Image: El verbo áureo de Micomicón

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Teatro

El verbo áureo de Micomicón

Estreno de "Todas las palabras" el 12 de febrero en Escena Contemporánea

12 febrero, 2004 01:00

Jose Luis Patiño y Jesús H. García son rey y bufón. Foto: Mercedes Rodríguez

Un rey y su bufón para explicar el sentido del mundo. La compañía Micomicón estrena el 12 de febrero en Ensayo 100 de Madrid Todas las palabras, que en esta ocasión no lleva la firma de su dramaturga Laila Ripoll sino del director Mariano Llorente.

Múltiple como un juego de espejos, hermoso como una pintura velazqueña, complejo como una columna barroca. Todas las palabras sale del cajón y crece sobre el escenario de la sala Ensayo 100 después de cuatro años silenciado por montajes como Atra Bilis, Jocoserías o Castrucho, obras que la compañía Micomicón tiene en repertorio girando por distintos teatros españoles.

Compleja, dialéctica y divertida, Todas las palabras es la primera obra de Mariano Llorente que su compañía lleva a escena. "Yo escribo desde que me acuerdo, pero mis textos no habían conseguido pasar el ‘filtro’ de Laila Ripoll y José Luis Patiño, los otros miembros de la compañía. Lo que había escrito hasta ahora no era del estilo de la formación", dice Llorente, quien ha escuchado atento los consejos de Ripoll, la "pluma" de la compañía", que en esta ocasión se encarga de la escenografía.

Texto propio
Esta formación que ya ha cumplido más de trece años en activo tiene dos líneas de trabajo: una, de puesta en escena de textos clásicos del siglo de Oro, y otra de creación de textos propios como La ciudad sitiada y Atra Bilis, de Laila Ripoll. En esta línea se inscribe Todas las palabras, obra que, sin embargo, no se ha podido desprender del lenguaje y el imaginario áureo.

"¿-Hablaremos.... de la muerte?/-De qué muerte?/-De la muerte, bufón. De la muerte sin adjetivos./-Ya estamos hablando de esa vieja promiscua y desnuda./-¿Desnuda?/ -Va sin adjetivos./-¿Promiscua?/-Se lo hace con todos./-¿Vieja?/-No hay relato en la memoria donde esa rancia no atufe". Así comienza Todas las palabras, obra que nace de la idea de que "vivimos en un mundo injusto aunque nosotros mantenemos una situación privilegiada. Hacer teatro, periodismo, etc, es un lujo. Ensayamos nuestra obra mientras la gente muere al cruzar el Estrecho", comenta el director. Y lo confirma uno de los dos personajes de la obra: "Así va el mundo, repleto de ideas, saturado de amor y colmado de pan. Un prodigio (...)".

Juego dialéctico
De esa conciencia surge una ciénaga de palabras, un juego de retórica que se establece entre un rey y su bufón. "Se trata de dos personajes muy reconocibles y emblemáticos de la literatura del siglo de Oro, un material con el que Micomicón está familiarizado y que, por otro lado, es muy español".

El juego dialéctico entre los dos personajes es el motor de esta pieza que sustituye la espectacularidad escénica por la hermosura del sustantivo y el adjetivo. Las palabras se reflejan como espejos en la boca de los personajes, que a veces se confunden con los propios actores. La teatralidad se da en la sucesión de ideas, en la antítesis de significados, en los brocados de sus ropajes y no en el movimiento escénico.

La estética barroca domina el escaso vestuario, como la concepción del texto, lleno de paradojas, juegos, preguntas... "Esa época es deliciosa y nadie mejor que Velázquez para expresarla. El texto también debe mucho a Calderón, a Lope, que son referentes muy importantes para la compañía. Esta obra carece de espectacularidad, ya que no queremos ser modernos". Sin embargo, Llorente asegura que Todas las palabras no es un texto clásico sino contemporáneo, "muy pegado a la actualidad".

Un bufón "materialístico" dialoga con su rey del amor, de la muerte, del arte... "Los dos protagonistas se pasan una hora y cuarto buscando un tema sobre el que hablar durante dos minutos. De ahí van surgiendo todas las palabras...Ese esfuerzo por nombrar las cosas es parecido al acopio de información inmenso que nos proporcionan medios como internet", finaliza Llorente.