Image: Sangre sin concesiones

Image: Sangre sin concesiones

Teatro

Sangre sin concesiones

Alex Rigola estrena un moderno "Titus" en el teatro Lliure

11 abril, 2001 02:00

A pesar de las polémicas con las administraciones públicas, de la dimisión de Josep Montanyés y con una programación para la próxima temporada aún sin desvelar, el Teatre Lliure intenta no tambalearse y mantiene su ritmo de estrenos. Buena prueba de ello es el Titus de álex Rigola, que llega a su escenario el próximo 18 de abril. La compañía Kronos y el joven director catalán rescatan una de las obras más violentas de Shakespeare con un montaje que quiere destacar la actualidad del texto clásico. Con unos actores jóvenes y una escenografía que acentúa esta modernidad, Titus levanta el agitado telón del Lliure con un drama sobre las disputas por el poder y venganzas... extrapolables a la rabiosa actualidad.

"Si Tito Andrónico hubiera tenido seis actos, William Shakespeare hubiera arremetido contra los espectadores de las primeras filas, y los habría matado con certeros tormentos atroces. Efectivamente, excepto Lucio, no queda vivo en escena ni un solo personaje. Antes de que se alce el telón del primer acto ya han muerto veintidós hijos de Tito. Y a partir de aquí, la sangre corre sin tregua, hasta la matanza general del quinto acto. En esta tragedia hay treinta y cinco cadáveres, sin contar a los soldados, los siervos y los personajes secundarios. Al menos diez grandes asesinatos son cometidos frente a los espectadores. Añadid la violación, el canibalismo y la tortura y la novela negra americana parecerá una inofensiva historia idílica comparada a este drama clásico del Renacimiento". Con estas célebres palabras definió irremisiblemente el crítico Jan Kott en su estudio Shakespeare nuestro contemporáneo, (Varsovia, 1961), lo cruento de Tito Andrónico, el cuarto texto dramático de su autor.

Cuatro siglos después de su escritura, el joven director teatral álex Rigola y la compañía Kronos Teatre también han acabado seducidos por la sangrienta obra de Shakespeare, que desde la próxima semana estrenan en el escenario del Lliure después de presentarlo, y con un éxito notable, en la pasada edición del Festival Grec.

El otro Tito

Ahora, aquella puesta en escena, con pequeños cambios en el reparto, llega a la sala de Gracia del últimamente polémico teatro con la virulencia del texto original y la contemporaneidad de la mirada de su joven director. Sin embargo, es inevitable el recuerdo de un Tito Andrónico anterior entre esas mismas cuatro paredes: el que Fabià Puigserver dirigiera, apenas empezada la singladura de la sala, con un reparto extremadamente joven que contaba con nombres hoy tan consolidados como Carlota Soldevila, Inma Colomer, Anna Lizzaran, Lluis Homar o Domènech Reixach -el actual director del Teatre Nacional de Catalunya-. El montaje de Puigserver supuso en su momento un importante acercamiento escénico a los dramas de Shakespeare en un país, el nuestro, en el que la formación del actor era todavía muy deficitaria en ese sentido. Probablemente hoy resultara ingenuo aquel montaje de Puigserver. álex Rigola hace memoria y desvela paralelismos entre los dos montajes: "Yo tenía diez años cuando se estrenó, y no lo vi. Y aunque hubiera ido al estreno, no me acordaría", explica.

Sin embargo, para el joven director hay concomitancias evidentes entre ambas propuestas: "Tal vez lo rompedor de ambos montajes sea que yo también he contado con un reparto muy, muy joven -de entre 22 y 27 años- al que, por supuesto, auguro un futuro tan brillante como el que tuvieron los de la puesta en escena del 77. Tienen una gran calidad interpretativa, que es lo que Shakespeare necesita".

Subrayar la palabra

¿Y cuáles son esos nombres a los que Rigola augura un futuro tan prometedor? La ficha artística está formada por catorce actores, entre los que destacan Josep J. Julien, Ivan Benet, Eugeni Roig -el más joven del reparto-, Jordi Collet, Jacob Torres o Xavier Ripoll. Por su parte, Rigola firma la adaptación de la obra con todo lo que eso conlleva, desde la supresión de algunas escenas y personajes hasta el jugueteo con otros pasajes del texto. El espacio desnudo, creado íntegramente por Bibiana Puigdefàbregas, está pensado para subrayar la palabra por encima de todo elemento superfluo, lo que, además, es apoyado por el diseño del vestuario, fundamental aquí por huir de lo histórico y aportar el elemento más contemporáneo.

