Image: Andrés Lima reinterpreta la obra de Chueca

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Música

Andrés Lima reinterpreta la obra de Chueca

19 junio, 2008 02:00

Andrés Lima dirige de Madrid a París.

La zarzuela atraviesa un momento de renovación. Tras La leyenda del beso, llega mañana al Teatro de la Zarzuela de Madrid El bateo y De Madrid a París, dos versiones del casticismo de Chueca vistos por Andrés Lima.

Si hay un compositor español que supo trasladar a la escena las costumbres, las vivencias, las maneras y la idiosincrasia de un pueblo, concretamente el madrileño, ése fue Federico Chueca, nacido, como no podía ser menos, en el foro. Lo hizo con donosura, gracia y un certero olfato descriptivo. Consiguió, a partir de unas singulares dotes de observación, retratar a toda una sociedad, a la que proporcionó una música, un modo de cantar. Madrid no poseía realmente en el último tercio del siglo XIX una música propia, una cultura de raíz popular, un sello autóctono. Casi todo venía de fuera, era importado; como tantas otras cosas en la villa y corte. Chueca adaptó sones de otras latitudes, los incorporó con toda naturalidad al acervo matritense. El chotis, una danza de origen escocés, y la mazurca, proveniente de Polonia, tomaron carta de naturaleza.

En el animado discurrir de las obras de este autor, en sus sainetes, juguetes y comedias, estas piezas se combinaban con valses y polkas -que llegaban de Viena- con aires que tenían su origen en otras regiones españolas -jotas, panaderos, seguidillas- o que habían cruzado el Atlántico -tangos, habaneras-, configurando un variado y colorista tejido que otorgaba fluidez e impulso a las tramas. Ese lenguaje vivo y fresco fue representativo de un casticismo determinante y definitorio de un género que en muchas ocasiones sentaba patrones y maneras de decir y de acentuar y que eran después recogidos por el pueblo, con lo que se producía a veces un recorrido de ida y vuelta; hasta que llegaba a difuminarse su auténtica procedencia. En 1877 Chueca entraría en contacto con Joaquín Valverde, que sería, hasta 1890, el que revestiría de ropaje técnico las obras salidas de la limpia inspiración de nuestro músico, que en la década 1880-1890 marcó un ritmo de producción muy alto, el mayor de su carrera, con obras como La canción de Lola, La Gran Vía, El año pasado por agua, Agua, azucarillos y aguardiente, Cádiz, La caza del oso, De Madrid a París o El chaleco blanco, todas triunfadoras, algunas representadas al tiempo en varios teatros.

Un músico castizo. Chueca era un músico de la calle, del barrio, un músico castizo y, en este sentido, puro, que trasegaba elementos populares y que hacía que de sus obras, apoyadas en letras de Ramos Carrión, Ricardo de la Vega o Arniches, entre otros, salieran rasgos que el pueblo incorporaba luego a su acontecer habitual, a sus costumbres y dichos. A veces se le llamó, no sin alguna razón, el Offenbach español, teniendo en cuenta la ligereza y la brillantez de sus frases.

Pedrell estableció equivocadamente en su día una comparación entre el madrileño y Wagner, que poco tienen que ver el uno con el otro. A este respecto, ironizaba Carmena y Millán: "¡Me gusta Wagner, lo que tiene es que me gusta más Chueca!" Y no podemos olvidar, de puertas para afuera, la contundente afirmación que hiciera Nietzsche, otrora gran wagneriano, que llegó a manifestar que prefería la música del compositor español a la del autor de Tristán e Isolda. Los pentagramas de Chueca llegan fácilmente al público no ya por estar bañados en lo popular o en ciertos rasgos folclóricos finamente retocados y ensamblados, sino por el empleo de un lenguaje muy cercano, claramente tonal, lleno de giros y de cadencias sencillas, sin especiales complejidades armónicas o contrapuntísticas.

Doblete con ingenio. La música de Chueca, como no podía ser menos, ha sido programada en la temporada del Teatro de la Zarzuela, que ha montado un doblete con dos de las mejores partituras del compositor, la tan conocida El bateo, estrenada en 1901, y la menos popular pero graciosísima De Madrid a París, nacida en 1889. En estas representaciones, que se inician mañana viernes, se dispone de una nueva producción ideada por el inquieto e imaginativo Andrés Lima, una de las cabezas pensantes del travieso y progresista grupo teatral Animalario.

Hay que esperar planteamientos ingeniosos en las propuestas, que se edifican a partir de sendas ediciones críticas auspiciadas por el Instituto Complutense de Ciencias Musicales y debidas al matrimonio María Encina Cortizo-Ramón Sobrino, de 1993, ya empleada hace unos años en una producción previa, y al compositor Xavier de Paz, de 2007.

Las batutas de Miguel Roa y Luis Remartínez, dos avezados zarzuelistas, presidirán las funciones. Las voces de los actores y cantantes Luis álvarez, Milagros Martín, Luis Perezagua, Luis Varela, Enric Serra, Enrique Ruiz del Portal y Pilar de la Torriente, entre otros, serán protagonistas de esta gozosa noche dedicada al mejor género chico en sus postrimerías.