Teatro

Gómez vuelve a Kafka

En La Abadía, con el monólogo Informe para una academia

23 marzo, 2006 01:00

Gómez da vida a un simio convertido en hombre

José Luis Gómez vuelve a convertirse en simio. El director de La Abadía estrena una nueva versión de Informe para una Academia, la obra de Kafka que le otorgó el reconocimiento teatral cuando lo hizo en 1971. El montaje muestra a un mono que desgrana sus renuncias para integrarse en la sociedad.

Veinte años dice el tango que no son nada pero, como suele ocurrir con las mejores canciones, no es cierto. Dos decenios cambian todo, mucho más si la distancia del tiempo aumenta hasta los 35 años, los que han pasado desde que José Luis Gómez estrenara, en 1971, Informe para una Academia. El texto de Fran Kafka consagró al actor como una de las principales figuras de la naciente escena española. Ahora, el director y actor retoma la obra del escritor checo, pero con un enfoque evolucionado respecto al primigenio. Y no sólo porque haya incluido otros tres pequeños textos de Kafka sobre Pedro el Rojo y su vida como artista de variedades (textos que aparecen grabados, uno de ellos en forma de entrevista con Iñaki Gabilondo), también porque considera que se enfrenta a la obra con un planteamiento más completo.

Para empezar, el actual responsable del Teatro de La Abadía ya no es aquel joven que quería demostrar todo lo que había aprendido durante "casi once años de exilio voluntario", rememora . "Quería que mis padres, mis amigos, vieran que los años en Alemania, París y Polonia no habían pasado en balde, que había aprovechado el tiempo". Y nada mejor que hacerlo con un texto difícil, del que apenas se tenían referencias en España, hecho, además, de una forma nada habitual en los escenarios de entonces.

De recital a espectáculo
La osadía del "joven que cree saberlo todo" obtuvo un magnífico resultado con "un montaje que no era un montaje, sino un recital muy ‘performanceado’ de un actor"; era la intervención de un simio ante un público de graves académicos al que cuenta cómo ha conseguido el prodigio de abandonar su naturaleza animal para llegar a ser más o menos humano.

Tres decenios después Gómez ve las cosas con otros cristales. El nuevo Informe para una Academia presenta a "un mono en su soledad que ensaya su discurso ante los académicos". Pero el parlamento ya no trata de los prodigiosos avances hechos por un animal para convertirse en un triunfante artista de variedades, si no que la intervención de Pedro el Rojo es un recuento de "las renuncias dolorosas" que ha tenido que hacer el simio capturado hace cinco años para integrarse en su nuevo mundo.

Esta es la clave del texto de Kafka. "Todos tenemos que pagar un precio para asimilarnos en la sociedad", dice Gómez. El problema no es el coste de la integración, siempre hay algo a lo que hay que renunciar si se quiere vivir en comunidad. La verdadera cuestión es si el precio a pagar incluye renunciar a la propia dignidad o si ésta se conservará, a pesar de todo lo que haya que haber dejado por el camino. El riesgo es grande, ya que no renunciar a nada puede significar la muerte, sea física o civil, en forma de marginación. En el caso de Pedro el Rojo está muy claro, el simio quiere seguir vivo, pero para que así sea debe renunciar a su identidad de simio. Para los demás, en cambio, el cambio no tiene por qué ser tan rotundo, ya que pueden, por ejemplo, instalarse en la conformidad mental o física.

A la conformidad ha renunciado Gómez para el presente montaje, que estará en el Teatro de La Abadía del 30 de marzo al 30 de abril. El director, asistido por Carlos Aladro y Fefa Noia, ha optado por un montaje con "menos fisicidad" que en 1971, pero donde "el personaje se mueve como un simio". Para ello, el cuerpo del actor Gómez debe soportar "unas exigencias tremendas en los tendones, rodillas, glotis diafragma…", además de "corazón y mente" para presentar al nuevo mono. El simio es ahora "un individuo de impulsos al que le asaltan los pensamientos sobre la marcha" que el intérprete Gómez lleva al público con "un trabajo sobre la máscara de los humanos", al que ha añadido "un trabajo vocal muy complicado para el que hay que apelar a resonadores casi olvidados que pueden dañar las cuerdas vocales".

El esfuerzo no le importa a Gómez. El director piensa que el montaje supone también "desde la madurez personal y la responsabilidad con el público, un balance" de su trayectoria. También la posibilidad de ofrecer a las generaciones que no lo pudieron ver en su momento "un relato de los más deslumbrantes de Kafka", un autor del que "todo su arte consiste en obligar a releer al lector", según Albert Camus. Algo que en el caso de Gómez se confirma.