Arthur Miller
Me interesa la dimensión moral de lo que escribo
8 mayo, 2002 02:00Arthur Miller. Foto: Susan Johann
Considerado como el mejor dramaturgo del siglo XX, según una encuesta realizada por el Royal National Theatre, el teatro de Arthur Miller sigue demostrando una actualidad incuestionable. La prueba es que dos obras suyas, escritas hace unos cincuenta años, han obtenido los mayores galardones teatrales de la temporada en nuestro país: Panorama desde el puente ha ganado seis premios Max, mientras Muerte de un viajante le ha dado a su actor protagonista, José Sacristán, el premio Mayte. A los seis meses de la muerte de su esposa, la fotógrafa Inge Morath, el dramaturgo norteamericano habla con El Cultural sobre sus últimos proyectos y las razones que explicarían la vigencia de su teatro
La obra de Arthur Miller ha sido representada en nuestro país escasamente. Pero hace dos temporadas se estrenaron dos producciones importantes que recientemente han obtenido varios galardones. El montaje de Panorama desde el puente, en versión de Eduardo Mendoza y dirigido por Miguel Narros, obtuvo los seis Max para los que era candidato. Y Muerte de un viajante, producido por el Centro Dramático Nacional y dirigido por Juan Carlos Pérez de la Fuente, le ha valido el premio Mayte a José Sacristán, el actor que daba vida a Willy Loman.
- Me alegro mucho de estos premios. En España siempre he sido bien recibido. Resulta significativo que Muerte de un viajante se esté representando ahora mucho más que hace años, aunque The Crucible (Las brujas de Salem) sigue siendo mi obra que más veces se ha llevado a escena.
- No sé si estará de acuerdo conmigo en considerar a Willy su personaje más complejo. ¿Para usted, cuál ha sido el actor que mejor ha representado ese papel?
- Es difícil definir a Willy como mi personaje más complejo, sea lo que fuere lo que quiera decir con ello. Respecto a quien mejor lo ha representado es difícil, tal vez, Lee Cob, pero también Dustin Hoffman o George Scott.
Las brujas... en Broadway
- Actualmente se está escenificando en Broadway The Crucible (Las brujas de Salem) con éxito de público y crítica.
- Así es y ahora mismo estamos comenzando con The Man Who had all the Luck. Por eso estoy en Nueva York.
- Se trata de dos obras con más de cincuenta años que todavía tienen algo que decir al público. ¿A qué cree que se debe su vigencia?
-Imagino que es el público quien debe responder a esa pregunta. De todas formas, las respuestas pueden ser muy variadas, dependiendo de cada uno. Sin embargo, creo que los temas que se plantean en las obras continúan sin ser resueltos o mejor dicho, sin tener una respuesta definitiva. Esa misma pregunta me la han planteado en otras ocasiones referida a Muerte de un viajante. Pues bien, en Muerte... se plantean una serie de cuestiones que pueden llegar a cada espectador de forma individual, pero en el fondo el conflicto fundamental que subyace es el de la diferencia generacional entre padres e hijos y es el mismo conflicto que se viene repitiendo en el teatro desde Edipo Rey hasta Hamlet y seguro que en el futuro seguirán apareciendo obras que vuelvan a reincidir en el mismo tema...
- Cuando vi por primera vez la obra siendo universitario me identifiqué con Happy, y ahora que soy padre me encuentro más próximo a Willy.
- Es natural, han pasado los años y usted ha evolucionado, ha cambiado. Sin duda le ocurrirá lo mismo cuando relea cualquier obra. Es algo que ocurre de forma natural. Creo que en la obra se captan las paradojas de la vida y eso hace que los espectadores se sientan como parte integrante de la obra. Ocurre lo mismo sea cual fuere el lugar donde se representa; lo mismo en España que en Estados Unidos o en China. Las preocupaciones de los seres humanos no son tan distintas de un lugar a otro. Antes le decía que Muerte de un viajante se está representando ahora en más lugares que nunca y eso se debe a que cada vez es mayor el número de personas que se identifican con Willy, mientras que cuando se estrenó eran sólo una minoría. ¿Cómo es eso?, porque los problemas laborales, las preocupaciones de la gente que puede quedarse sin trabajo de la noche a la mañana son ahora mucho más reales de lo que eran hace unos años. Además, la percepción de que el individuo carece de importancia dentro del sistema resulta cada día más palpable, más cierta.
Personaje atemporal
- Podríamos decir entonces que se trata de un personaje universal...
- ¿Qué es eso de un personaje universal? Yo no me levanto por la mañana, desayuno y me digo "voy a crear un personaje universal"... En otros casos me han dicho atemporal. Para muchos Willy tiene ahora más vigencia que en el momento del estreno. No lo sé; tal vez sea así... Como apuntaba antes, la percepción de cada espectador es fundamental para entender la obra y los personajes de una forma o de otra. Depende de cada uno. Muchas de mis obras han sido recibidas de forma muy distinta dependiendo del momento en que han sido representadas.
-Y en general, ¿está contento con las representaciones que se hacen de sus obras?
