Image: Tamara Rojo

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Teatro

Tamara Rojo

“Cortaría mi carrera por una compañía nacional de danza clásica”

3 febrero, 2005 01:00

Tamara Rojo. Foto: Mercedes Rodríguez

Ver bailar a Tamara Rojo es un gran privilegio dificilísimo de satisfacer en estos momentos: en el Covent Garden no hay ni una entrada para cualquiera de sus actuaciones previstas hasta finales de temporada. Con 27 años, esta primera bailarina del Royal Ballet se encuentra en la cumbre de su carrera, haciendo suyo el exquisito repertorio de la compañía. El 7 de febrero comienza en el Teatro Madrid sus clases magistrales dirigidas a bailarines que preparan audiciones. Lejos de alejarla de nuestro país, aprovecha su éxito para denunciar el desamparo que sufre la danza clásica en España y reclamar ya la creación de una compañía nacional.

"Suerte", "sacrificio" y "generosidad" son las tres ideas sobre las que Tamara Rojo vuelve una y otra vez, quizá sin darse cuenta, a lo largo de esta entrevista. La suerte la invoca cuando menciona a sus padres, a sus maestros y mentores, las grandes oportunidades laborales que le han surgido... Sacrificio porque en la danza, la disciplina artística más exigente, es inconcebible alcanzar una técnica consumada sin un férreo entrenamiento físico y psíquico. Y generosidad para transmitir la secreta sabiduría recibida de sus maestros; es en este contexto en el que se inscriben las clases magistrales que va a impartir en Madrid: "Creo que puedo aportar algo, pero también es una necesidad que tengo, siento que debo empezar a dar mis conocimientos a alguien". Organizadas para que pueda asistir público oyente, las clases están dirigidas a bailarines de los últimos años del Conservatorio, que se preparan para hacer audiciones. Rojo va a trabajar en los principales papeles del repertorio clásico, variaciones y codas que, según dice, se enseñan poco en las escuelas españolas y que ella no se cansa de bailar en personajes como Giselle, Julieta, Aurora, Odette, Paquita... "En este punto de mi carrera he destilado el conocimiento de una técnica que me parece la mejor para bailar y también de un repertorio muy grande y de diversos estilos. He tenido mucha suerte, he trabajado con rusos, con franceses, con italianos y ahora con ingleses y creo que ya estoy preparada para dar clases. Por otro lado, he visto que si estuviera ahora en España estaría bastante perdida".

La bailarina lleva más de seis años en Gran Bretaña, donde es auténtica devoción la que le profesa el público y la crítica. La prensa británica le ha dedicado elogios del estilo de "tesoro nacional inglés"o "la bailarina que ha redefinido el arte dramático de la danza". Su aterrizaje en el Royal Ballet hace cuatro años, procedente del English National Ballet, no ha podido ser más ventajoso para ambas partes: si la Rojo es un gran reclamo para esta compañía nacional de 83 figuras donde ella es primera bailarina, ésta le ha procurado la proyección internacional de estar en una de las tres grandes formaciones de danza clásica y bailar un repertorio dramático que, según dice, "no lo tiene ninguna otra compañía del mundo". Se refiere al creado por las coreógrafos Frederick Ashton y Kenneth MacMillan, quienes han marcado el estilo del Royal Ballet. Pero hay también una razón añadida para considerar el Royal Ballet el mejor sitio para una bailarina de su categoría: "No soy nativa de ninguno de los países donde se encuentran las otras dos mejores compañías de ballet clásico. En la ópera de París solo aceptan a bailarines franceses y en el Ballet Kirov solo rusos. La única que acepta extranjeros es ésta y teniendo en cuenta que yo soy española, es la mejor compañía donde puedo estar . Tengo también suerte porque soy estrella invitada de la Scala de Milán, lo que me permite actuar en otro gran teatro y con un repertorio completamente diferente (de Nureiev). Ahora, combinando las dos compañías, estoy en una situación profesional muy buena.

-Este año se cumple el centenario del nacimiento de Frederick Ashton. ¿Ha hecho el Royal Ballet una programación especial?
-La bases de toda la programación del año es Ashton y se han recuperado cosas que no se suelen programar, como por ejemplo Los cinco valses de Isadora que hacía muchísimos años que no se hacía.
Interviene en la conversación Ricardo Cué, director artístico y asesor de bailarines de danza clásica: "Tendría que leer las críticas que ha tenido en París con esa pieza".

