Noche de Reyes sin Shakespeare
por Adolfo Marsillach
20 febrero, 2002 01:00Adolfo Marsillach. Foto: Mercedes Rodríguez
"Vamos a hacer una cosa: yo cierro los ojos y, cuando los abro, tú ya no estás, ¿De acuerdo?" Con estas premonitorias palabras Adolfo Marsillach cerraba "Noche de Reyes sin Shakespeare", su último proyecto como autor, director y actor. Justo cuando se cumple un mes de su muerte, El Cultural publica la última escena de este texto que narra las conversaciones entre un actor acabado y una niña de doce años. La obra estará en los escenarios de la mano de su viuda Mercedes Lezcano.
-Lucía: Les diré que no es verdad, que usted no me ha hecho nada. Me creerán. Yo... yo... (A punto de llorar) Yo sólo quería conocer a un actor.
-Alberto: Acabado.
-Lucía: (Con una rabia infantil y muy femenina al mismo tiempo) ¡Usted no está acabado, no lo está! ¡Usted es el actor más grande de este país y por eso yo quería conocerlo!
-Alberto: (Irónico) Sí, el actor más grande de este país interpretando al rey Gaspar en la cabalgata de unos grandes almacenes.
-Lucía: (Tragándose las lágrimas) Estaba usted muy guapo.
-Alberto: Tú también lo estás... ahora.
(Le seca el rostro con una mano y se produce un momento "especial")
-Lucía: Todo empezó porque yo no creía en los Reyes Magos.
-Alberto: Y yo te dije que no estuvieras tan segura.
-Lucía: Pero yo insistí.
-Alberto: Hasta que te confesé que si los Reyes Magos existiesen, yo sería feliz.
-Lucía: (Después de una pausa) ¿Lo sería?
-Alberto: (Amargamente ilusionado) Claro. Les dejaría mis zapatos en la ventana del cuarto de baño para que me los llenaran de regalos.
-Lucía: ¿Y les escribiría una carta?
-Alberto: Desde luego. Con una letra muy clara, muy clara, con mayúsculas, para que no se confundieran.
-Lucía: ¿Qué les pediría?
-Alberto: ¡Tantas cosas...!: un teléfono que volviera a sonar, mi nombre de nuevo en las carteleras...Y un teatro. Un teatro para declamar como hace el bufón de Noche de Reyes de Shakespeare: "¿Qué es el amor? No está al llegar. La alegría presente tiene el reír presente. Lo que está por venir es aún oscuro. En la dilación no existe espera. Ven, por tanto, a besarme veinte veces, amada. La juventud es una tela que no dura".
(Se produce un lírico silencio)
-Lucía: (En un susurro) Es muy bonito.
-Alberto: Sí. (Sonriendo) Hay que reconocer que Shakespeare escribía con cierta soltura.
-Lucía: (Emocionada) Y lo ha dicho muy bien. ¡Maravilloso!
-Alberto: (Con fingida modestia) Gracias.
-Lucía: ¿Puedo aplaudir?
-Alberto: (Jugando) Claro, "deposita tu aplauso, como una limosna, en mi sombrero".
-Lucía: (Por la frase) ¿También de Shakespeare?
-Alberto: No, este verso es mío. Perdóname. (Lucía aplaude y Alberto le toma las manos)
-Alberto: Lucía...
-Lucía: ¿Qué?
-Alberto: (Después de una duda) Márchate. Tu madre te estará esperando.
-Lucía: Le he dicho que iba al cine con un amigo.
-Alberto: ¿Un novio?
-Lucía: Casi.
-Alberto: (Muerto de curiosidad) ¿Quién es?
-Lucía: (Encantadora) Se llama Alberto...como tú.
(Es la primera vez que le tutea. Se miran a los ojos y Alberto, instintivamente, suelta las manos de Lucía)
-Alberto: (Con no mucha convicción) Márchate.
-Lucía: (Sin decidirse) No.
-Alberto: (Más entero) Sí, márchate, por favor.
-Lucía: No sé.
-Alberto: Vamos a hacer una cosa: yo cierro los ojos y, cuando los abro, tu ya no estás. ¿De acuerdo?