Teatro

Bocca se despide

El bailarín emprende su última gira y Madrid acoge el estreno español de Adiós, hermano cruel

1 febrero, 2007 01:00

Julio Bocca, en un momento de la obra

Julio Bocca inicia su última gira española con un ballet narrativo. El bailarín debutará el 7 de febrero en el Teatro Albéniz, con Adiós, hermano cruel, una obra de Ana María Stekelman que luego llevará por media España.

"La danza me ha dado más satisfacciones que dolores", responde Julio Bocca cuando se le pregunta si le ha merecido la pena dedicarse a un arte que, a sus 40 años, le obliga a retirase .Y que le deja con secuelas físicas para el resto de su vida, "heridas de guerra" que proceden de sus dos décadas como una de las estrellas del American Ballet, formación a la que ya dijo adiós el verano pasado, como ahora hará con el público español.

La despedida de Bocca comenzará el próximo miércoles, en el Teatro Albéniz de Madrid, donde el bailarín estrenará con su compañía del Ballet Argentino Adiós, hermano cruel. Luego emprenderá una gira que llevará a ambos por Zaragoza, Valencia y otras ciudades españolas que concluirá en Bilbao, del 20 al 25 de marzo, aunque para el verano Bocca volverá a España para bailar en varios festivales. En esta ocasión, sin hacer ningún ballet narrativo como ahora.

La elección de una obra como la de Anna María Stekelman -un ballet con elementos neoclásicos y contemporáneos que parte del texto del dramaturgo coetáneo de Shakespeare, John Ford, Lástima que sea una puta, sobre el amor incestuoso y desgraciado de dos hermanos- refleja el carácter luchador de Bocca que se retira con un estreno en vez de hacerlo con un espectáculo fácil.

"No quería hacer pedacitos, como siempre hago, quería contar una historia entera", explica el bailarín, para poder despedirse "bien arriba y dejar un buen recuerdo" en el público, cuando todavía está bien, aunque reconozca que cada vez le cuesta más mantenerse en forma y entrenarse.

Pero donde no hay esos problemas es sobre el escenario. Encima de las tablas, Bocca ha aprendido a disfrutar con las pequeñas cosas, ha llegado al punto de hacerlo con "un gesto de cabeza, de una mirada", sin tener que estar pendiente de otras que antes le preocupaban más.

Estos detalles demuestran una madurez por parte del bailarín argentino que le permiten mirar atrás y comparar el presente y el pasado del ballet. Para Bocca -que ironiza con que ya le ha llegado "el tiempo de decir en mi época..."- los nuevos bailarines llegan con una "calidad maravillosa, pero sin personalidad artística".

"No sé si depende de los maestros, de la forma de enseñar, o también es una cuestión de cada uno, pero siento que ahora todo es más físico y que todos los personajes que se hacen son iguales".

Ese problema no lo tenía Bocca. El bailarín "procuraba leer el libro, ver la película" e informarse todo lo que pudiera de cada nuevo rol que interpretara para después llevarlo a cabo desde su punto de vista, que siempre implicaba "llevarlo a esta época". Así hizo legendarios personajes, de los que recuerda con espacial cariño los protagonistas de Romeo y Julieta, Manon y Don Quijote.

Con el último dice que se divertía mucho, mientras que los otros los escoge porque plantean una "historia que contar" en cada obra, algo que ahora no ocurre en el mundo del ballet, excepto con coreógrafos como Boris Eifman.