Dino de Laurentiis, caníbal del cine
La filmografía del productor se ofrece como un mapa fiel de las derivas del cine comercial de la segunda mitad del siglo XX
11 noviembre, 2010 01:00Dino de Laurentiis
Pocos productores como Dino de Laurentiis han simbolizado la figura del productor cinematográfico total, un verdadero caníbal del arte cinematográfico que antepuso siempre su pasión por el cine a su sensatez empresarial. Su carrera pasó por todas las fases posibles en un productor que se arruina y se enriquece una y otra vez, y su filmografía se ofrece como un mapa bastante fiel de las derivas estéticas y temáticas del cine comercial de la segunda mitad del siglo XX. Tal fue su adscripción a la imagen típica del productor cinematográfico que incluso estuvo casado durante nueve años con una de las grandes divas europeas de la interpretación, la gran Silvana Mangano, con quien tuvo tres hijas y un hijo.Dino de Laurentis abandonó su hogar con apenas 17 años, determinado a ser un gran director. Produjo su primera película con veinte años, L'Amore canta (1941, Ferdinando Maria Poggioli), si bien su dedicación al cine se vio interrumpida por la Segunda Guerra Mundial, donde combatió en las filas italianas. Al terminar la contienda, bajo el fervor del recién nacido Neorrealismo, abandonó los sueños de cineasta para dedicarse en pleno a la producción. En los años cincuenta, junto a Carlo Ponti, llevó el cine italiano a nuevas cotas de calidad y reconocimiento financiando algunas películas emblema del cine moderno, como La Strada y Las noches de Cabiria, ambas de Federico Fellini. En los años sesenta se apuntó excentricidades de culto como Barbarella (1968, Roger Vadim) o piezas de prestigio como El extranjero (1967), de Luchino Vistonti. En las décadas de los setenta y ochenta, contagiado por la megalomanía consumista de los tiempos, abrió sus horizontes y se vio envuelto en superproducciones internacionales, la mayoría con resultados desastrosos. Los estrepitosos fracasos de taquilla de grandes producciones como Huracán (1979, Jan Troell), Flash Gordon (Mike Hodges, 1984) o el olvidable remake de King Kong (1986, John Guillermin), película con la que realmente se dio a conocer en Estados Unidos, le ganaron una dudosa reputación en la industria, donde algunos críticos se referían a él como "Dino de Horrendus".
Con un dudoso gusto por lo excéntrico y un alto sentido del riesgo comercial, Dino de Laurentiis se merece sin embargo mayor respeto del que probablemente se ha ganado en la historia del cine. Entre su filmografía, con casi doscientos títulos, por ejemplo, se cuentan obras maestras como Terciopelo azul, de David Lynch (a quien también financió la delirante y fallida Dune); el gran éxito Ragtime (1981), de Milos Forman; el drama policíaco de Sydney Lumet Serpico (1973), que dio a conocer las habilidades interpretativas de Al Pacino; Buffalo Bill (1976), de Robert Altman; La zona muerta (1983), de David Cronenberg. Entre sus últimas producciones se cuentan las películas en torno al canibal más famoso de la pantalla: Hannibal (Ridley Scott, 2001), El dragón rojo (Brett Ratner, 2002) y Hannibal, el origen del mal (Peter Weber, 2007).