Image: Teatro sin fingimiento

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Teatro

Teatro sin fingimiento

Távora estrena su "Don Juan"

19 julio, 2000 02:00

Salvador Tavora, director de "La cuadra" de Sevilla

Salvador Távora y su compañía La Cuadra vuelven a los ruedos, a unir la ceremonia del toreo con la liturgia del teatro. El próximo martes estrenan en Peralada la versión de salón de Don Juan en los ruedos. ópera popular de caballos y cantes, en la que intervienen los rejoneadores ángel Peralta y álvaro Montes y el torero Javier Conde, además de un elenco de 55 actores, bailaores y músicos. Pero la versión original, con lidia de toro incluida, será el 3 de agosto, en la plaza de Fuengirola.

El día 25 de julio en Peralada, toreo de salón, y el día 3 de agosto en Fuengirola, en la plaza de toros, Salvador Távora estrenará Don Juan en los ruedos. ópera popular de caballos y cantes. Primero fue Carmen, ópera de cornetas y tambores. Y ahora Don Juan... Távora se ha propuesto fundir en una sola realidad escénica dos ceremonias: la del teatro y la de la corrida. Dos liturgias y una ritualidad iconográfica que subyace, casi siempre, en el mejor teatro.
Quién iba a decirle a Max Frisch que, andando el tiempo, podía coincidir, más o menos, con un caballero rejoneador (Angel Peralta) y con un hombre de teatro (Salvador Távora) que ha hecho del flamenco, los toros y la Andalucía primigenia, una estética universalista. El arte de la seducción y la muerte: el toreo y don Juan, el toro y la conquista; el juego con el toro y la lucha con la violenta pulsión del sexo; embelleciéndolo y satisfaciéndolo que es, en suma, una forma de dominarlo. En cualquier caso, todo se resuelve en la armonía suprema: o armonía o desastre. Algo de esto apuntaba el escritor suizo, por otros caminos de los de Salvador Távora, en su obra Don Juan o el amor a la geometría: "Para el torero no se trata de conservar la vida. La victoria no se sitúa ahí; es la belleza de su juego lo que le asegura la victoria, la precisión geométrica, la ligereza del bailarín, lo que se opone al poder del toro".

Costumbrismo y caricatura

Puede que Antonin Artaud hubiera celebrado esta fusión que crea, inevitablemente, un arte de los sentidos: sensaciones límites y una estética barroca y alucinada. Y cruel. Puede. Nada tiene que ver aquí teatro con fingimiento. Cuando la corrida ha querido identificarse con el teatro, ha sido por la vía del costumbrismo o por el camino caricaturesco de la simulación. Le ha faltado siempre a esta dramatización una profundización en la naturaleza de la corrida y en la naturaleza del teatro: un acto de creación para eludir la muerte, aquélla; un acto de recreación artística para modificar la realidad, éste. "Son dos planos distintos que se funden: una corrida y una historia de seducción en el marco del teatro. Los toros engrandeciendo el teatro. Don Juan es una historia de seducción, de juego y de emoción, como lo es la corrida. Aquí no se representa nada, se vive la corrida como un auténtico ritual. Y eso es el teatro. O a la inversa, Don Juan en el marco de una corrida", explica el director.
Salvador Távora trata de entroncar con el sentido lúdico y sacrificial que está en los orígenes del teatro: el sacrificio, el tumulto popular, la celebración en honor de un dios. Superada la filiación morisca y estrictamente caballeresca de los toros, hay investigadores que reivindican para la corrida ese antiguo y lejanísimo sentido ceremonial. Este ensamblaje es el que Salvador Távora viene buscando desde hace tiempo y cuyo punto exacto parece haber encontrado en el Don Juan y su juego de muerte: marginalidad y descreimiento libertario.

Culminación de un trabajo


"Llegar a esta ópera de caballos y de cantes no es accidental. Es la culminación, o acaso el inicio de un largo y fecundo trabajo de síntesis, de asimilación y fusión de las dos artes. Que no se entienda mal esta posible identidad de toros y teatro: el teatro participa del sentido trágico-lúdico de los toros; pero los toros no son, necesariamente, teatro, no tienen, o no deben tener nada de teatro en el sentido peyorativo y simulador del término. Es más, sabemos que el teatro como simulación conduce a la falsedad". Aquí sale el toro de verdad, las mujeres van a los toros de verdad. Y el torero, a caballo o a pie, conquista a la mujer con la muerte del toro, con el juego de la muerte.

