Teatro

Comienza el VI Festival Internacional de humor

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24 mayo, 2000 02:00

La sala Alfil y la red de teatros de la Comunidad de Madrid acogen, desde el próximo día 30, la sexta edición del Festival Internacional de Teatro de Humor, una muestra de diversas compañías y actores de todo el mundo que utilizan el lenguaje universal de la risa para comunicarse con el público.

Se dice que el humor permite ver, a quien lo tiene y a quien lo disfruta, cosas que los demás no perciben. Con esta pretensión y la idea de sorprender al público, se presenta en el Teatro Alfil y la red de salas de la Comunidad de Madrid, el VI Festival Internacional de Teatro Humor, que comienza el próximo día 30.

Lógica sutil, sensibilidad o espejo multiplicado de la risa, el humor, que según Jardiel Poncela era indefinible, reúne hasta el 11 de junio a once compañías (Pepe Rubianes, Pepa Plana, Paul Morocco, Ridiculismus, Poca Conya, Gila, Murph, Tomás Kubínek, Clownic, Carl Hackner y Leandre) de distintos países en una propuesta más ambiciosa que en anteriores ediciones y que, como expresan los organizadores -Yllana Teatro-, "ofrece la oportunidad de ver espectáculos de calidad que sólo vienen a Madrid un día".

De esta forma, el festival se abre con Rubianes solamente, un monólogo biográfico -"muy sui generis", admite el actor- en el que además reflexiona sobre el público que durante toda la trayectoria artística ha asistido a sus espectáculos. "Siempre he sido muy ‘numerero’", explica modestamente, pero lo cierto es que sus cuatro temporadas en Barcelona y los 300.000 espectadores avalan su éxito. Para Rubianes -conocido por Ivá en Makinavaja, El crimen de la casa de Oriente, de Pedro Costa, o sus anteriores espectáculos teatrales, Rubianes: 15 años y La entrevista del milleni- "la sorpresa es la esencia del teatro de humor", un teatro basado en la simbiosis de comedia y poesía.

Comedia y poesía

Recitar poemas es la habilidad de Pepa Plana, una payasa rapsoda, perpleja, coqueta que propone un recorrido a través de la poesía universal y que "se muere por contar su vida", afirma la actriz catalana, que presenta en Madrid De Pe a Pa. "No soy humorista, pero la gente se ríe", comenta. Quizá porque el clown hace reír con su propia mirada sobre el mundo. "El payaso ayuda a ser espejo, a reflejar una cosa muy pequeña y multiplicarla por mil, a cuestionarse todo a partir de esos diminutos detalles", añade. "El payaso es un ser perplejo que se dedica a perturbar el orden bombardeando el mundo con sus preguntas impertinentes".

Pero si el humor es tan difícil de definir, tal vez sea por el cúmulo de sensaciones que provoca y la fusión de elementos que en el teatro se conjugan. De ahí que este festival no olvide a Paul Morocco, un artista stand-up que mezcla el romanticismo del circo con la comedia visual, malabares de fuego, y la música de una guitarra que suena a flamenco, a pesar de que sea inglés. Desde Irlanda del Norte llegan Ridiculismus con The Exhibitionists -Premio Tatal Theatre a la mejor producción británica del Festival Fringe de Edimburgo 98- un espectáculo caótico y surrealista que, a través de los gags de cuatro aburridos guardas jurados de una galería de arte, rompe los límites de lo demencial y absurdo con toques de humor al estilo de Mister Bean y los Monty Phyton.

Cascada de humor

Además, la compañía Poca Conya -tres actores que parecen recordar a los hermanos Marx, dirigidos por el ex Joglars Jordi Purtí- ofrece con su peculiar estilo Poca coya y punto, una fusión de los sketches más aplaudidos de tres de sus anteriores montajes, en los que se combinan ingenio y una cascada de humor inteligente que va de lo cómico a lo grotesco.

Gila participa con Suma y sigue, y Murph llega desde los Estados Unidos con la improvisación del cómico, los refinados movimientos del mimo y las dotes de un gimnasta para crear un espectáculo puro slapstick con hazañas de destreza aparentemente imposibles: Metamurphosis.

Y del humor negro y ese gesto chaplinesco del sueco Carl Hackner, hasta Clownic, con su espectáculo Manicómic, el primer montaje de Tricicle y en el que se encuentran toques de inspiración de los grandes maestros como Buster Keaton, Marceau, Jacques Lecoq, Comediants o Els Joglars. En esta línea de excepcional teatro, también se encuentra Leandre, el clown que enamora a todo el mundo, y el canadiense Tomás Kubínek -todo él es un personaje- que juega con lo absurdo y profundo. Hasta vuela. Y es que, como explica Rubianes, "en el teatro no es fácil sorprender al público".