Escenarios

Rigola cuestiona la democracia en 'Coriolano'

El título, da una lección sobre el arte de gobernar, pertenece al ciclo romano de Shakespeare

2 marzo, 2012 01:00

Joan Carreras es Coriolano en la producción dirigida por Rigola

En 'Coriolano' Shakespeare da una lección sobre el arte de gobernar. A Rigola la obra le sirve para "pensar" la democracia en nuestros días y, de paso, "regalarle" a Joan Carreras uno de sus grandes papeles.

Coriolano es una de las últimas tragedias de Shakespeare (1608). Como Tito Andrónico y Julio César, el título pertenece al ciclo romano del autor, en el que se remonta a la Roma clásica para tratar asuntos, sobre todo políticos, presentes en su época pero que él prefiere abordar con esta perspectiva histórica. Algo parecido persigue Àlex Rigola al escenificarla -él ya había llevado a escena las otras dos citadas-, pues afirma que el texto le sirve para reflexionar sobre la democracia actual. La obra se estrena el día 8 en el Lliure de Barcelona.

Coriolano es un personaje complejo, un militar con un comportamiento difícil de entender y admirar en estos tiempos de proclamas pacifistas: él es un general que regresa victorioso a Roma, un héroe que busca la gloria en sus acciones y es incapaz de esconder sus intenciones con palabrería. Su actitud altiva hacia la plebe le hace impopular y los tribunos consiguen desterrarle. Cuando vuelve a las murallas de la ciudad junto con los enemigos de Roma con el propósito de destruirla, sólo la súplica de su madre consigue detener su acción. Entonces sus aliados le acusan de traición y le matan en la plaza pública. "En Coriolano Shakespeare hace un análisis muy completo del mundo de la política, de las posibles maniobras para manipular a las masas. Él es un guerrero valiente, incapaz de hacer concesiones, que sólo ve fingimiento y manipulación en el arte de la Retórica. Es la expresión de la inutilidad del heroísmo militar y es también una reflexión sobre la justicia", explica el director.

Hay que situar al personaje para entenderlo mejor: Shakespeare ambienta la acción en el inicio de la República romana, cuando los patricios se ven obligados a hacer concesiones a los plebeyos para evitar insurrecciones civiles, algo que no complace a Coriolano.

A Rigola llevar a escena esta obra le ha hecho plantearse cuestiones de calado político más propias de filósofos e historiadores:" ¿Debe el pueblo escoger a sus gobernantes? ¿Tiene todo el mundo derecho al voto?" Y añade: "Nuestra democracia no avanza. Lo que llamamos opinión pública es una opinión mediática creada por la educación y los medios, ambas cosas controladas por el poder. Coriolano defiende que el pueblo no debe elegir a sus representantes. Y hoy nos sugiere que la sociedad no está satisfecha con la democracia".

Debatir sobre la democracia

Rigola no teme adaptar libremente el texto y para la puesta en escena ha creado un espacio escénico que recuerda un ágora, una plaza pública en la que lanzar estas preguntas al pueblo, o sea, al público. Explica que más que un dispositivo escenográfico, ha montado una instalación: "No situamos la obra en ningún lugar concreto, el tiempo no está presente. Lo esencial en la obra es la palabra "democracia".

El director se ha rodeado de actores "afines". En Joan Carreras ha confiado para el papel del general romano, como ya había confiado con anterioridad para otros protagonistas (fue Brick en La gata sobre el tejado de cinc). Mercè Aránega interpreta a su madre (ya trabajó con él en Largo viaje hacia la noche) y entre los seis actores más del reparto figura Marc Rodríguez , en el papel de Brutus, representante del pueblo. Artífice de cinco obras de Shakespeare, Rigola habla con fascinación de él porque "ofrece temas universales y permite interpretaciones variadas. En su teatro, la palabra es lo importante y el verso provoca una distanciación y una sinceridad fundamentales. Sus obras son tan abiertas que te permiten descubrir nuevos significados en cada lectura.