-Las he leído pero, ¿ha tenido una mala crítica en los últimos años?
-(Risas) ... No, pero la verdad que no las leo, me llama mi madre y me informa. Como le decía, Los cinco valses de Isadora es una pieza que Ashton hizo para Lynn Seymour, un solo que dura diez minutos. Es muy difícil porque se baila como Isadora Duncan; así que tengo que deshacerme de toda mi técnica de bailarina clásica, ya que Isadora no era una bailarina clásica, sino una mujer que tenía una inspiración personal. Es muy complicado, pero he tenido mucha suerte. Me ha dirigido la propia Seymour y hemos trabajado mucho, empezamos en mayo del año pasado y lo estrené en septiembre. Es precioso, me encantaría poder traerlo a España.

Doce personajes al año
-¿Cómo transcurre un día normal de su vida en Londres?
-Me levanto a la siete de la mañana y me voy a hacer pilates durante hora y media con un bailarín que se hizo instructor de este método. Después me voy al Royal Ballet para recibir una clase hasta las doce; más tarde empiezan los ensayos que acaban a las seis. Eso es un día en el que no tengo actuaciones. Si las tengo, ensayo hora y media y luego descanso, y empiezo a prepararme para la actuación a partir de las cuatro y media.

-Y los ensayos ¿cómo se organizan?
-Nosotros no viajamos, pero cambiamos constantemente de repertorio. Así que a lo mejor estás bailando El lago de los cisnes en el teatro pero ensayas Manon y preparas el programa de Ballanchine.
Rojo viene a bailar por temporada una docena de piezas, algo impensable en un país como el nuestro en el que no hay compañías de repertorio. La bailarina abrió la temporada del Convent Garden con Requiem y A Wedding Bouquet, estrenó el citado solo Los cincos valses de Isadora, y siguió con Cenicienta y El Lago de los cisnes. En los próximos meses bailará Manon, Sinfonía en C, The rite of Spring y Ondina, para acabar con un nuevo estreno: el que dirigirá el coreógrafo Christopher Bruce (ex director del Rambert Ballet), con música de Jimi Hendrix y que bailará con el cubano Carlos Acosta.

-Se distingue por ser una bailarina dramática que comunica intensamente las emociones de sus personajes ¿a cuál de los que ha inter pretado debe más?
-Uno de mis favoritos es la Carmen de Mats Ek, un ballet totalmente contemporáneo pero su interpretación es la que más se acerca a una mujer española y a la lucha por la libertad. Pero el que más ha hecho por mi carrera ha sido Julieta, en el Romeo y Julieta que Derek Deane creó para mí en el English National Ballet; fue el que en Londres me dio nombre.

-La vida de una bailarina es de 20 o 25 años ¿ha establecido ya su límite profesional?
-Sí, más o menos, tengo muy claro que no me gustaría hacer el ridículo en los escenarios porque lo he visto demasiadas veces. También he visto cosas increíbles bailadas por bailarines que, en teoría y de acuerdo a su edad, no podían hacerlo. Todo depende del tipo de bailarina que seas. Yo tengo suerte porque puedo hacer técnica, puedo hacer drama. Hay que ser inteligente para elegir el repertorio: no me voy a poner a hacer el Lago de los cisnes a los 50 años. Además, pienso en muchas otras cosas, me gustaría ser parte de un futuro de la danza en España. Por todo ello me parece que tengo demasiados proyectos como para seguir bailando.

-¿No se ve entonces como una futura coreógrafa de su compañía?
-Eso sería lo más fácil, pero nunca elijo las salidas fáciles. Yo quiero ser.... el Quijote de la danza, (risas) volver aquí con el caballo a pelear...

-¿Se refiere a crear una compañía de danza clásica, como pide su ex-maestro Víctor Ullate? ¿No es muy complicado?
-No lo veo tan complicado. ¿Cuándo se creó el Royal Ballet? Nació en el periodo de entreguerras, pero se estableció en el Covent Garden al final de la II Guerra Mundial ¿De qué estamos hablando? ¿de 50 años? ¡Eso no es nada! El Royal Ballet era ya famoso en los años 70, eso quiere decir que en 30 años se puede tener una compañía internacional de prestigio, ¿cuántos años se llevan aquí perdidos? ¿Por qué no empezamos ya?, si no tenemos nada que perder, si peor que estamos no vamos a estar. No veo el gran problema.

