Más espectadores y un nivel discreto
Lo mejor del año: Análisis
27 diciembre, 2003 01:00Germán Palacios y Oscar Martínez en Art
La buena noticia del año podría ser, en buena lógica, el aumento del número de espectadores asistentes a las salas. Excelente noticia sin duda; pero estadística y, como todas las estadísticas, engañosa. Esa tendencia alcista viene dada en especial por los musicales, todos ellos franquicias de grandes éxitos en el extranjero. Los efectos de taquilla de los musicales son beneficiosos para el empresario, pero distorsionan la realidad. Y ésta es que, en líneas generales, el índice de asistencia a los teatros sigue siendo bajo. El musical del año 2003 ha sido, sin duda, Cabaret, que hizo superfamoso en el cine Liza Minelli y que, en España, se sostiene sobre las piernas y la voz de Natalia Millán, y sobre una espléndida interpretación de Asier Etxeandía y, un poco menos, de Manuel Bandera. Cats, estrenado a mediados de diciembre llegó precedido de una larga trayectoria y habrá que ver si tiene continuidad en España. Cabaret se estrenó en la sala Nuevo Alcalá antiguo cine recuperado para el teatro por Alejandro Romay, un empresario argentino curtido en luchas varias por la libertad. A la sala Nuevo Alcalá, Romay ha añadido otra más pequeña, la María Guerrero, escenario de Venezia, de Jorge Accame, que ha conmovido al público: poética de la marginalidad, putas, chulos, sueños, ilusiones perdidas, solidaridad sin esperanzas.La presencia de los argentinos en España es apabullante y gloriosa: puro talento actoral. Antes, tras el videlazo sanguinario y exterminador, venían psicoanalistas, poetas y políticos; ahora, supongo que escapan de la difícil situación económica. Nombres como Alterio, Luppi, Fraire, ya fallecido, Cristina Rota, Eduardo Recabarren llevan tiempo afincados por aquí. A ellos se han unido nombres lanzados por el cine, como Ricardo Darín que, con Oscar Martínez y Germán Palacios ha recreado con personalidad propia una obra cuyo listón habían puesto muy alto los españoles Flotats, Pou e Hipólito. Con ser extraordinarios, los tres, Oscar Martínez fue quien más elogios recibió. A los de Art los superaron Norma Aleandro en la Stella Campbell de Mi querido embustero y Miguel Angel Solá en Hoy, el diario de Adan y Eva de Mark Twain.
Recuperado de las termitas el María Guerrero, y de la máscara del tiempo que tapaba parte de sus belleza, Pérez de la Fuente ha vuelto a rendir homenaje a Buero recuperando Historia de una escalera; una escalera despojada de la losa realista; limpia, en lo que cabe, de tintes melodramáticos y saineteros. Arrabaliana otoñal desde París. Estreno junto al Sena de la obra que viene triunfando desde hace dos años en España: Carta de amor (como un suplicio chino). El CDN cerraba el año con una nueva y recatada sala en lo que fuera antes cafetería: la Sala de la Princesa. Bautismo de lujo a base de confidencias y monólogos. Imagen insólita de gentes como María Galiana, Lluís Homar, Carmen Conesa, Rossy de Palma, Pavlovski, Lina Morgan: sueños cumplidos; lo que siempre quisieron hacer y no pudieron. Y concluyendo la revisión del mito de don Juan, auspiciada e impulsada por Andrés Amorós, dos espectáculos de lo más atractivo, pese a sus insuficiencias: El burlador, de Tirso de Molina de la CNTC dirigido por Narros y la recreación por Montesinos del Tenorio de Dalí de hace más de medio siglo; eran, cuando aquella apuesta de Luis Escobar, los tiempos en que Dalí santificaba a Franco y pedía la restauración de la Inquisición. Una espléndida doña Inés, de Yolanda Ulloa, que ya se había acreditado en El Libertino, dirigida en la Abadía por Hinojosa.
Sin el impacto de anteriores espectáculos, por ejemplo El verdugo y Las bicicletas son para el verano, Luis Olmos hizo en el teatro Pavón un ingenioso enredo de Tirso: La celosa de sí misma. Animalario, basándose sobre todo en el talento actoral y la frescura de texto, llevó a La Abadía Pornografía barata; permanece el recuerdo de su sátira Alejandro y Ana. Lo que España no pudo ver del banquete de boda. Aunque su difusión ha sido muy limitada, hay que resaltar el espectáculo colosal y de espíritu cinematográfico de Bigas Luna en Sagunto: Las comedias bárbaras, de Valle.
Ecos de centenarios: Helena Pimenta (Sobre los ángeles) y Ernesto Caballero (He visto dos veces el cometa Halley) homenajearon a Alberti y José Luis Gómez recuperó su excelente Memoria de un olvido en torno a Cernuda. Y Mara Recatero y Pérez Puig se despiden del Español recordando a López Rubio con Celos del aire.
El Madrid Sur, obra predilecta de José Monleón en los pueblos de la periferia madrileña consolida, en espectadores y en madurez, su idea de convivencia y cultura mediterránea: casi 20.000 espectadores este año. Transterrados, texto de Monleón, dirigido por María Ruiz, recordó a Max Aub. El Festival de Otoño conoció una de sus mejores ediciones, sino la mejor. Algunos espectáculos memorables: La trilogía de los dragones, de Lepage; Guerra y Paz y Noches egipcias, de Piotr Fomenko; Don Juan, de Molière por la Comedie Francaise; Ricardo III, por la Lithuaniam National Drama Theatre; Julio César, del Lliure dirigida por Rigola…