Cine

Los culpables de la crisis

El documental Inside Job pone nombres y apellidos a los responsables del colapso financiero

25 marzo, 2011 01:00

Henry Paulson, Ben Bernanke y Timothy Geithner en Inside Job.

Tras su exitoso paso por festivales y después de haber obtenido el Oscar al mejor documental, llega hoy a nuestras salas la primera película que expone la terrible verdad del desastre económico de 2008 en Wall Street. Inside Job, de Charles Ferguson, analiza las causas y los efectos, y pone en la picota a varios de los responsables directos del colapso bursátil y la bancarrota nacional, desde banqueros a analistas pasando por políticos y académicos. Ninguno ha sido procesado y todos son millonarios.

Ni Piraña 3D, ni Scream 4, ni Monsters. La película más terrorífica del año es Inside Job, el gran filme sobre la debacle financiera de 2008 que se originó en Estados Unidos y se propagó al resto del planeta. Su director, Charles Ferguson, viajó antes al corazón del terror iraquí con la escalofriante No End in Sight (2007), documental que también fue nominado al Oscar. Con Inside Job, este documentalista doctorado en Políticas Sociales ha vuelto a poner en evidencia que acaso el gran periodismo de investigación se lidia en la gran pantalla y no en los grandes rotativos. Con el efecto que han producido películas como Una verdad incómoda en torno a los desastres medioambientales, y ahora Inside Job, el documental cinematográfico emerge como gran agente de transformación social y de acusación pública. "El periodismo se está encogiendo porque está bajo mucha presión -afirma Ferguson-. El documental está tomando el relevo y espero que su influencia sea en el futuro todavía más prominente".

Básicamente, Inside Job -expresión anglosajona para designar un trabajo de sabotaje interno- revela con ayuda de entrevistas, gráficos y un texto explicativo (narrado por el actor Matt Damon), cómo el fraude a larga escala se convirtió en el corazón del sistema financiero a partir de los años ochenta, producto de la combinación de una avaricia desbocada, la salvaje desregulación política y la total dejadez del sistema legislativo. Un repaso cronológico y un ágil montaje de bustos parlantes -políticos, expertos financieros y periodistas- va desembrollando el embrollo de las hipotecas ‘sub-prime', la politización económica, los derivados financieros, la explotación multinacional y las incontroladas valoraciones crediticias que hicieron de la economía americana, durante casi tres décadas, un monstruoso casino de crecimiento insostenible... Hasta que la fiesta terminó abruptamente con el colapso de Wall Street y la bancarrota de colosos como Lehman Brothers y AIG. ¿Cómo pudo ocurrir? ¿Fue una anomalía del sistema o existen responsables con nombres y apellidos? Esa es la gran cuestión a la que se propomne dar respuesta Inside Job.

Aparte de inspirar temor, la película apela a la ira del espectador. Sabíamos que unos malhechores con traje se enriquecieron mientras 30 millones de personas en el mundo lo perdían todo: sus casas, sus trabajos, su identidad, su futuro... Inside Job se atreve a poner los puntos sobre las íes identificando a los bribones (muchos de los cuales declinaron ser entrevistados para la película), aniquilando de paso la perversa idea de que todos somos responsables del cataclismo. "La crisis no ha sido un desastre natural -dice Ferguson-. Ha sido algo provocado por gente muy concreta y pudo haberse evitado. Esa gente debe pagar por ello". Sin embargo, como explica el filme y se encargó Ferguson de recordar en el Kodak Theatre cuando recogió el Oscar, nadie de momento ha entrado en prisión por lo ocurrido, "a pesar de que el fraude ha causado pérdidas de miles de millones de dólares".

Alto y claro
Aparte de su sentido de la oportunidad, la gran virtud del filme es el modo en que Ferguson logra exponer con meridiana claridad una materia tan densa, sin perderse en tecnicismos o en laberintos económicos abstractos. "Queríamos hacer una película interesante y accesible para todo el mundo, y por eso hemos trabajado mucho el texto, y hemos incorporado una buena fotografía, imágenes atractivas, gran música y un ritmo que no pierde intensidad". Inside Job se ajusta a los cánones del periodismo más inteligente y conciso, aquel que constituye un acto de ciudadanía responsable. Es riguroso, pero no evita las partes más escabrosas, como la adicción de los ejecutivos de Wall Street a la cocaína y a la prostitución, con testimonios de Kristin Davis, la "madame" del prostíbulo más visitado entre inversores y banqueros. Un capítulo que puede parecer fuera de contexto, pero que Ferguson justifica porque es un claro síntoma de la "desconexión de los ejecutivos respecto al resto de la sociedad", esa sensación de impunidad que les fue invadiendo porque "nadie les decía que estaban yendo demasiado lejos...".

