Image: Burlas cervantinas

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Teatro

Burlas cervantinas

El retablo de las maravillas de Els Joglars llega al Albéniz de Madrid

18 noviembre, 2004 01:00

Xavier Boada en el papel de Chanfállez. Foto: Ros Ribas

Albert Boadella y su compañía Els Joglars presentan el 18 de noviembre en el Albéniz su Retablo de las maravillas, una visión "elsjoglarizada" del entremés de Cervantes donde critican desde el arte moderno hasta la cocina experimental.

Nadie como Boadella para convertir un inocente texto en una ácida crítica, casi con nombres y apellidos, contra el arte vanguardista, la cocina experimental, la religión y la política. Don Juan Manuel en su Conde Lucanor, Cervantes -un siglo después- en el entremés El retablo de las maravillas, y Hans Christian Andersen -ya en el siglo XIX- con El vestido nuevo del emperador, convirtieron la anécdota de los pícaros que se inventan un retablo-traje que nadie puede ver en parábola de la hipocresía social. En 1971, Jerzy Kosinski elevó el ejemplo a la máxima potencia al convertir a un discapacitado en presidente de los Estados Unidos en su obra Desde el jardín. "Hoy sin duda, los medios de comunicación presentan grandes cantidades de ‘retablos’ en los que una enorme masa comulga ciegamente de sus engaños haciendo realidad aquel dicho ‘Cada día que amanece el número de tontos crece’", asegura Boadella, quien alerta sobre la presencia del moderno "imbécil ilustrado cuya insensata seguridad es capaz de los peores desastres". El director ha revisado el texto de Cervantes para adaptarlo a los tiempos que corren y localizar otros retablos actuales. Para ello se ha servido de algunos talentos interpretativos de su compañía, como los incansables Ramón Fontserè, Minnie Marx, Pilar Sáenz y Xavier Boada.

Contra la estupidez. El montaje que se puede ver en Madrid consta de cinco retablos: el original de Cervantes y cuatro más creados a la sombra de éste pero "elsjoglarizados", donde Boadella lanza sus dardos contra la religión, la política, el arte de vanguardia y la cocina experimental. Todos con un nexo en común: la relación entre unos "débiles mentales" y unos aprovechados". Para el director, "la religión está llena de aprovechados que sacan partido de la necesidad de ficción de la gente; el arte de vanguardia, donde los Estados y las instituciones encumbran a una serie de débiles mentales que pasan por genios. La gastronomía también empieza a transitar ese camino, y por último la política, donde algunos débiles mentales se convierten en las máximas autoridades de un país".