Acto y final
Seis escenas en la vida de Fernando Fernán-Gómez a través de anécdotas narradas por cómicos y amigos
29 noviembre, 2007 01:00Fernando Fernán-Gómez, por Arévalo
El pasado miércoles, 21 de noviembre, falleció en Madrid Fernando Fernán-Gómez. En el multitudinario adiós que le rindieron sus colegas de profesión y el pueblo de Madrid quedó patente el grandísimo respeto y la admiración que este cómico despertó con sus películas, obras de teatro, novelas y artículos. Era, pues, necesario que El Cultural le dispensara un adiós especial. Para ello, ha solicitado a varios artistas que tuvieron el privilegio de conocerle que relataran una anécdota que hubieran vivido con él durante algún rodaje o ensayo teatral. A partir de ésta, se han reconstruido seis situaciones dramáticas que permiten aproximarnos a la personalidad de Fernán-Gómez. Los actores José Sacristán, Maribel Verdú y Gabino Diego, el académico Francisco Nieva, el director de escena José Carlos Plaza y el cineasta José Luis Garci han sido nuestros proveedores de recuerdos. En este adiós, se incluye también el perfil que traza el crítico Javier Villán, en el que subraya el valor que tuvo para los actores la elección de Fernán-Gómez como miembro de la Real Academia Española.
El director José Carlos Plaza y Fernando Fernán-Gómez discuten sobre "Las bicicletas son para el verano".
-Sé que no me conoces mucho, que mis credenciales del TEI (Teatro Experimental Independiente) no impresionan, sino más bien todo lo contrario, pero creo que de Las bicicletas... puede salir una gran obra colectiva.
-(Con reparo) ¿Cómo? una gran obra ¿qué?
-Sí, una gran obra colectiva.
- A mí me parece que es una obra íntima.
-Es la tragedia de toda una familia.
-Por eso mismo.
-Vente a los ensayos, y cuando veas a Agustín González, a Berta Riaza, a Enriqueta Carballeira... entenderás lo que quiero decir.
Días después comienzan los ensayos de "Las bicicletas son para el verano" en la sala del Teatro Español. Se oye una tos procedente de uno de los palcos en sombra. José Carlos Plaza habla en voz baja con su ayudante de dirección.
-¿Esta ahí?
--No sé, ¿quieres que vaya a preguntar si lo han visto entrar?
-Sí, sí ... por favor... (se oye la tos). No, ya no hace falta.
Tras el estreno, Plaza recibió de Fernán-Gómez un ejemplar de la obra dedicada: "A José Carlos, que ha sido capaz de levantar este monumento".
En el restaurante Lhardy de Madrid con los actores de El viaje a ninguna parte (1986)
Fernando Fernán-Gómez ha invitado a comer a los actores de "El viaje a ninguna parte" en el famoso restaurante madrileño para celebrar el comienzo del rodaje. Están Gabino Diego, José Sacristán, Agustín González, Carlos Lemos...
Fernando Fernán-Gómez: Aunque no lo creas, Gabino, porque no lo parece, tu zangolotino es el personaje más listo de toda la compañía de cómicos trashumantes de esta película. Es el más listo porque desde su ignorancia, desde su adolescencia todavía inocente, se da cuenta de que esto del teatro es una mierda. Por eso, cuanto más inexpresivo estés, más se va a deshuevar el público.
Gabino Diego: Tomo nota.
F.F.G: Por el contrario, el personaje de Pepe (Sacristán) es el de un tipo anodino, vulgar, sin relieve. Pepe, yo quiero que estés dos horas delante de la cámara y que no se te vea.
Agustín González: Ej, ej... eso es imposible, Fernando. Eso no hay quien lo haga.
F.F.G: Bueno, ya veremos.
Carlos Lemos: Quiero brindar por Fernando por haberme dejado trabajar en esta película. Para mí es algo más que hacer una película, en ella se refleja la vida de mis padres, que formaron parte de una compañía que actuaba por cafés y al aire libre. Eran cinco o seis y llegó a tener hasta un "barítono de comedias policíacas".
José Sacristán: ¿Y a eso como se llega?
Carlos Lemos: Pues no sé, pero en su tarjeta ponía eso literalmente.
Días después, durante el rodaje de la película en el pueblo de Atienza (Guadalajara).
F.FG: ¡Corten! Gabino, no te sabes el papel. Ve a aprendértelo con Margarita (la script). No entiendo a este chico, pudiendo imitar y cantar tan bien, ¿por qué no se dedica al teatro?
José Sacristán: Pero en el planeta en el que tú vives ¿cómo se hacen las películas?
Gabino Diego: ¿Cómo? No te entiendo.
José Sacristán: Sí hijo, pero no te das cuenta de con quién estás trabajando. Anda, ajústate al texto, que está muy bien escrito.
G.D: Sí, pero es que esta palabra no me calza, no tengo manera de decir la dichosa frase.
F.F.G: A ver, ¿qué pasa aquí? ¿a qué te refieres? (mira el texto) Tienes razón, hijo, esta frase hay que cambiarla.
Un receso en el rodaje de Belle époque (1992)
Casa de campo en la campiña portuguesa. En el jardín, Maribel Verdú, Ariadna Gil, Penélope Cruz y Miriam Díaz Aroca retozan bajo un árbol, hablan, ríen, juegan y hacen incluso tretas. Frente a ellas, Agustín González y Fernán-Gómez descansan en un banco y comentan el desayuno sobre la hierba.
