Francis Ford Coppola: "Estoy seguro de que 'Tetro' pervivirá dentro de cien años"
El maestro regresa a las pantallas con 'Tetro', filme sobre los dilemas familiares de un aspirante a escritor, el más personal de su filmografía
26 junio, 2009 02:00Dice que Tetro es su filme más personal, en el que ha mostrado de una forma más descarnada y brutal sus sentimientos íntimos. Acogida con una agria división de opiniones a su paso por la reciente Quincena de Realizadores de Cannes, Francis Ford Coppola, genio y figura, estrena por fin su película “española” precedido de una enorme expectación y la incógnita sobre cómo reaccionará el público ante una obra compleja, extraña, incluso podría calificarse de “marciana”, sobre un joven doliente que aspira a ser escritor y sus muchos conflictos familiares. Vincent Gallo, opción final tras la renuncia de Matt Dillon por falta de interés en la historia y de Joaquin Phoenix por falta de interés en todo en general, se une a Maribel Verdú y el debutante Alden Ehrenreich al frente de un filme poético plagado de metáforas y meandros en el que el asunto central es la eterna disputa entre padres e hijos. En este caso, la figura del padre es representada por el temperamental Klaus Maria Brandauer en la piel de un despótico director de orquesta que opina que con “un genio en la familia es suficiente”.
Coppola recibe a El Cultural en un hotel madrileño sentado sobre la mesa, y su porte se asemeja al de un Buda socarrón e inquisitivo. Coppola, tan famoso y popular como la más deslumbrante estrella de Hollywood, es más bajito de lo que parece en las fotos y está más gordo. A pesar de su semblante serio, todo en él irradia cordialidad. Hacer un repaso a su filmografía significa revisar lo mejor de la Historia del cine con mayúsculas. Coppola es el autor de películas tan fundamentales como El Padrino y sus dos secuelas, la primera de ellas considerada por muchos como la mejor película de todos los tiempos, La conversación (1974), Apocalypse Now (1979), La ley de la calle (1983) o Drácula (1992).
En los últimos años, el cineasta se ha dedicado con mucha mayor fruición a sus viñedos de Alexandra Valley que al cine. Los vinos son un negocio que él mismo califica de muy rentable y que le permite volar en avión privado y vivir como un rey sin tener que ponerse detrás de la cámara más que por placer. Quizá por ello sus dos últimas películas son Youth Without Youth, un personalísima aproximación a la biografía del orientalista rumano Mircea Eliade y esta última y muy peculiar Tetro. Ambas surgen de su empeño por realizar filmes “pequeños” al margen de la industria en los que recupera el sabor de la independencia creativa que gozó en los felices 70.
Pregunta. ¿Con los años uno aprende a hacer mejores películas?
Respuesta. Lo único que he aprendido es a no pretender saber las respuestas. Cuanto más tiempo llevas dirigiendo en lo que sí ganas es en placer. Cada vez lo disfrutas más. Una vez ya sabes cómo se hacen las películas y puedes experimentar, es una liberación fantástica. Por otra parte, está lo que uno aprende con cada película en concreto. Yo siempre he trabajado en proyectos con los que creía que iba a profundizar en asuntos que me interesan. El tiempo de preparación e investigación es siempre fascinante. Después, se trata de convertir todo ese material en algo parecido al arte. Tengo la impresión de que los novelistas y los pintores siguen un proceso parecido.
Padres e hijos
P. ¿Y qué le interesaba investigar en Tetro?
R. Todo surge de la experiencia con mi anterior película. En Youth Without Youth profundicé en los meandros de la conciencia, del sujeto. La pregunta que me hice entonces refleja la dificultad de retratar la realidad ya que su percepción está delimitada por nuestra subjetividad. Es un asunto muy peliagudo. De esta manera, los opuestos se pueden convertir en la misma cosa. Son lo mismo la luz y la oscuridad o el arriba y el abajo. Después de una película eminentemente intelectual, quería rodar otra conectada con las emociones. Quise regresar a mi infancia y adolescencia. Sentí la necesidad de bucear en mis sentimientos y recuerdos.
P. El planteamiento de Tetro es un clásico: el enfrentamiento generacional. Freud hablaba de “matar al padre”.
R. Es un asunto antiquísimo. En la Biblia tenemos la historia de Caín y Abel. Y los griegos inventaron el mito del parricidio. Ahí tenemos a Edipo. También es una costumbre de los animales. Los simios no consiguen copular hasta que no matan a su padre, que acapara todas las féminas de la familia hasta su muerte. Además, es un tabú. Nadie dirá jamás en público que quiere matar a su padre, simbólicamente la figura del padre se concibe como buena. El problema es que muchos padres no entienden el proceso natural de los hijos, uno los cría, se sacrifica por ellos y después debe permitir que se vayan y hagan su vida. Si esos niños han sido infelices, lo más probable es que funden familias infelices.
P. ¿Usted tuvo una familia infeliz?
R. No. Lo que he trasladado a la historia es cómo me sentía en aquella época en la que no entendía nada. Se trata de una emoción.Y de cosas que he visto en otras familias. Algunas, claro está, en la mía propia.
