Teatro

El invierno

Portulanos

1 febrero, 2007 01:00

Se equivoca Magöi Mira cuando dice que El cuento de Invierno llevaba décadas sin representarse aquí. Juan Pastor hizo una versión, humilde, pero con mucho encanto, hace unos años, y en el CDN si no recuerdo mal. Es cierto, por lo demás, que se trata de una de las obras shakespearianas menos representadas, no sólo entre nosotros, sino en la propia Inglaterra, y se debe a que el texto desconcierta a no pocos grandes directores. Hasta el propio Peter Brook pinchó en hueso cuando puso en escena esta pieza. Los eruditos suelen hermanarla con La tempestad bajo el discutible apéndice de "las obras del perdón". La tempestad se ha quedado la fama y el prestigio crítico, pero El cuento es mucho más hermosa, quizá la obra más bella jamás escrita por el Bardo. La palabra tale, cuento, carece en inglés de esa acepción predominantemente infantil que nosotros le aplicamos; el título alude a la tradición anglosajona de contar relatos fantásticos y hasta fantasmales en la época del solsticio de invierno, tradición que procede de la Edad Media y llega hasta Dickens y su celebérrima historia sobre el avaro Scrooge. El cuento es una meditación madura y serena, de altísimo nivel simbólico, sobre el paso del tiempo y el poder regenerador del amor, entendido éste desde la perspectiva hermética, tan común en la dramaturgia shakespeariana. En este sentido, como explica Jean Paris, Hermione, Paulina y Perdita representan el triple reino de la fidelidad, la bondad y la gracia que, al actuar en conjunto, devuelve al rey al centro perdido. El final, con la escena de la resurrección, es un inmejorable ejemplo de lo que los antiguos directores de ópera llamaban "hacer el cisne de Lohengrin", es decir, de la dificultad de representar lo que, a priori, es irrepresentable por su carácter trascendente. Reducir todo este riquísimo mundo de sugerencias a un alegato contra la violencia doméstica es un capricho, una frivolidad inaceptable. Mutilar severamente el texto para forzarle a aceptar la lectura impuesta es una agresión sin justificación alguna. Y, sin embargo, ésta es la pauta en gran parte de nuestro teatro.