Image: La seducción de Hamlet

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Teatro

La seducción de Hamlet

25 septiembre, 2003 02:00

George Anton es el Hamlet de Bieito

Esta semana coinciden en Barcelona dos Hamlets: Calixto Bieito presenta el día 30, en el Romea, el que estrenó en Edimburgo protagonizado por George Anton, y el Teatro Nacional de Cataluña acoge el de la compañía lituana de Nekrosius. A pesar de ser el personaje más perseguido por los actores, pocos lo han interpretado en España. Entre estos Nuria Espert, J. Luis Gómez, J. Pedro Carrión, y Lluís Homar.

¿Qué atractivos esconde el atribulado príncipe Hamlet para ser el personaje soñado por los actores? ¿Por qué es el más complejo de los que se han escrito, la gran prueba de fuego de un intérprete? ¿Es un héroe alejado de todo heroísmo o se trata de un paranoico que ve complots donde no los hay para justificar el asesinato? Con un argumento de sobra conocido, cada nueva versión de Hamlet despierta curiosidad por ver qué nueva personalidad ha adquirido su protagonista, qué faceta ignorada de su carácter se nos desvela. Ahora, en Barcelona, coinciden dos producciones de la obra de Shakespeare. Una es la que se presenta en el Teatre Nacional de Cataluña hasta el día 28, dirigida por Eimuntas Nekrosius y su compañía Meno Fortas. Tiene la particularidad de estar protagonizada por Andrius Mamontovas, cantante de rock con muchos seguidores en su país, Lituania; también una original escenografía que presenta el castillo de Elsinor, "la cárcel de Dinamarca" que dice Hamlet, en un infierno de hielo, diseñado para que gotee incesantemente sobre el escenario como evocación del fantasma del padre; el hielo como un elemento para sugerir la relación entre temperatura y emoción. Es la primera vez que se verá en nuestro país un espectáculo de Nekrosius, uno de los directores más acreditados de la escena báltica, y que con este Hamlet, estrenado hace cuatro años en el Festival Hamlet de Dinamarca, se ha ganado el respeto en Europa.

La otra producción la dirige Calixto Bieito y fue un encargo del Festival de Edimburgo que estrenó el pasado verano en la capital escocesa. Su versión ha dividido a la crítica del Reino Unido aunque de la quema se ha salvado la interpretación de George Anton, quien ya hizo con Bieito el Segismundo de La vida es sueño: "Imponente interpretación de profundidad y rabia controlada", ha dicho The Herald . No tan generoso se muestra Charles Spencer, del The Daily Telegraph: "La inteligencia penetrante y el misterio metafísico de Hamlet sólo se queda en sexo, drogas y rock and roll" y compara lo que Bieito ha hecho con lanzar un bote de pintura a un cuadro de Rembrandt o Turner.

Bieito ha situado el castillo de Elsinor en un bar nocturno por el que desfilan los personajes ataviados en cuero. Según ha confesado el propio director, su labor ha consistido en deconstruir la obra para volver a construirla y ofrecer un relato, "sobre la corrupción humana y política, pero también sobre la corrupción física", que es de lo que en su opinión trata la obra. "El problema con estos directores que diseñan Hamlet es que el texto se pierde por el camino. No hay ningún problema en reeditar y construir el trabajo de Shakespeare pero el sentido se ha perdido", apuntan en The Scotland. De esta forma, la obra, que habitualmente viene a durar de tres a cuatro horas, se ha quedado en dos. Con un reparto inglés, se exhibirá con subtítulos en catalán en el Romea de Barcelona.

Un Hamlet mujer
En la historia más reciente del teatro español no son muchas las producciones que se han hecho de Hamlet. Una de las versiones más sonadas que se recuerdan fue la que Nuria Espert protagonizó en 1960, dirigida por su marido Armando García. Cuenta en sus memorias, De aire y fuego (Ed. Aguilar) que fue una insensata idea la de hacer Hamlet. "Se organizó un escándalo de envergadura porque aceptaron muy mal que una mujer hiciera el personaje. Ana Mariscal ya se había atrevido tiempo atrás a hacer de Don Juan Tenorio y la pusieron a caldo". Cuenta la actriz que el día del estreno, en el anfiteatro Grec de Barcelona, (el espectáculo había sido concebido para escenarios naturales), el público estaba dividido y se oían aplausos y abucheos que se hicieron más frenéticos cuando ella apareció en escena.