Pero más allá de la juventud de los intérpretes, Rigola nos va descubriendo mientras habla del montaje otros paralelismos entre su versión y la de Puigserver.

"Hace muy poco he tenido acceso a su cuaderno de dirección -dice Rigola- y he descubierto que sus intenciones y las mías se parecen mucho a la hora de abordar la obra: también a él le preocupaba desnudarla de todo elemento superfluo, dejar la pura trama, suprimiendo toda la paja, darle un aire contemporáneo que el propio texto tiene, pero que algunos elementos, como el vestuario o las referencias mitológicas podrían llegar a despistar".
En el ánimo de ambos directores parece encontrase una común preocupación por las referencias a la contemporaneidad de Shakespeare. ¿Y qué es lo "contemporáneo" de Tito Andrónico, según Rigola? En sus palabras: "La temática, sin dudarlo. Toda la obra gira entorno a un eje temático, como pasa en otras tragedias shakesperianas. Si en Otelo, por ejemplo, el tema son los celos; o en Hamlet la duda insoportable, aquí el tema central es la venganza. La venganza que surge como respuesta a un impulso. Es la acción no reflexionada, los personajes obran sin pensar, y Shakespeare nos advierte: ‘Cuidado: esto es lo que pasa cuando se actúa impulsivamente’. Y nos dice también que quien tiene el poder no tiene la razón, que reflexionar a posteriori puede ser demasiado tarde".

Disputas de trono

La acción de este drama histórico nos sitúa ante el retorno de Tito Andrónico a Roma tras ganar a los godos y capturar a la reina Tamora y a sus hijos. Disputas por el trono, asesinatos por venganza y pasiones amorosas truncadas jalonan este texto en que las conspiraciones y los asesinatos truculentos alcanzan un protagonismo sin parangón en el teatro isabelino, como recordaba Kott.

Pero a Rigola le parece importante desmarcar esta tragedia de la categoría de drama histórico. "Aquí -dice el joven director- Shakespeare no contaba la historia como hace en los ‘Ricardos’ o los ‘Enriques’, sino que se propone hablar, como tan bien sabe, de la condición humana. Hay un trasunto histórico, como lo hay en las obras que más pueden relacionarse con esta -Coriolano o Julio César-, pero realmente está lejos del carácter de aquéllas". Para subrayar esta afirmación, Rigola recuerda el carácter mítico del personaje central de este drama: "No hay constatación histórica de que Tito Andrónico haya existido, salvo una pequeña referencia en la obra de Ovidio. Yo prefiero considerar a este texto un ‘tragedia romana’".

Ejercicio de iniciación

Precisamente de las tres obras denominadas "tragedias romanas" de William Shakespeare, Titus Andrónico es la más antigua. Fechada antes de 1593, forma parte de un corpus artístico que se considera la iniciación de su autor, y al que también pertenecen Enrique VI, Trabajos de amor perdidos o La comedia de los errores. Sólo cinco años más tarde empezaría la etapa de mayor brillantez de Shakespeare, la que habría de durar diez años y dar lugar a textos de tanta relevancia como Hamlet, Macbeth u Otelo.

La trilogía de las tragedias romanas se completa con Julio César (1599-1600) y Coriolano (1607-1608). De fuerte raigambre clásica, las tres tramas giran en torno a un eje trazado en función de sus personajes principales y de la soledad de los héroes, al modo de la tragedia griega. También son notables los rasgos de comedia negra que esconde Titus Andronicus bajo su apariencia de drama histórico. Tal vez es ese rasgo el que la haga tan rabiosamente contemporánea, y tal vez sea ese el motivo de que sea una de las tragedias de Shakespeare más representadas tanto en España como en el extranjero.
Sea como sea, Rigola sabe que su espectáculo levanta pasiones: "Nos sorprendió el éxito del Grec porque, aunque a nosotros nos gustara mucho el montaje, teníamos claro que el público no podía tener término medio: o les fascinaría o nos destrozarían. Pero nos planteamos jugar, no en vano en inglés la palabra ‘jugar’ y la palabra ‘obra’ son la misma -play-. No queremos recitar versos sino asumirlos, llegar a la gente al máximo, y no hacer un montaje perfecto, porque sé que no lo es, pero su imperfección hace que el conjunto sea mejor".