Image: Edimburgo, dos modelos de festival

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Teatro

Edimburgo, dos modelos de festival

Presencia de Calixto Bieito en el certamen tradicional y macroferia escénica en el Fringe

29 julio, 2004 02:00

Andrómaca, de Racine, dirigida por Luk Perceval

En el mes de agosto dos festivales de naturaleza dispar se dan cita en la capital escocesa. El 15 de agosto comienza el Festival Internacional de Edimburgo en el que, como ya es costumbre, la presencia española lleva el sello de Bieito. Pero a modo de fuerte aperitivo, a partir del 8 de agosto, tiene lugar el Fringe, macroferia escénica que este año reúne más de 1.500 shows entre los que se puede encontrar de todo.

El Festival Internacional de Edimburgo nació tras la Segunda Guerra Mundial con la idea de ayudar a recomponer los lazos culturales de Europa. Desde entonces, y gracias al apoyo oficial y de instituciones privadas, ha logrado consolidar a la capital escocesa como una de las referencias estivales de la música, la ópera, la danza y el teatro. Sin embargo, es el Fringe -fundado por un grupo de artistas que se vieron marginados de la programación del primer festival oficial- el que más predicamento tiene entre los artistas y el público. La libertad con la que se organiza permite la participación de numerosísimas compañías de todo el mundo (a las que sólo se les exige procurarse un espacio donde actuar) y compone una densa programación que se reparte entre más de 200 escenarios, gran parte de ellos no convencionales (iglesias, bares, escuelas e incluso pisos privados). Esta forma de operar explica que para esta edición tengan lugar más de 1.500 shows de casi todos los géneros.

Rivalidad entre festivales
El Fringe siempre ha rivalizado con el Festival Internacional de Edimburgo, aunque en los últimos años reina la concordia, ya que ambos conviven durante el mismo tiempo y consiguen atraer a numerosos turistas a la ciudad. Como el Fringe empieza el 8 de agosto, sirve de fuerte aperitivo al Festival oficial, que este año dará comienzo el 15 de agosto y se prolongará por tres semanas. El programa del Festival Internacional lo integran seis espectáculos, dos de ellos españoles. La buena sintonía que mantiene el director del Festival, Brian McMaster, con Calixto Bieito no sólo ha contribuido a promocionar al director catalán, sino que ha servido para introducir a otras figuras del teatro catalán. Este año repite Carles Santos (del 27 al 30 de agosto), con una producción musical inspirada en Rossini que estrenó en el Teatro Nacional de Cataluña: El compositor, la cantante, el cocinero y la pecadora. Por su parte, Bieito adapta, tras sus experiencias con Calderón y Valle Inclán en ediciones anteriores, La Celestina a un elenco inglés que protagoniza Kathryn Hunter. La traducción la firma John Clifford y, como ya viene siendo habitual en Bieito, cabe esperar una libérrima adaptación dirigida a "épater le bourgeois" con sobredosis de violencia y procacidad. El espectáculo está coproducido por el Festival y se ofrecerán funciones del 16 al 24 de agosto. Antes aterriza el Centro Dramático Nacional Orléans-Loiret- Centre con un espectáculo muy especial, El zapato de seda de Paul Claudel (el 16 de agosto). Esta obra está ambientada en la España del siglo XV y en ella se cuenta la historia de dos amantes constantemente separados por las fuerzas de la historia y la duda. Claudel era un profundo católico y las creencias religiosas de los personajes están en el corazón de esta historia. Esta dirigida por el también autor Olivier Py y en ella participan 24 actores.

Dos espectáculos procedentes de Alemania dan la oportunidad de contrastar el trabajo de dos teatros berlineses enfrentados desde antiguo. Por un lado, el que lidera Thomas Ostermeier, la Schauböhne, sinónimo de renovación y vanguardia. Presenta Andrómaca, de Racine (del 16 al 19 de agosto). La producción la dirige Luk Perceval y en ella se cuenta la tragedia de Andrómaca, forzada a casarse con Pirro tras la caída de Troya para salvar a su hijo. Esta protagonizada por Jutta Lampe, ya conocida por el público escocés por haber participado el pasado año en El jardín de los cerezos que dirigió Peter Stein o en la producción de Luc Bondy La gaviota. El otro gran teatro berlinés es el fundado por Brecht: el Berliner Ensemble. Presenta Peer Gynt (del 22 al 24), dirigido por uno de los hombres de escena más reputados en su país Peter Zadek gracias a sus espectáculos de Shakespeare e Ibsen. Uwe Bohm da vida al protagonista.

