Bayo desafía a los dioses
Vuelve al Real con el 'Idomeneo' que cierra su temporada
10 julio, 2008 02:00María Bayo durante un ensayo en el Teatro Real. Foto: Javier del Real
El director de escena suizo Luc Bondy y Jesús López Cobos como director musical llevarán al Teatro Real, por primera vez y para cerrar su temporada, el Idomeneo de Mozart, un montaje coproducido con la Scala de Milán y la ópera de París cuyo estreno será el próximo jueves 17 de julio. Sobre el escenario, un elenco compuesto, entre otros, por Kurt Streit, Kobie van Rensburg, Emma Bell, Iano Tamar y María Bayo. La soprano navarra ha hablado con El Cultural sobre su relación con Ilia, un papel que ha marcado su carrera profesional.
Habrá diez funciones, entre el 17 y el 27 de julio, que estarán repartidas entre dos magníficos elencos especialistas en el mundo mozartiano. El infortunado rey de Creta, que a su regreso de la guerra de Troya debe sacrificar a su hijo para aplacar la cólera de Neptuno -uno de los papeles más complejos y conmovedores del músico salzburgués, destinado al veterano Anton Raaf- lo compartirán el mencionado tenor norteamericano Kurt Streit, que ya triunfó con él en Madrid en 1996, y el surafricano Kobie van Rensburg, quien ha cosechado un enorme éxito en el Metropolitan de Nueva York con este mismo personaje.
Las voces del mito. Estarán acompañados por voces femeninas de empaque, como la británica Emma Bell y la georgiana Iano Tamar como la orgullosa princesa micénica Elettra, la hija de Agamenón, que se ha refugiado en la isla griega tras el asesinato de su madre y está enamorada de Idamante, al que darán vida dos de las más reputadas mezzosopranos del momento, la argentina Bernarda Fink y la estadounidense Joyce DiDonato. Pero el joven se siente atraído por Ilia, princesa troyana a la que Idomeneo, antes de regresar, envió a Creta junto con otros prisioneros, y cuya delicadeza se disputarán dos sopranos igualmente prestigiosas, la italiana Cinzia Forte y la navarra María Bayo, contándose además con los lujos del tenor norteamericano Charles Workman como el confidente Arbace o el bajo alemán René Pape, éste último grabado, para la voz del oráculo. Todos ellos contribuirán a brindar un final de temporada que promete ser de la máxima brillantez con esta ópera plenamente imbuida del espíritu del Sturm und Drang, en la que, al final, los hombres logran vencer a los dioses. Porque, como señala el propio director de escena: “Mientras que el mundo de la política es controvertido, la cultura del corazón es revolucionaria”.
Idomeneo constituyó un paso decisivo para Wolfgang Amadeus Mozart en el campo operístico. El éxito que alcanzó en su creación, en el Teatro de la Residencia de Múnich en 1781, venció las últimas dudas del compositor, que entonces contaba 25 años, para abandonar su Salzburgo natal y establecerse definitivamente en Viena en busca de un ambiente más abierto e internacional. Este “dramma per musica” en tres actos nació por encargo del Príncipe Elector, Carl Theodor, para la temporada de Carnaval de 1781, motivado por la buena acogida que había logrado en la capital bávara La finta giardiniera. Su gestación fue extremadamente lenta, tanto por la severa influencia de Leopold Mozart sobre el trabajo de su hijo -en un momento en que era particularmente delicada la relación entre ambos, como se desprende del conflicto entre Idomeneo e Idamante dentro de la ópera- como por las poderosas exigencias dramáticas y vocales impuestas por el joven compositor.
Como en tantas otras ocasiones, el tema ya había sido tratado anteriormente por otros autores, y el propio libretista, el abate Giambattista Varesco, se sirvió de un texto elaborado por André Danchet para André Campra en 1712. Aunque en la actualidad es uno de los títulos mozartianos más apreciados, Idomeneo cayó en el olvido hasta que fue rescatada por el Festival de Glyndebourne a mediados del pasado siglo. Hubo antes algunos intentos por recuperarla, como esa delirante -y al mismo tiempo fascinante- versión postromántica que Richard Strauss elaboró para la ópera de Viena entre 1930 y 1931, sobre un texto alemán del director de escena Lothar Wallenstein, en la que el autor bávaro se permitió incluso incluir una autocita de su ópera La Elena egipcia. Como ha señalado Stefan Kunze: “A los contemporáneos de Mozart tuvo que sorprenderles el hecho de que la música, por su construcción y la importancia de sus formaciones, se oponía frontalmente al pasado, y el que esto sucediese en relación con un género que, en gran medida, aparecía estrechamente vinculado a su época”.
“El papel de Ilia ha determinado mi vida”
Recién llegada del Festival Haendel de Halle, María Bayo vuelve al Teatro Real, su “segunda casa”, para encarnar uno de los papeles que, según la soprano, “más ha determinado mi vida”. “Mi primera Ilia fue en Londres con Sir Colin Davis, en concierto, lo cual fue muy bueno porque me permitió concentrarme en el aspecto musical y descubrir muchos matices -explica-. La debuté escénicamente en Bruselas con Philippe Herreweghe, y cuando la canté en Niza, estaba embarazada de mi hija. Yo quería ponerle un nombre mozartiano, y me decidí por Ilia. El año pasado la hice en el Liceo, en una producción muy fuerte y polémica, pero que a mí me gustó mucho, y fue donde realmente descubrí el papel. Estaba ambientado en una prisión como la de Guantánamo. Y el director de escena se conocía el recitativo a la perfección. Esta producción de Madrid va también en esa línea, dando una gran importancia al trabajo actoral”. “Al principio, parece un personaje pasivo, pero tiene mucha personalidad. Ella abre la obra con un recitativo muy dramático, en el que vemos todo su conflicto: es una prisionera y está enamorada de su enemigo. Al final, será ella quien se enfrente a los dioses, llegándose a sacrificar por su amado. Las arias son bellísimas, muy líricas, una de ellas de agradecimiento a Idomeneo por haberla acogido, y la otra es un canto a la naturaleza que casi parece barroco. Hay un aria en el Rodrigo que me recordaba mucho a ella”, declaró a El Cultural la soprano, que recientemente ha abordado su primera Condesa de Las bodas de Fígaro en Dresde y que volverá al Real la próxima temporada con The Rake’s Progress de Stravinsky, “una ópera que hace muchos guiños al siglo XVIII, pero desde una perspectiva absolutamente original. Antes voy a hacer Diálogos de Carmelitas en Oviedo y Les mamelles de Tirésias en Bilbao. Me voy a convertir en una especialista en Poulenc”. Se siente especialmente cómoda trabajando con Jesús López Cobos. “La primera vez que colaboramos juntos fue precisamente con un programa de arias de Mozart, cuando él dirigía la Orquesta de Cámara de Lausanne”, señala María Bayo, que pronto verá enriquecida su discografía con la zarzuela La Tempranica de Giménez, con Víctor Pablo Pérez y un disco de canciones de Lorenzo Palomo con Pepe Romero a la guitarra.