Comienza la función con la proyección de un pequeño documental sobre esta opereta de Gilbert y Sullivan que, estrenada en 1885, ha sido una de las más frecuentadas en la historia del musical. Dagoll Dagom la hizo en 1986, eran años dorados para la compañía (ya habían estrenado Antaviana) y con El Mikado llegaron a Glasgow y Buenos Aires (allí les visitaron Pujol y esposa, como muestra el video). Este documental es una fórmula válida para indicar que su reposición obedece al treinta aniversario de la compañía.

Al igual que a finales del XIX se puso de moda en nuestro país el teatro y el cine de estética orientalizante (Martínez Sierra lo hizo en el Eslava), Gilbert y Sullivan propiciaron con El Mikado una ola similar en Inglaterra de musicales inspirados en China y Japón. Ambientando la acción en Oriente, Gilbert se permitía satirizar más libremente sobre la política inglesa del momento (con el personaje Pooh Bah); en este sentido, hay algunas "morcillas" de la actualidad española, unas más acertadas que otras, y también juegos de palabras que el japonés sugiere cuando se pronuncia en castellano. Pero, básicamente, el musical es un cuento frívolo y jocoso que los actores interpretan de forma hiperbólica, pues al fin y al cabo sus personajes son caricaturescos: Josep María Gimeno es casi un "clown" en su papel de Ko-Ko, Ivan Labanda compone un pretendiente en buena forma física, Mariona Blanch una "gótica" bruja,... Todos son buenos actores, con voces correctas, y se agradece la orquesta en directo, dirigida por Joan Vives; me pregunto cómo sonarían sin micrófonos.

Visualmente, Joan Lluís Bozzo ha sacado un gran partido al colorista vestuario y al estudiado maquillaje, consigue que los actores así ataviados habiten una neutra y sencilla escenografía.