Agustín González: Míralas, míralas, estas niñas están todo el día juntas. Las veo correr juntas por la mañana, desayunan juntas, nadan juntas, comen juntas...
Fernán-Gómez: Sí, parecen cuatrillizas, todo el rato toqueteándose. ¡Asombroso!
A.G: Sí. (dirigiéndose a ellas) ¡Pero niñas, parad ya de tocaros tanto!
F-G: Agustín, te mueres de envidia, son juegos de juventud. Y este ambiente relajado y campestre parece que induce a ello.
A.G: Sí, juventud... ¿Tú te imaginas que fuéramos nosotros los que nos tocáramos todo el rato?.
F.G: Bueno... Dirían que somos un par de maricones.
A.G: Pues eso, que en este oficio hay mucho mariconismo y mucho putiferio.
Francisco Nieva conversa con Fernán-Gómez en la Real Academia de la Lengua. Así lo escribe:
En las sesiones de la Academia -que llamamos comisiones, formadas por grupos de seis a siete personas, más una secretaria- nos tuvieron que separar a Fernando y a mí, porque ni trabajábamos ni dejábamos trabajar con nuestras conversaciones sobre el oficio. Y también nuestras quejas.
-Es agotador hacer teatro, Fernando. Esto no se puede resistir. Tú te has librado de esto.
- Sí, pero ya no podía más. Y tú mismo me cabreaste bastante, cuando me pediste que hiciera el Melitón del Don álvaro o la fuerza del sino. ¡Mira qué ocurrencia!
-Pero hubieras hecho algo prodigioso, algo ... verdiano.
-Pero ¿tú sabes lo que me estabas ofreciendo otra vez? Acostarse a las tantas de la madrugada, levantarse a las dos, e ir de nuevo al teatro, a partir de las cinco, y estar en el camerino hasta la hora de la función, vestirse de fraile, hacer la función, quitarse el hábito de fraile, e ir a cenar casi a la una y, además, trasnochar entre discusiones y comadreos inútiles. Acostarse a las tantas, levantarse a las dos, esperar en el camerino a vestirse de fraile, hacer la función, cenar bien tarde y acostarse más tarde aún, dormir hasta las dos del día siguiente, volver al teatro a las cinco, esperando vestirse de fraile y hacer la función. Y eso, durante semanas.
-Ya, ya, ahora te conozco mejor y sé que esto sería para ti un infierno.
-Y encima vestido de fraile. Pues todavía he hecho cosas mas duras y más cochambrosas que eso durante años y años.
-¿Y como director?
- Dirigir teatro es discutir toda la mañana con unos señores oficinistas, realizadores, sastres, carpinteros, electricistas, tramoyistas, agentes de espectáculos, luego ensayar por la tarde y, en el tiempo que nos queda libre, volver a discutir con esos señores, oficinistas, realizadores, carpinteros, electricistas, tramoyistas, agentes de espectáculos...
-No sigas, no sigas, Fernando, por favor. Lo entiendo.
En casa de Fernando Fernán-Gómez
Presentes Emma Cohen y varios amigos. Fernán-Gómez habla con José María Gavilán, quien le asiste en asuntos de producción para una película en preparación.
-Dicen los de la película que no te pueden pagar tu caché y que de dietas, las que cobre el equipo. Que no tienen dinero para pagarte eso, pero que te garantizan una serie de sesiones . ¿Qué hacemos, Fernando?
-Pues eso es inaceptable. Estos productores de chichinabo ¿qué se han creído? ¡Pues que se vayan a la mierda!
-¿Entonces no hacemos la película?
-Pues claro que no, hacemos la otra.
-¿La otra? ¿Qué otra?
-Ah! ¿no hay otra?
-No
-Entonces, hacemos la película.
Suena el teléfono. Es José Sacristán. Contesta Emma Cohen.
-Hola Emma, sólo quería darle las gracias a Fernando con lo que ha escrito en El tiempo amarillo sobre mi interpretación en El viaje a ninguna parte. Acabo de leerlo y estoy emocionado, es el mayor elogio para mí. Es insuperable.
-Bueno, espera, te lo paso y se lo dices tú.
-Que no, que ya sé que no le gusta ponerse al teléfono.
Se oye una voz al fondo.
-¿Quién es?
-Es Pepe, que quiere decirte algo.
-¿No querrá que vaya a verle al teatro?
El cineasta José Luis Garci y Fernando Fernán-Gómez acaban en Oviedo un día de rodaje de El abuelo (1998)
Vuelven al hotel donde se alojan, el Reconquista de Oviedo. En el vestíbulo encuentran a la reina Sofía acompañada de un numeroso grupo de gente vestida con traje de gala y entre los que está el actor Vittorio Gassman, que viene a recoger el premio Príncipe de Asturias de las Artes. Fernán-Gómez llega al vestíbulo ataviado con el atuendo que luce en la película, -traje, bastón, sombrero...estilo Tolstoi-. Ambos entran cogidos del brazo en el hotel, y se hace un gran silencio mientras todo el mundo mira a Fernando, siguiendo su trayectoria hasta el ascensor.
-(En voz baja) ¡Joder Fernando!, ¿todo esto es por ti?
-Calla, calla, vamos hasta el ascensor, rápido, vamos.
Fundido en negro.