Teatro

Los pasos de Naharin

La Batsheva Dance Companyi

31 octubre, 1999 02:00

La Batsheva Dance Company y su director artístico, Ohad Naharin, visitan España por segunda vez con tres de las piezas más inquietantes de su repertorio, "Z/na", "Queens of Golub" y "Black Milk", que se estrenan en el Teatro Central de Sevilla (30 y 31 de octubre) y en el Teatro de Madrid (3, 4, 5 y 6 de noviembre). La compañía, fundada por la baronesa Batsheva de Rothchild en 1964, es una de las más prestigiosas y vanguardistas de Israel.

El otoño le ha regalado a Madrid unas mallas y unas zapatillas de baile. El programa "Desviaciones 99", organizado por Blanca Calvo y La Ribot; la visita de Mikhail Baryshnikov; el Festival coreográfico de Madrid, y la presencia en nuestros escenarios de la Batsheva Dance Company son sólo algunos de los actos que confirman que Madrid baila, y que lo hace como París y Londres, como Moscú o Tel Aviv.

La Batsheva Dance Company, dirigida por Ohad Naharin, es, sin duda, una de las visitas más esperadas (actuará tanto en Madrid como en Sevilla). La compañía, procedente de Tel Aviv, debe su nombre a la baronesa Batsheva de Rothschild, su fundadora, que, en 1964, se asoció con Martha Graham para llevar a cabo la iniciativa. Durante esos años, tanto Graham como Jerome Robbins o Anna Sokolov impulsaron la implantación de nuevas tendencias en la danza contemporánea israelita. En la actualidad, la Batsheva es la compañía más importante de las que actúan en Israel, un país en el que, sorprendentemente, el baile cuenta con un protagonismo inusual. Entre los grupos más relevantes a nivel internacional destacan The Bat-Dor Dance Company, The Inbal Dance Theatre (cuyo repertorio está basado en la tradición de los yemenies y otras comunidades judías), Kil-Dmama (integrada por bailarines sordos) y el Ballet de Israel.

En 1990, la Batsheva toma un nuevo rumbo al ser nombrado director artístico de la compañía el coreógrafo Ohad Naharin. Desde su debú, en 1980, que le ratifica como una de las figuras más prometedoras de la escena internacional, Naharin no ha hecho más que confirmar estos buenos augurios. Entre 1980 y 1990 colabora con algunos de los más prestigiosos profesionales de los escenarios neoyorquinos, como Maurice Béjart o Martha Graham, pero es su encuentro con Jiri Kylian, del Netherlands Dance Theatre, lo que marca el comienzo de su trayectoria internacional. A partir de este momento, ambos realizan varios trabajos para las más prestigiosas compañías del mundo como The Sydney Dance Company o Le Ballet du Gran Theâtre de Geneva. La Compañía Nacional de Danza, que dirige Nacho Duato, se encarga de presentar a Naharin al público español.

Cambio de rumbo

La primera obra que el coreógrafo estrena con la Batsheva Dance Company para el Festival de Israel, "Kyr", es una pieza osada, atrevida y sensual. En ésta, Naharin participa en la composición de la música junto al grupo de rock The Tractor’s Revenge, una práctica que pronto se convierte en costumbre como lo demuestran sus colaboraciones en las partituras de "Anaphase" (con Avi Belleli y Dan Makov) o "Z/na" (con Irvy Lider). Con "Kyr" comienza una nueva etapa para la compañía marcada por el estilo audaz de Naharin.

Una de las iniciativas más arriesgadas del coreógrafo es la creación, en 1990, de la Batsheva Ensemble, una compañía con identidad profesional propia cuyo objetivo es formar a nuevas generaciones de intérpretes, tanto israelitas como extranjeros, y cultivar talentos originales en el campo de la música, el diseño y la coreografía. Hoy, la Batsheva sigue dos líneas paralelas: una dirigida a la promoción de las creaciones de Ohad Naharin, y otra dedicada a la obra de coreógrafos invitados, como Jiri Kylian y William Forsythe. Naharin podría ser un ejemplo de creador total: participa tanto en el texto, como en el vestuario, la iluminación o el diseño del espacio escénico.
Las tres piezas que se presentan en Madrid y Sevilla, "Z/na", "Queens of Golub" y "Black Milk", muestran una constante en la obra del artista: la tensión entre lo público y lo violento, por una parte, y lo íntimo y lo secreto, por otra. "Si pudieses atrapar una de las obras de Naharin entre tus manos el tacto sería suave como el de una piedra pulida, como el de una escultura secreta. Pero si la arrojas, inmediatamente se convertirá en un arma", decía una crítica publicada en "Village Voice".

En "Z/na", el espectáculo que inauguró el Festival de Israel en 1995, texto y movimiento se combinan para mostrar la danza como la encarnación de la dolorosa existencia, de la alienación del hombre. Una fila de figuras vestidas de negro permanece inmóvil al fondo del escenario como fantasmas que nos recuerdan nuestra muerte; entra una gaita en escena, se prepara un gran baile; la fiesta comienza pero se frustra. Naharin repite: "Estoy en guerra sin querer". En el baile de Naharin no hay esperanza: una vez más el escenario se llena de luces pero la fiesta se pierde en el caos. La vida es una celebración imposible.

Uno de los principales atractivos de la segunda pieza, "Queens of Golub", creada originalmente para el Nederlands Dans Theatre, es la partitura de Arvo Part que, como es habitual en la obra del compositor, juega con la repetición de los mismos sonidos: "He descubierto que el sonido de una sola nota, cuando ésta es interpretada de forma bella, es suficiente. Compongo con materiales primitivos".

La Batsheva Dance Company crea "Black Milk", la tercera de las piezas que se presentan en España, en 1985, por encargo del Kibbutz Dance Company. La obra, con una partitura original de Paul Smadbeck y representada exclusivamente por mujeres, cuenta con un reparto excepcional en el que destacan Jesper Thirup Hansen o Yoshifumi Inao.

En los pasos de Naharin se intuye una lucha: la de un hombre que comparte su destino con su país.