Sónar 2024: cuando el cabeza de cartel es el propio festival
El festival barcelonés canta victoria un año más con 154.000 asistentes y actuaciones memorables, de la lánguida elegancia de Air a la contundencia de la reina del techno Charlotte de Witte.
16 junio, 2024 22:08Este año se ha escuchado mucho que el cartel del Sónar era algo flojo, que no había nombres realmente incontestables para atraer al gran público como en ediciones anteriores. Aun así, el festival ha mantenido prácticamente la misma cifra de asistentes del año pasado: 120.000, 54.000 de ellos en Sónar de Día y 66.000 en Sónar de Noche. Porque en Sónar, uno de los eventos de música electrónica más importantes del mundo, el verdadero cabeza de cartel es el propio festival.
Además, por primera vez Sónar contabiliza también el público de OFFSónar, la programación paralela que se realiza cada año durante la misma semana del festival, aprovechando que Barcelona se convierte en un hervidero de artistas, melómanos, sellos discográficos y marcas. Este año Sónar se ha aliado con este “contrafestival”, ampliando su oferta musical diurna con cuatro tardes de baile en el Poble Espanyol. Con el público de estos eventos, la cifra total de asistentes a la “Sónar Week” asciende a 154.000.
Sónar de Día es el lugar propicio tanto para el baile como para el descubrimiento de propuestas asombrosas y debates profundos acerca del uso de la inteligencia artificial en la música. Allí pudimos ver al japonés Yousuke Yukimatsu dejar al público patidifuso con percusiones orientales y música orquestal contemporánea camuflada entre ráfagas de metralleta techno. La banda sonora perfecta para un thriller con persecuciones entre bosques de bambú.
En Project Area, donde se muestran las últimas novedades en tecnología musical y creativa, un voluntario se planta un casco con electrodos que monitorea sus emociones mientras otro asistente del festival cruza la sala a grandes zancadas engullendo un trozo de pizza y unos metros más allá un grupo de amigos ríe a carcajadas mientras pide cerveza en la barra. En Sónar el conocimiento y el hedonismo caminan de la mano.
En el auditorio Cómplex+D, la artista experimental y cantante Aïsha Devi presentó un espectáculo místico y potente que parece llegado de otro mundo, con una impactante escenografía de Emmanuel Biard. En una dirección completamente opuesta, Folamour desató en el escenario principal de la Fira de Montjuïc la apoteosis del house.
El viernes Laurent Garnier, una de las grandes estrellas del techno europeo, enloqueció al público con una sesión de temazos con mucho groove y líneas de bajo arrebatadoras. Artista habitual del festival barcelonés desde hace 30 años, al DJ francés se le vio disfrutar a los platos, bailando y entrecerrando los ojos como si estuviera en trance. Fue su manera de celebrar su vuelta al festival, después de haber tenido que cancelar su actuación del año pasado por motivos de salud.
Aunque Sónar anuncia en su cartel todos los artistas al mismo tamaño, el propio festival dio mucha importancia en sus comunicaciones a la actuación del dúo francés Air, que inauguró Sónar de Noche a las 22 horas del viernes interpretando su icónico primer álbum, Moon Safari, con motivo del 25.º aniversario de su lanzamiento. Acompañados por un baterista, Jean-Benoît Dunckel y Nicolas Godin impregnaron con su lánguida elegancia un Sónar Club (el escenario principal, con una potencia y calidad de sonido inigualables) todavía a medio llenar.
Entre el downtempo, el dream pop, el krautrock y la música francesa de los 60 y 70 de artistas como Serge Gainsbourg y la recientemente fallecida Françoise Hardy (con quien colaboraron en la canción “Jeanne”), Air repasó los temas de Moon Safari en el mismo orden del disco, más otros de su repertorio. Fue un concierto impecable, acompañado de una escenografía que simulaba el interior de una nave espacial con la estética de 2001: Una odisea del espacio. La música, más tranquila de lo habitual para Sónar de Noche (“es un concierto más propio del Primavera Sound”, opinó una asistente), y el hecho de que no hayan sacado nada nuevo desde 2012 pudieron ser los motivos por los que el escenario principal, Sónar Club, no registrara un aluvión de público.
