia, en el que no dependían de la mirada de los blancos, en el que seguían sus propias reglas. Al final, vemos el triunfo del rock and roll, lo que enlaza con mi idea de que la música siempre ha sido un elemento de subversión. Por eso, para el personaje de Danny Glover es tan importante mantener su negocio. Porque es el único que le permite ganarse la vida sin depender de los blancos. Gracias a él, puede ir por la calle con la cabeza bien alta.
- La religión como vía de escape es presentada bajo una luz más crítica...
- En esa época nadie podía decir: "Me tratan como a un esclavo y ya no puedo más". En cambio, en la iglesia podían hablar de cómo Moisés liberó a los judíos del yugo egipcio y todo el mundo entendía de qué se estaba hablando realmente. Asimismo, el gospel es un factor de espiritualidad y de liberación fundamental. Es una música bellísima. Sin embargo, me opongo a ciertos métodos e ideas de la religión organizada, que deriva muy fácilmente en el fanatismo o el prejuicio.
- Aparece la figura del sheriff tramposo. En sus películas, la autoridad está muchas veces asociada a la corrupción.
- Una cosa que me fascina de mi país es que, por una parte, tenemos grandes ideales respecto a nosotros mismos. La democracia, por ejemplo, es una idea muy bella pero luego la realidad es otra. En Estados Unidos, aunque supuestamente somos libres, muchas veces no podemos decir lo que pensamos con seguridad. Hace poco, con la guerra de Iraq lo vimos claramente. Aquellos que denunciamos las mentiras del Gobierno fuimos tachados de antipatriotas. Es esa tensión entre lo que aspiramos a ser y lo que realmente somos es lo que procuro trasladar al cine.
- Ese sheriff interpretado por Stacey Keach es, sin embargo, mucho más benévolo que el de Kris Kristofferson en Lone Star.
- Desde luego, no es un psicópata. Cuando escribí la biografía del personaje apunté que es un hombre que "probablemente no ha sacado nunca la pistola de su cinto". Es corrupto en un sentido mucho más político. Pero igualmente amenazante. Cuando visita el club, aunque no vaya a hacer nada, los parroquianos no se sienten tranquilos. Saben que con él delante no pueden ser ellos mismos. Y la violencia, aunque no explote, flota en el aire.
Escapadas al género
- ¿El hecho de ser un izquierdista y de haber hablado siempre claro, le hace sentirse más próximo a las minorías que a la mayoría a la que por raza y cuna pertenece?
- Mi interés por las minorías surge del ambiente en el que crecí, en un pueblo del norte del Estado de Nueva York en el que convivían muchas razas y culturas. Es un asunto que en mi país lleva años siendo motivo de discusión y tensiones y que comienza a trasladarse a otras partes del mundo. Desde mi punto de vista, siempre es mucho más difícil la convivencia entre culturas que entre razas.
- Ha escrito numerosos filmes de género, incluso tiene pendiente de rodaje el libreto que escribió para la cuarta parte de Jurassic Park.
- Crecí viendo ese tipo de películas y me divierte escribirlas. Cuando dirijo, mis personajes se mueven en un contexto muy concreto que condiciona sus vidas. Los filmes de género se desarrollan en su propio universo. Indiana Jones pasa en la II Guerra Mundial, pero de hecho es un mundo aparte.