Artista en ciernes
Tetro, efectivamente, habla de la familia aunque lo haga de un forma un tanto tortuosa. El protagonista es Vincent Gallo, famoso por haber sido modelo de Calvin Klein y por haber dirigido una película tan arquetípicamente “indie” como Buffallo 66. Gallo interpreta al Tetro del título, un treintañero de origen estadounidense que vive en Buenos Aires con su mujer, Maribel Verdú, y el bebé que comparten. Tetro es un personaje huraño y taciturno que oculta a todo el mundo, incluido a su amantísima esposa, su pasado. Todo cambia cuando hace su aparición Bennie (Alden Ehrenreich), un hermano al que el protagonista dejó atrás en su Nueva York natal y cuya reaparición será clave para que Tetro se enfrente, por fin, a sus orígenes familiares, a su identidad y a su melancolía. Al final de la trama, la aparición de Carmen Maura en un papel delirante, Alone, una crítica literaria y dama de la alta sociedad, termina de rubricar la importante presencia española sin contar, claro está, la producción a cargo de la compañía de Gerardo Herrero.
Como el Retrato de un artista adolescente de Joyce, Tetro explora la mentalidad del artista en ciernes. Es una película sobre la dificultad de creer en uno mismo en este terreno y de la dureza que conlleva el peso añadido de no contar con el apoyo paterno. Para algunos, como publica Cahiers du Cinéma, "las muchas debilidades de Tetro son el reflejo de esa segunda división a la que el cineasta se ha desplazado voluntariamente". Para otros, como escribe la exquista The Village Voice, "la película exhuda entusiasmo y amor por el cine, es una joya".
Los problemas de la crítica
P. ¿Le han disgustado las críticas negativas que ha recibido Tetro?
R. Lo que me asombró fue la capacidad de manipulación de la prensa. El pase en Cannes fue un éxito absoluto, una de mis mejores experiencias con el público. Había gente que llevaba tres días esperando para entrar en el cine. Y cuando terminó la proyección, hubo una ovación de 12 minutos. Yo estaba allí y vi cómo gente muy distinta se emocionaba de la misma manera. Pero al día siguiente, cuando leí los periódicos, muchos de ellos hablaron de fracaso. No puedo entenderlo.
P. Al margen de esa reacción del público, es indiscutible que muchos críticos le han puesto pegas.
R.Tetro es una película intensa y verdadera que habla sobre sentimientos fuertes y profundos. Es una película hermosa que no está realizada para ganar dinero. Me esperaba que fuera acogida con división de opiniones. Hay un establishment de la crítica que sólo responde cuando les das productos conocidos, que se repiten unos a otros. Por ejemplo, estoy harto de leer que el debutante Alden Ehrenreich es el nuevo Leonardo DiCaprio. ¡él no es el nuevo DiCaprio ni falta que hace! Recuerdo que cuando Leonardo comenzó a hacer películas todo el mundo hablaba de que era el nuevo Montgomery Clift. Me parece un insulto hablar de los actores de esta manera. La pregunta esencial sobre Tetro es qué lugar ocupará dentro de cien años, y estoy seguro de que pervivirá. Todo esto me recuerda a lo que sucedió con filmes como Slumdog Millionaire o Quemar después de leer. Al principio nadie les hizo ni caso, y el tiempo ya se está encargando de ponerlas en el lugar de honor que se merecen.
P. Usted dice que Tetro no es autobiográfica, sin embargo, hay equivalencias. Su padre, Carmine, también era músico.
R. Sí, pero él jamás me cortó las alas para que yo fuera artista. Mi padre era un buen hombre que se casó muy pronto y tuvo hijos enseguida por lo que de muy joven ya tenía que cargar con el peso de sacar adelante a una familia. No era un hombre miserable ni frustrado pero sí le costó muchos años triunfar, lo que le hizo sufrir.
De hecho, Carmine no sólo no le cortó las alas a Francis sino que debe sus éxitos a su hijo. Fue en 1974, con motivo de El Padrino II, cuando el compositor obtuvo, por fin, el reconocimiento masivo y ganó un Oscar por su inolvidable partitura, compuesta junto a Nino Rota.
Superar la infancia
P. La relación entre Tetro y su hermano es una de las claves fundamentales del filme.
R. El hermano pequeño idealiza al mayor. Eso sucede con mucha frecuencia. Para el más joven, su hermano escritor no es un fracasado como opina su padre sino un héroe. Él arrastra un fuerte sentimiento de abandono porque Tetro se marcha de casa cuando tiene 13 años y no lo ha vuelto a ver en cinco años. Víctima de un padre distante, ese hermano mayor era como un padre para él por lo que el trauma es mayor. El problema de Tetro es que está demasiado obsesionado con su propia desgracia
y no tiene tiempo para darse cuenta de que hay vida más allá de sí mismo.
P. En la película vemos las secuelas terroríficas de tener a unos malos padres. ¿Tiene algún consejo?
R. Recuerdo a Sofia de ñiña, era muy original y divertida. Desbordaba creatividad. Siempre le decíamos que era una niña estupenda y al final terminó por creérselo. El tiempo nos ha dado la razón y hoy es una gran artista. Cuando un padre le dice a su hijo que va a ser un fracasado, que no va a conseguir nada en la vida, está comprando todas las papeletas para que suceda de esa manera. Hay que tener mucho valor y mucho coraje para superar algo así. Los padres estamos obligados a sentirnos orgullosos de nuestros hijos. Lo demás no tiene sentido.
Rodada en blanco y negro cuando se refleja el tiempo presente y en color cuando se trata del pasado, Tetro recuerda a ratos al cine de Pedro Almodóvar en su densidad poética. Imágenes de los bailes de la tullida Coppelia, protagonista de la película de Offenbach Los cuentos de Hoffmann, aderezan un filme singular que debe ser visto con los ojos del corazón antes que con los de la cabeza.