Justo después, una actuación en las antípodas: la de Jennifer Cardini mano a mano con Haai. Las dos DJ ofrecieron una descarga poderosa de techno rápido e hiperbólico, con consignas y banderas trans y LGTB+ en las pantallas.
Una de las actuaciones más esperadas del viernes era la de Ben Böhmer, uno de los productores alemanes de mayor proyección en los últimos años. Ofreció su enfoque delicado y emotivo de la música de club, con un bombo potente y cálido marcando el ritmo a unas melodías y texturas exquisitas. Precisamente en ese contexto de elevación del espíritu presenciamos el primer conato de pelea entre dos miembros del público en los cinco años que hemos asistido al festival, aunque afortunadamente la cosa no llegó a más. Una escena rarísima en un festival que se caracteriza por un público enormemente diverso, abierto de mente y empático.
El techno melódico siguió protagonizando la noche con la aparición del dúo suizo Adriatique sobre el escenario principal, con una sesión cargada de épica. Mientras tanto, en el escenario al aire libre Sónar Pub, Kaytranada puso en juego una electrónica sensual, sincopada y cargada de soul. Uno de sus momentos más interesantes fue su remix de “Cuff It”, de Beyoncé, completamente rearmonizado.
A las 4:10 de la madrugada llegó el turno del gran chamán Richie Hawtin, el sumo sacerdote del techno duro y oscuro. Entre penumbras y sin visuales en las pantallas. Lo suyo se trata de apabullar con la música, sin necesidad de complementos. Solo su silueta negra, recortada con haces de luz desde atrás, como una figura recién salida del averno.
A continuación, ya con la claridad del alba, cerró la noche Danny Tenaglia, menos oscuro pero igual de contundente y con un lema rotundo en la pantalla: “Music is the answer”.
Si el viernes Sónar de Noche comenzó algo deslucido en lo que a afluencia de público se refiere, el sábado a la misma hora Paul Kalkbrenner demostró su poder de convocatoria. Llenazo absoluto para ver a este fenómeno de masas de la música electrónica. Fumando sin parar y con su setup habitual (mesa de mezclas de múltiples canales, caja de ritmos y módulos de efectos), fue mezclando, canal por canal, algunos de sus temas más conocidos, como “Sky and Sand”, “Revolte” o “Feed Your Head”. Esta última, construida alrededor de un sample vocal de “White Rabbit” de la legendaria banda Jefferson Airplane, cambia la armonía de la canción original, transformando este oscuro hit de la contracultura sesentera en un himno luminoso que provocó uno de los momentos más emocionantes de todo el festival.
Tras el techno ultrarrápido, estridente y machacón de Anetha, llegó el turno de su versión mejorada: la reina del techno duro Charlotte de Witte, que presentó su esperado nuevo espectáculo, titulado Overdrive. Con una de las propuestas visuales más interesantes de una edición que no ha destacado precisamente en este aspecto, la DJ belga demostró que la contundencia y la elegancia no están reñidas y que el techno febril y rabioso no tiene por qué resultar monótono.
En las últimas horas del festival, lo más interesante se ofreció al aire libre. Floating Points, nombre de guerra del DJ y productor Sam Shepherd, ofreció su enfoque intelectual de la música de baile, cargado de matices e interesantes patrones rítmicos y melódicos creados con sintetizadores modulares.
A continuación, The Martinez Brothers protagonizaron una de las actuaciones más divertidas. Este dúo de hermanos de origen latino del Bronx, residentes en el club ibicenco DC10 desde 2011, inoculó con su house festivo una dosis extra de energía en las piernas del público para seguir bailando en la recta final de la noche.
Y, por último, Kerri Chandler, el legendario DJ apodado “el Stevie Wonder del house”, obsequió a los últimos resistentes con una sorprendente sesión en la que mezcló su colección de cintas de magnetófono, demostrando su extraordinaria pericia técnica y su buen gusto musical. Acabó desenrollando las cintas y regalándoselas al público. Qué mejor manera de acabar el Sónar, el festival de “las músicas avanzadas” que siempre mira al futuro y que este año ha debatido concienzudamente acerca de la inteligencia artificial, que este bonito homenaje al legado histórico de la música de baile y de la tecnología sonora.