-He visto algunas representaciones que no me han gustado en absoluto, pero uno no puede hacer nada contra eso; cuando el director tiene los derechos, ya no puedes hacer nada con tu obra. Me alegra saber que en España las representaciones fueron de calidad.
Proceso de creación
- ¿Cuál es el origen, la génesis de sus obras de teatro, el proceso creativo que sigue hasta la puesta en escena?
-Um... Bueno, lo primero es encontrar un tema que me interese y sobre el que quiera escribir. Cada una de ellas ha surgido de una situación, de un acontecimiento distinto. Y, bueno, comienzo a escribir sobre ello hasta ver a dónde puedo llegar. Y si realmente veo que tiene fuerza dramática escribo mucho, muchísimo, cientos y cientos de páginas y a partir de ahí hay que limar, hay que ir eliminando lo superfluo y seleccionando los acontecimientos que mejor se adaptan al tema, a la orientación que le quiero dar a la obra, teniendo en cuenta la complejidad de los personajes, la forma y el tono y eso depende fundamentalmente de cuál será el desenlace de la obra... y por supuesto, el tempo. Y claro, luego está la emoción que sientes cuando finalmente ves a tus personajes de carne y hueso encima del escenario.
- Y por supuesto sin olvidar la estructura, como los flash-back en Muerte...
- No, no se trata tanto de flash backs. La obra ya se inicia con la propia acción. El tiempo es fundamental en esa obra. Lo que ocurre es que hay tres tiempos: el psicológico, el social y el que crea la obra en sí misma. En Muerte... se usa el pasado en el presente y eso no es exactamente un "flash-back", aunque haya quien lo entienda así. De todas formas hay otras innovaciones en esta obra.
Hijo de un emigrante austriaco de origen judío, Miller (Nueva York, 1915) despuntó a finales de los años 40 en la Norteamerica de McCarthy con Todos eran mis hijos (producida en Barcelona hace dos temporadas), que le procuró fama y éxito y lo inscribió dentro del realismo norteamericano de su tiempo. El teatro de Miller plantea los problemas del americano medio; en Todos eran mis hijos es la actividad de los que se aprovechan de la guerra; en Muerte de un viajante, el conflicto generacional y la carrera por el dinero; el macCarthismo en Las brujas de Salem, y la inmigración extranjera en Panorama desde el puente. Sin embargo, Miller plantea al público unos problemas para los que siempre ofrece una solución optimista, sus finales suelen albergar alguna esperanza en la evolución social.
- A usted se le considera un escritor realista, sin embargo la fuerza psicológica de los personajes, a la que se ha referido, resulta fundamental en sus tragedias.
- No me gusta denominarlas tragedias. En Muerte... los espectadores se ríen en algunos pasajes de la representación, y tampoco me gustan las etiquetas. Lo que yo intento plasmar en mis obras son situaciones que se producen en la vida diaria cuando nos vemos en la encrucijada de elegir entre lo correcto y lo equivocado. Me interesa mucho la dimensión moral de lo que escribo. Quiero plasmar la realidad de la vida, pero no los acontecimientos banales, sino los que tienen un verdadero peso específico. Pero al mismo tiempo la fuerza psicológica, la psique de los personajes es fundamental, esencial, porque de otra forma la obra se debilita, no puede funcionar.
Sin conciencia trágica
- ¿Cómo se adapta la estructura de la tragedia clásica a los dramas actuales?
- ésta es una pregunta a la vez interesante y misteriosa, o al menos así me resulta. Me pregunto si el tipo de sentimiento que podemos denominar trágico tiene cabida actualmente en nuestro vocabulario. No lo tengo muy claro. Tal vez porque hemos matado a demasiada gente. Creo que no se ha reflexionado sobre cómo influye la historia de la humanidad de los últimos treinta, cuarenta, cincuenta años... en la conciencia de la gente; en el sentido de que un ser humano ya no tiene mucho valor, que puede ser fácilmente desposeído y olvidado con facilidad... y consecuentemente, tampoco está muy clara la idea trágica que implica el ser humano. Después de todo Hamlet puede ser suplantado por otro príncipe, que efectivamente es así, pero él guarda esa preciosa conciencia que hemos perdido. No estoy seguro de que seamos capaces de pensar en esos términos. Ahora, mientras hablo, se me ocurre que Kennedy, para mucha gente puede haber sido ese tipo de héroe porque era joven y apuesto y para muchos irremplazable. Para mucha gente era como una estrella de cine. La tragedia se basaba poderosamente en varios elementos de la religión, ya fueran griegos o cristianos. No estoy seguro de que tengamos algo parecido ahora.
- ¿En qué ha variado su teatro desde las primeras obras hasta la actualidad?
- Bueno, ahora escribo obras más breves.
-Deseo agradecerle su amabilidad, pero antes de terminar desearía preguntarle qué recuerdo tiene de España.
-Muy agradable. Pamplona es una ciudad muy agradable, la gente es amigable, la comida excelente. No me extraña que Inge se sintiera allí como en su propia casa. En los Sanfermines hay mucha gente y el encierro es un verdadero espectáculo. Fue la primera vez que vi animales corriendo detrás de las personas y no al revés... Y también el curso que usted organizó en El Escorial, y el nivel de conocimiento de los participantes era muy alto.