Las cuentas claras
-Cultura dice que es muy costoso una compañía, exige disponer de un gran cuerpo de bailarines que hay que formar. Duato lo decía en estas páginas la semana pasada.
-Si sumamos las subvenciones del Real, unos 24 millones de euros, y de la compañía que dirige Duato, nos acercamos a los 31 millones que recibe el Opera House-Covent Garden del Gobierno inglés para sostener una compañía estable de ópera, una no menos grande de danza como el Royal Ballet, dos grandes orquestas sinfónicas, además de talleres de canto y danza. Habría que recapacitar un poco cuando se habla de lo cara que sería una compañía así y empezar, por ejemplo, en ahorrar en derechos de autor y autopromociones, que suman un pico; y por el contrario, reflexionar sobre el interés que despierta la danza clásica en el mecenazgo. Llenar un teatro de más de 2000 espectadores durante 150 días al año es un hecho probado, así que hagan sus cuentas.

Ricardo Cué: "Por algo en el Convent Garden programan 160 representaciones al año, más que de ópera, que son de 110 o 120. El ballet vende más y es menos costoso".
-Duato prefiere que se cree un teatro para la danza.
-No logro comprender la obsesión de algunos coreógrafos por enfrentar la danza clásica con la moderna. Y también es un topicazo decir que hay antagonismo dentro de un teatro entra la danza y la lírica. Por lo menos no sucede en Londres, París, Milán o Nueva York. Lo que es costoso es mantener el Teatro Real cerrado todos los meses que está cerrado, pagando una plantilla de trabajadores todo el año. Además, ¿por qué tiene que ser una compañía que disponga de un solo teatro?, tenemos teatros en Santader, en Bilbao, en Sevilla, en Valencia... Esos teatros nos permitirían girar toda la temporada sin parar, los gastos se repartirían.

-Si usted o Angel Corella no convencen a las autoridades, será difícil que otros lo consigan.
-Nosotros tenemos una carrera por ahora y para eso hay que sacrificarse. Yo estoy dispuesta a ello, pero pido algo a cambio. Estoy dispuesta a cortar mi carrera para venir a España y formar una compañía nacional de danza clásica, pero me tendrían que dar unos mínimos. No voy a formar una compañía de titiriteros con otros veinte y una cortina detrás... Por otro lado, se está viendo que en nuestro país los jóvenes han perdido la iniciativa propia, hay una gran crisis cultural. Hay muchos chicos que estudian ballet para nada, saben que están sin futuro. Creemos una situación cultural un poco más interesante. No es tan difícil, simplemente hay que empezar en algún momento.

-¿Trabaja ya en algún proyecto?
-No. Me quiero implicar más, pero no por el momento.
Ricardo Cué: "Ahora preparamos un proyecto, Blancanieves, que se estrenará en el Real en noviembre con música de Emilio Aragón. Lo bailará con Johnatan Cope y probablemente lo dirigiré yo".

-Cambiando de tema, ¿cómo se ha adaptado a la vida londinense?
-Ahora me encuentro muy bien, tengo muchos amigos y salgo bastante. Londres tiene cientos de teatros y museos y para mí, como artista, es la ciudad perfecta. Puedo ir a ver a actores de todo el mundo, tienen el teatro de mayor prestigio, ves exposiciones increíbles. Es una ciudad muy agradable y una vez que la conoces tiene sus rincones: para tomar el desayuno tardío de los domingos,donde se junta la farándula.

Danza y maternidad
-Tal y como la tratan en Inglaterra estará encantada. ¿Qué le gusta de los ingleses?
-Los ingleses son encomiables en muchas cosas. Les interesa que seas bueno en tu profesión y si es así, da igual de dónde vengas, no son nada racistas. Son educados, tienen un gran respeto por los demás. Han sabido mantener unas normas de convivencia y una moral como, por ejemplo, el sentido del honor. Y sobre todo tienen un grandísimo amor por el arte. Hay una gran afición a la cultura que alimentan desde pequeños.

-Me pregunto cómo compaginan las bailarinas su exigente trabajo con la vida privada, por ejemplo, con la maternidad.
-Todo no se puede tener en esta vida, hay que hacer sacrificios y hay que elegir. Conozco a bailarinas que son madres y que lo llevan muy bien, pero eso supone un año sin trabajar. ¡La danza ha enriquecido tanto mi vida!, pero es muy exigente: te da lo que le das. He tenido mucha suerte, tengo una madre "española", dedicadísima, lo soy todo para ella y también para mi padre. Sé lo importante que eso es, siguen siendo mi punto de apoyo. Y a mí me gustaría que si tuviera hijos, fuera así; pero si sigo siendo bailarina de la forma y el nivel en el que estoy, no podría dar eso. Así que elijo no hacerlo.