Image: Ernesto Caballero y Jesús Campos cara a cara

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Teatro

Ernesto Caballero y Jesús Campos cara a cara

Dos autores que pelean por estar presentes en la carteler

14 noviembre, 2002 01:00

Caballero y Campos. Foto: M.R.

Los dos son autores y directores. Ernesto Caballero acaba de estrenar en el teatro Galileo de Madrid su décimo quinta obra, Tierra de por medio, una crónica policíaca con el tema de fondo de la especulación urbanística. Jesús Campos es uno de los invitados a la Muestra de Teatro de Autores Contemporáneos de Alicante, que se celebra del 16 al 24 de noviembre y donde tenía previsto estrenar el día 19 su último texto, Patético jinete del rock and roll, obra que, gages del oficio, ha tenido que sustituir por En tránsito.

-En los tiempos de hoy ¿no hay forma de escenificar un texto si no se lo produce uno mismo?
-Ernesto Caballero: No queda más remedio. El sector público carece de espacios de producción y exhibición para el teatro español contemporáneo; y el teatro comercial ha apostado por los éxitos de hace treinta años, o por ocupar los espacios teatrales con cuentachistes y varietés por el estilo. En cualquier caso, mi compañía no se ha creado tanto para montar mis propias obras como para apostar colectivamente por un proyecto teatral de mayor alcance.
-Jesús Campos: Es cierto que muchos de los autores que estrenamos con regularidad lo hacemos porque nos implicamos en la producción; ¿la causa? Producir conlleva riesgos, y los productores, en el intento de aminorarlos, prefieren apostar por textos que ya han sido probados en otro tiempo o en otros lugares. Y como se subvenciona igual, cuando no más, el teatro de repertorio que la nueva creación, en lógica económica, el empresario apuesta por la importación o la reposición del éxito.

-¿Puede enumerar los pasos que ha dado para llevar a escena esta obra y los principales obstáculos que ha encontrado?
-J.C: Hacer teatro es una actividad de alto riesgo. Te puede pasar de todo. Y esto es común a todo tipo de teatro, si bien la creación de nueva planta suele tener dificultades añadidas. En el caso que nos ocupa, el estreno de Patético jinete del rock and roll, ha sido un problema de reparto lo que ha impedido presentarlo en Alicante.
-E.C: Primero es la financiación. Para ello uno confía en la distribución. Los distribuidores no garantizan funciones si antes no ven el espectáculo. Este no puede ser exhibido si no existen unas garantías de distribución. Es la pescadilla que se muerde la cola. El distribuidor te sugiere que tal vez no necesita ver el resultado final si en el reparto figura algún famoso de la tele. Sin embargo los famosos de la tele ganan muchos más dinero y, ay, prestigio social, no quieren hacer teatro. Finalmente, uno solicita créditos y subvenciones y a duras penas consigue estrenar en algún inopinado lugar. Si los programadores asisten a esa representación y les gusta, deciden programarla para seis meses después. Para entonces la compañía ya está disuelta.

Inexplicable entusiasmo
-Si tantas son las dificultades, ¿qué le anima a seguir en ésto? ¿De qué vive un dramaturgo español?
-J. C: Supongo que lo hago porque me gusta jugar. ¿De qué se vive? Se vive de ser productor, director, escenógrafo; no de ser autor.
-E.C: Vivo de mis clases en la RESAD. Los alumnos me insuflan el estímulo para perseverar. De todos modos, soy el primer sorprendido por no haber perdido el entusiasmo al cabo del tiempo.

-¿Hay alguna forma de recuperar al autor para nuestro teatro?
-E.C: Soy bastante pesismista: la figura del dramaturgo está asociada a la idea de público; ésta, a su vez, a la de sociedad civil. Este esquema se está desmoronado. Ahora no existe tanto un público como un conjunto de consumidores de ocio y cultura. En este panorama el dramaturgo no pinta nada. Apelaría al sentido común. El provincianismo que ha generado el Estado de las Autonomías en materia cultural es un auténtico disparate. Sería necesario un gran pacto, pero no se va a producir.
-J.C: Hace años se nos negaba la existencia. Hoy ya se nos reconoce; incluso se repite hasta la saciedad que es necesario ayudar a la autoría española. El próximo paso será cuando los que lo dicen, además lo hagan. Es inaplazable una decisión política por parte de los poderes públicos, como poco, equivalente a la política que durante más de cincuenta años impidió representar nuestra dramaturgia.

Escribir a partir de la práctica
- ¿Influye a la hora de escribir ser también director? ¿Qué teatro le gusta?
-J.C: Siempre vi ambos oficios como la subdivisión de uno solo: hacer teatro. Yo, para expresarme necesito palabras, imágenes, tiempos... el universo escénico. Es lo que me gusta y es lo que persigo: un teatro que conmueva.
-E.C: Concibo el hecho teatral de manera global. Me resulta muy difícil esa disociación. Literalmente, mi mesa de escritorio es el escenario. No sé escribir si no es a partir de la práctica. Necesito a los actores para escribir por, para y desde ellos. Es un procedimiento que también emplea mi admirado Boadella con Joglars. Hay otros que hacen muy buen teatro en España: algunos actores como Flotats que logran trascender la interpretación "naturalosa"; excelentes directores como Pasqual, Mario Gas o Miguel Narros (lamentablemente insensibles al autor español); muchos dramaturgos desde Nieva a Belbell; y también públicos receptivos como los de Murcia o el País Vasco.

-¿Qué ha inspirado esta obra?
-E.C: La especulación del suelo es el telón de fondo de una trama policíaca. De ahí las alusiones a Crónicas de un pueblo, aquella serie del tardo franquismo. He querido, treinta años más tarde, hacer la crónica de un pueblo. Y con ello hablar de alguna que otra cosa que nos afecta directamente,suponiendo que todavía sigan afectándonos.
-J.C: Patético jinete del rock and roll surge de imaginar la convivencia de un padre y un hijo cuando la edad los ha igualado en la vejez. Puestos a ello, la obra se decanta por las adicciones.