Image: Andrés Corchero

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Teatro

Andrés Corchero

"No quiero hacer danza para mayorías"

30 mayo, 2001 02:00

Es el abanderado de la danza butoh japonesa en nuestro país, y en cada montaje confirma su calidad de renovador del movimiento. El bailarín y coreógrafo Andrés Corchero inaugura este viernes el Sitges Teatre Internacional con el estreno de A modo de esperanza, un homenaje al poeta José ángel Valente, además de presentar con su compañía A jirones (8 de junio). Corchero explica a EL CULTURAL su particular forma de entender la danza y la relación de su trabajo con la poesía.

Su genio mezclado con su tesón a la hora de proyectar y llevar a cabo espectáculos da como resultado etapas tan fructíferas como la que Corchero atraviesa actualmente. Investigador imparable, es uno de los nombres más poderosos de la danza contemporánea en España. Aún no se ha curado de la resaca de su último estreno, Rara Avis, y ya está calentando músculos, junto a su colaborador Agustí Fernández, para Sitges.

-En sus espectáculos se aprecia la relación entre danza y literatura: Gil de Biedma, Karl Valentin, Valente… ¿Podría explicarla?
-Más que la literatura en general me interesa la poesía en particular. Creo que la poesía, como la danza, busca más sugerir que explicar. Tiene que ver con lo oriental: lo que vale es cómo se llega.

Valente en la inspiración

»Lo importante del espectáculo es lo que pase entre el espectador y los seis intérpretes. Mi primer montaje fue un homenaje a Gil de Biedma. Lo de Valentin fue una pequeña introducción de un texto suyo en un "solo". Lo de Valente tiene más fundamento: Agustí ya hizo en el Grec pasado un espectáculo sobre su obra en el que debería haber participado el autor. Su obra nos ha inspirado parte de A modo de esperanza, empezando por el título.

-Que es, además, el del primer libro de Valente.
-Sí. Todo fue un juego de casualidades. Empezamos a trabajar con la idea de la esperanza y del homenaje a Valente. Luego supimos que su primer libro publicado tenía este título. él decía que en el primer poema que escribió estaba contenida toda su poesía. Quisimos utilizar ese poema. Otra coincidencia: la fecha del estreno en el Grec es el 18 de julio, el aniversario de su muerte.

-¿Qué es lo que se han propuesto contar en A modo de esperanza?
-Tratamos de generar emociones. Trabajamos conceptos como comunicación, modernidad… Todo es muy austero.

-¿Cómo es esa relación entre público e intérprete de la que habla?
-Nuestro método de trabajo está orientado a la búsqueda de situaciones que creen una atmósfera determinada. Queremos la participación activa del espectador, que ría, que llore, que salga con la sensación de esperanza. No nos gusta ese público que viene a tumbarse en la silla. Este montaje que vamos a estrenar en Sitges es una primera aproximación tras mucho trabajo.

-¿De dónde surge ese interés por la danza butoh, y cómo evoluciona?
-Desde que empecé a estudiar teatro me interesaba la parte física del trabajo actoral. Me gustaban Grotowski o Kantor, el teatro más visual. La danza no me atraía demasiado entonces. En 1990 me fui a Japón, impresionado por la fuerza y la energía que había descubierto en la danza butoh. Estuve estudiando con los fundadores del butoh dos años. Descubrí el modo de conocer mi cuerpo como instrumento.

La danza de las tinieblas

-¿Cómo podríamos definir la danza butoh, para no iniciados?
-Desde mi punto de vista occidental lo más importante es lo que se produce entre el escenario y el que mira. Para conseguirlo, todo lo que pasa en el espectáculo debe ser auténtico. La danza butoh, en un principio, decía buscar la luz en la oscuridad de cada uno. Se denominó Ankoku Butoh, la danza de las tinieblas. Hay que atravesar la oscuridad para hallar la luz. Sucede como con el flamenco: es una descarga de energía. Tu cuerpo te lleva a la emoción.

-¿Y usted cree que esa pasión llega a su público?
-Llega si en esencia está. Las compañías tienden a modificar las cosas para hacerlas más inteligibles. Es un error. La danza no hay que entenderla. No hay que darle al público pan comido. Es otro lenguaje, no se trata de aproximarlo al teatro.

-Se habla mucho de danza-teatro...
-Todos necesitamos etiquetas. Lo difícil es quitársela. Yo nunca he llamado "danza butoh" a lo que hago, por una cuestión de respeto hacia esta manifestación artística.

-Desde hace algunos espectáculos, y en éste sobre todo, está trabajando a base de improvisaciones...
-Llevo tres espectáculos con Agustí Fernández, y hemos desarrollado un taller de improvisación. Busco un lenguaje a partir de su música, parto de una idea concreta. Unos se ponen a tocar y otros a bailar y vamos consiguiendo fragmentos que se entrelazan. Con Agustí todo sucede de manera natural, y cada vez va a más.

-Está claro que esta relación es fructífera. Dos producciones al año es un buen ritmo de trabajo.
-Este año tenía ganas de hacer un "solo". Por eso Rara Avis. El teatro Galán me propone trabajos. Otra cosa es que no hagas gira porque los programadores te dicen que lo que tú haces el público no va a entenderlo, y entonces te sientes como un adelantado a tu tiempo. No tenemos mucho apoyo, pero la gente no es tonta. No hago danza para mayorías.

-Hay profesionales que se quejan de falta de ayudas. ¿Lo comparte?
-Es muy grave que se gasten millonadas en un acto de dos días cuando las compañías tardamos un año en cobrar lo mismo como subvención para toda una temporada.