La experiencia de Carmen ha marcado decisivamente esta experiencia dramático-taurina de La Cuadra, una corrida andaluza a la usanza del siglo XIX. Don Juan es a la vez la médula y el pretexto de este espectáculo. Médula por la esencialidad del juego de la seducción; pretexto en la medida en que la letra y el tratamiento literario del seductor desaparecen.

Las mujeres acaban comprendiendo que el elemento verdaderamente represor no es el espejismo machista del conquistador, sino la presencia activa de los poderes reglamentados y codificados: el civil, el militar y el eclesiástico. "Por eso Jacobo Cortines, en su Hipótesis de una elección: Juan Tenorio, me lo sitúa en Sevilla-Lebrija, lugar de caballistas. Le despoja de los significados morales de cada época y de los personajes sociales e históricos que lo rodean, lo abstrae. Y aparece Don Juan en la soledad de los ruedos como un héroe, un rebelde de ayer, hoy y mañana".

Puede que sólo Salvador Távora y su legendario grupo La Cuadra sean capaces de intentar una empresa que refunda las complicidades del drama, la tragedia, los toros, el flamenco y sus raíces populares. Antes que hombre de teatro fue torero y salió a hombros -festival o novillada, no lo sé- por la Puerta Príncipe. Su nombre figura en letras de oro en el Gran Libro de la Maestranza. Contempló la muerte muy de cerca en Palma de Mallorca, una tarde del verano de 1964 cuando murió el rejoneador Salvador Guardiola. Távora iba de auxiliar con el infortunado caballero. Colgó el vestido de torear, pero la muerte se le quedó por dentro.

Toros, muerte, caballistas, flamenco, coplas, donjuanes. Existe el peligro de una identificación con el folclore rancio, con la España cañí, con el señoritismo del latifundio y la garrocha. "Si alguien percibe el flamenco, la muerte y la rebeldía de esa manera tópica, no sólo sería inexacto, sería injusto. Tiene de folclore la parte más noble de éste: la profundización en la cultura popular, la manifestación, a través del teatro y de la plástica, de unas cuantas preguntas que el hombre tiene sin resolver. Cuando se tienen todos estos antecedentes de la experiencia de la muerte, de la experiencia del toro, del flamenco y del teatro, no es posible la trivialización".

En cualquier caso, Távora es no sólo el de Carmen y el de Don Juan, es el hombre que hizo posible La Cuadra, un hito de los primeros setenta. Y con La Cuadra, títulos que han recorrido el mundo proyectando su sombra de rigor y de prestigio: Quejío, que fue el buque insignia de su estética, Nanas de espinas, Los palos, Andalucía amarga, Las bacantes...

Liturgia de los sentidos

En todos estos espectáculos hay una apuesta, un desafío y la consolidación de una estética peculiar, que sólo se concibe a partir de una historia popular y de una liturgia de los sentidos. Todo esto es lo que Távora ha querido llevar a su Don Juan. Una apuesta por la modernidad llena de contenido, por la tradición abierta y, naturalmente, por los supuestos estéticos y éticos de La Cuadra. Acaso por eso están en el proyecto el rejoneador ángel Peralta, un maestro de más de setenta años, que aún cabalga: "a él está encomendado el primer Don Juan y las exhibiciones ecuestres de salón, en Peralada; la parte real del rejoneo, correrá a cargo de un rejoneador muy joven que es ya más que una promesa, álvaro Montes". Otro Don Juan, de a pie, será el torero Javier Conde, "agitanado y frágil, romántico y solemne", como requiere la función. Y en la organización de la parte taurina, Paco Dorado, empresario y apoderado, un personaje en la más pura insurgencia taurómaca.

Al espectáculo se suman otros 55 artistas más, entre actores, bailarines y la banda de músicos, que interpretará obras de Granados, Chueca, Ravel y Mozart, entre otros.

Dos versiones del "Don Juan"

Salvador Távora ha concebido dos versiones distintas de Don Juan en los ruedos. Por un lado, la original que tiene lugar en plazas de toros y que representará en Fuengirola (3 de agosto), Ronda (11) y Sevilla (8 de septiembre). Por otro, la de salón, que será la que se vea en Peralada, en el nuevo recinto de la Granja del Castillo, y que exige modificar el teatro en el que vaya a escenificarse, ya que es necesario un ruedo con arena para la actuación de los siete caballos de alta escuela que intervienen. Esta versión permite a la Cuadra, como ya ocurrió con la ópera Carmen, girar el espectáculo fuera de España, donde no hay plazas de toros. Y también actuar en Cataluña, donde la administración autonómica prohibió al grupo la lidia del toro en Carmen. Tras querellarse el grupo por la decisión administrativa, el juez falló en contra de la compañía, fallo que el grupo ha recurrido.