La obra que cierra el capítulo teatral de la programación atiende a la dramaturgia escocesa actual y la firma y dirige Anthony Neilson. Estrena The Wonderful World of Dissocia, una pieza casi de ciencia ficción.

El Festival organiza también shows nocturnos por 5 libras, entre los que figuran Biokhraphia (19 de agosto), de Lina Saneh y Rabih Mroueh, una pieza inspirada en Beirut; la última producción del compositor y director suizo Heiner Goebbels, Hashirigaki (29 de agosto), basada en la obra de Elias Canetti.; Lucia Melts (23 agosto), por TG Stan, uno de los grupos menos convencionales de Europa; y Gelaber, que acude con Vienen regando flores desde La Habana a Morón (23 y 24 de agosto).

Tudor, Nikolais y Mahler
Respecto al capítulo de danza, este año se consagra a algunos de los grandes creadores anglosajones como Antony Tudor y Alwin Nikolais. Tudor combinó las técnicas clásicas y modernas de danza y creó un estilo muy vibrante y profundamente expresivo. Nacido en Londres, en 1907, trabajo especialmente en el American Ballet Theatre . Ahora el Festival presenta, de la mano de la compañía americana West USA, una retrospectiva con tres de sus coreografías de los años 30, 50 y 70, respectivamente: Lilac Garden, Offenbach in the Underworld y The Leaves are Fading (del 27 al 30 de agosto). El otro homenajeado es Alwin Nikolais, autor de una danza con fuertes influencias teatrales y en la que juega un papel decisivo la iluminación, un estilo que ha tenido grandes seguidores tanto en la danza como en el teatro. Del 1 al 4 de septiembre la Ririe-Woodbury Dance Company ejecutará algunas de sus coreografías más famosas.

La danza contemporánea está también presente con el canadiense Jean Pierre Perreault, que abre el festival con Joe (16 al 18 de agosto) y Akram Khan Dance Company (21 y 22 agosto), el coreógrafo de moda en Gran Bretaña que fusiona la danza occidental con danzas indias. La escocesa Rambert Dance Company presenta (del 2 al 4 de septiembre) un programa inspirado en piezas de Mahler y con coreografías del citado Tudor (Dark Elegies), Peter Darrell (Five Rökckert Songs) y Kim Brandstrup (Songs of a Wayfarer). Finalmente, Gelabert ha sido invitado a impartir un taller (días 21 y 22) a bailarines con dificultades de aprendizaje.


Fringe vendió ya 70.000 entradas
El Fringe Edinburgh Festival, que este año se celebra del 8 al 30 de agosto, nació en 1947 por oposición al festival oficial y demostró ya desde sus inicios el espíritu de rebeldía que lo animaba, especialmente en unos años en los que el teatro inglés padecía la censura de la oficina del Lord Chamberlain. La libertad artística ha sido uno de las señas del Fringe y muchos ejemplos dan fe de ello; famosa es la polémica suscitada en 1967 por La Mama Theatre con su espectáculo Futz, sobre un granjero que tenía un idilio con un cerdo, inmoralidad que algunos periódicos pidieron prohibir sin éxito.

Al Fringe se le ha acusado de ser demasiado grande, abierto, caótico, y más recientemente, comercial y profesional. Posiblemente sólo un país al estilo de Gran Bretaña, cuna del liberalismo, podía abrigar un festival de esta naturaleza, cuya organización depende básicamente del deseo de los artistas para unirse a él y de una poderosa afición que lo mantiene. Todo aquel actor que lo desee debe procurarse un espacio donde actuar y comunicárselo a la organización; ésta le cobra una tarifa por anunciarlo en el programa y vender las entradas. Hasta la fecha ya se han vendido más de 70.000 por internet. Lógicamente, esta estructura organizativa ha hecho crecer el número de espacios (cada vez más extraños) y el de artistas, atraídos también porque al Fringe acuden importantes programadores y críticos, amén de los sustanciosos premios económicos que se otorgan.