El filme relata cómo se formó y evolucionó la cultura de Wall Sreet a partir de la era Rea- gan, espoleada por la desregulación acelerada de la era Clinton, y de qué modo se estrecharon los lazos entre Wall Street y Washington, es decir, entre el dinero corporativo y los centros de poder político, con expertos como Alan Greenspan, Henry Paulson, Ben Bernanke y Timothy Geithner ejerciendo de bisagras. Ninguno de estos accedió a ser entrevistado para la película, pero eso no impide que Ferguson acorrale con sus insidiosas preguntas a toda una serie de personajes que tuvieron una participación directa en las decisiones más inmorales del proceso. "Es extraordinario cómo tan poca gente pudo haber causado daños económicos tan increíbles y tanto sufrimiento no sólo a un país, sino al mundo entero", se asombra Ferguson. Algunos de ellos, como el consejero económico jefe en el Gobierno de Bush, Glen Hubbard, decide dar por terminada la entrevista cuando Ferguson logra ponerle contra las cuerdas. "Ha sido una estupidez recibirle. Tiene usted tres minutos más y se acabó", dice visiblemente enojado.

Expertos ignorados
No todo son villanos en el desfile de testimonios. También hay espacio en Inside Job para aquellos que, al contrario de la creencia general, fueron críticos con el sistema y alertaron de sus consecuencias a lo largo de los años de la opulencia. El experto financiero Raghuram Rajan, del Fondo Monetario Internacional, o el defensor del consumidor Robert Gnaizda, por ejemplo, anunciaron en 2005 el desastre que se avecinaba, redactaron sendos informes al respecto y alertaron a la Casa Blanca de ello, pero fueron absolutamente ignorados.

En este mercado de intereses, el filme denuncia la complicidad del círculo académico con las prácticas neoliberales. La corrupción se extendió a los despachos universitarios, pues aparentemente bancos y políticos pagaban remuneraciones de seis cifras (y algunos lo reconocen) a los académicos más respetados para escribir "análisis favorables" de la salud crediticia de los bancos. El director del Departamento de Económicas de la Universidad de Harvard, John Campbell, afirma en la película sin ruborizarse que ese tipo de retribuciones (que suman 5.000 millones de dólares) son completamente "irrelevantes".

Del mismo modo, en Wall Street, los informes y publicaciones de agencias cuya función era tasar los productos financieros eran pagados por las instituciones que vendían esos mismos productos. Un chiste de mal gusto si las consecuencias no hubieran sido tan nefastas. El prólogo de la película se centra en el caso particular de Islandia -"podría haber hecho otra película sólo dedicada a su situación", asegura el director-, un país cuya bancarrota declarada en octubre de 2008 emerge como perfecto microcosmos de todo lo que ha ido mal en el sistema económico de Estados Unidos.

"Las industrias financieras de otras naciones, como Canadá, y países europeos y asiáticos, no se han comportado de este modo, tenían una regulación apropiada", sostiene Ferguson. El epílogo de Inside Job señala cómo nada ha cambiado de momento bajo el mandato presidencial de Barak Obama, cómo hasta los mismos asesores políticos de la crisis ocupan los mismos puestos. Y añade una certeza que casi lo dice todo: por primera vez en la historia, el americano medio tiene ahora unos niveles de educación y de prosperidad más bajos que sus padres. "Es evidente que este sistema ha fallado -concluye Ferguson-. No soy anticapitalista, pero estoy en contra de la criminalidad a gran escala. Y si por estar en contra de gigantescos fraudes soy de izquierdas, pues que así sea".

Glenn Hubbard

Consejero económico jefe en el Gobierno de George Bush Jr.

Amasó una fortuna asesorando a firmas financieras de carácter privado desde su puesto como asesor económico de la Casa Blanca.

John Campbell

Director del Departamento de Económicas de Harvard

Ignoró y consideró irrelevantes los habituales conflictos de intereses que practicaban los académicos convertidos en consejeros privados.

Jerome Fons

Exdirector de política crediticia de Moody's Investor Services

La agencia Moody's tasaba la garantía de créditos durante los años en que las tasaciones AAA (máxima solvencia) se multiplicaron.

Lawrence McDonald

Exvicepresidente de Valores Convertibles de Lehman Brothers

Cuando quebró, las inversiones de Lehman Bros superaban en un 4.400% su dinero tangible. McDonald era el encargado de controlar esos ratios.

Frederic Mishkin

Miembro del Consejo de Administración de la Reserva Federal (2006-08)

Poco antes del colapso de Islandia, diagnosticó que su economía era "muy fuerte" en un informe por el que cobró 125.000 dólares.

Scott Talbot

Ejecutivo de la Agencia Financial Services Roundtables

Al frente de un lobby que representa a más de cien bancos y firmas de valores, su trabajo consistía en liberar los controles de emisión de deuda.