Desde entonces, la tragedia apenas se ha representado en nuestro país por compañías profesionales. En los 80, Enric Majó hizo una versión televisada que luego llevó a las tablas en Barcelona, dirigida por Pere Planella. Más tarde, cuando José Carlos Plaza se hizo cargo del Centro Dramático Nacional, en 1989, decidió estrenarse con ella. José Luis Gómez fue el elegido para encarnar al príncipe de Dinamarca. Le arropaba un reparto de lujo con Ana Belén (Ofelia), Berta Riaza (Gertrudis), Alberto Closas(Rey ), y Chema Muñoz (Horacio). La obra duraba tres horas y media y sorprendió el famoso aforismo del monólogo que Molina Foix, autor de la versión, tradujo como "Ser o no ser, este es el dilema". Plaza subrayaba el terrible dilema insoluble en que vive el personaje: un hombre del Renacimiento, educado, universitario, con amigos letrados como Horacio, llamado a cumplir la terrible acción del asesinato.

Gómez, que también ha interpretado a Segismundo, no sabe cuál es más complejo de los dos, "pero posiblemente lo sea Hamlet, que es de una riqueza inconmensurable, porque se abordan las relaciones de él con la madre, con el padre, su tío, los cómicos, Ofelia... Cuando lo interpreté me sentí fascinado por un hombre que creo profundamente bueno, con una visión idealizada del mundo pero al mismo tiempo abrigado por la negrura de la venganza".

A Gómez le sustituyó la temporada siguiente José Pedro Carrión, un actor que ya llevaba tiempo en el equipo de Plaza y cuyo repertorio está poblado por otros Shakespeare (El mercader de Venecia, Ricardo III, Sueño de una noche de verano...). Entonces las comparaciones fueron inevitables. Se dijo que si el Hamlet de Gómez era más cerebral, en el de Carrión había más corazón. "No le podría contar todo lo que yo he aprendido con Hamlet", explica Carrión, "sobre todo el amor por la palabra. También aprendí mucho viendo a Gómez".

En opinión de Carrión, lo que hace especial a Hamlet es el ser un "hombre a caballo entre la Edad Media y el Renacimiento, lleno de recovecos, de pliegues, un personaje poliédrico que permite a cada actor distinguirse, hacer su propia versión". De los múltiples asuntos que asoman en la obra, él se queda con las escenas que se refieren al teatro y que le sirve a Shakespeare para verter sus opiniones sobre él.

Un loco proyecto
Lluís Homar ha sido el último actor en protagonizar un Hamlet en nuestro país, hace tres temporadas. Confiesa que desde que vio la obra en Stradford, en los 70, interpretada por Michael Pennington, tenía la espinita. "Ha sido el proyecto más loco de mi vida, porque no pretendía ni dirigirlo ni producirlo, pero finalmente las circunstancias me obligaron". Homar también menciona las ilimitadas posibilidades interpretativas que ofrece el papel. En su opinión, Hamlet es un hombre de acción, con una gran sensibilidad, pero que también atraviesa un conflicto de madurez. "Me atrae mucho su historia: un principito culto, educado, con unos padres felices, que de la noche a la mañana conoce el lado más amargo de la vida,que cae en una depresión, en una crisis. Porque una cosa es lo que uno espera de la vida, y otra muy distinta lo que la Providencia dicta. En Hamlet vemos que todo su saber, su preparación moral, los libros que ha leído, no le sirven para enfrentarse a la acción que fundamenta la tragedia".

La compleja escena con Ofelia
La tragedia, de cinco actos, tiene numerosas escenas que permiten lucirse a todos los actores. A Gómez le gusta el combate final con Laertes, culminación y despedida. Carrión prefiere "la que mantiene Hamlet con Ofelia, quizá porque de las 180 funciones que hice, nunca quedé satisfecho. En ella, Ofelia llega a unos extremos de amor y muerte tremendos, un personaje a la altura de Hamlet, fuerte y agresiva".

Aspecto muy discutido también es la edad que se le atribuye al personaje,entre 25 y 30 años, y que contrasta con la que realmente suelen tener los actores. José Luis Gómez lo interpretó con 49 años y Lluís Homar con 43. "Ahora es más fácil encontrar actores jóvenes formados que puedan hacerlo", dice Gómez. "Yo no hubiera hecho Hamlet a mis 30 años", señala Homar, "porque el personaje exige a un actor muy preparado"y aunque ahora le gustaría volver a interpretarlo sabe que ya es tarde. Por su parte, Carrión tiene claro que no le gusta "volver a bailar con la misma novia. Hice 180 funciones, de casi cuatro horas cada una, y me quedé en 57 kilos. Entras en escena y tienes que hacer frente a una tensión dramática de vértigo".