Image: La escena fue de las mujeres

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Teatro

La escena fue de las mujeres

27 diciembre, 2007 01:00

Nuria Espert en Hay que purgar a Totó. Foto: Javier Naval

La presencia de mujeres ha sido fecunda en este 2007. Trabajos como el de Ana Zamora y su Misterio del Cristo de los Gascones dejaron una huella memorable. El crítico Javier Villán recorre los montajes que han marcado el año que termina.

Me refiero a directoras como Ana Zamora, cuyo Misterio del Cristo de los Gascones dejó en muchos memorable huella. Desde su inicial complicidad con Gil Vicente el teatro de Ana Zamora es un prodigio de caligrafía exquisita: una poética de delicado impacto visual y lírico. Natalia Menéndez y Laila Ripoll sigue apuntalando un proceso ascendente. Angélica Liddell tiene una trayectoria consolidada dentro de la heterodoxia y ha sido una apuesta del Centro Dramático Nacional por partida doble: Perro muerto en tintorería, intermitente, a veces plúmbea y, en ocasiones, deslumbrante. Sin tiempo ya para valorarla en este resumen acaba de estrenar El año de Ricardo. Y como escenógrafa y brillante figurinista de Alicia en el espejo Agatha Ruíz de la Prada.

En cuestión de actrices la cosa sorprende menos, pues siempre el teatro español ha sido pródigo en ellas. Destaca en esta temporada Ana Belén que en Fedra firmó el mejor trabajo de su vida. Y otros nombres con honores estelares como Vicky Peña (Homebody-Kabul), Blanca Portillo (Quartett y Mujeres soñaron caballos), Lola Herrera (Seis lecciones de baile en seis semanas), Natalia Dicenta (Los persas) Marta Belaustegui y Maria José Goyanes (Dile a mi madre que me fui de viaje). Alicia Sánchez y Celia Freijeiro (El león en invierno), CristinaHigueras y Fiorella Faltoyano (Agnes de Dios), Blanca Marsillach, en Myrtle el personaje de Tennessee Williams, explosivo y tierno de El reino de esta tierra; y Zutoia Alarcia, plural y proteica, en Ulalume. Notable también la labor de Belén Rueda en Closer. Bélen Fabra, lejos de aquel bellísimo y sonámbulo desnudo de Plataforma de Calixto Bieito, hizo un caballero de armas tomar en Tirant lo Blanc, lo mejor de Bieito en los últimos tiempos. Susana Hernández, obtuvo el Premio Mihura por Las visitas deberían estar prohibidas por el código penal. Puede que haya olvidos pero la memoria es siempre y, a veces, arbitraria.

Ernesto Caballero llegó a tener varios títulos en la cartelera como director, desplazando a su condición de autor que sólo se manifestó en la reposición de Auto, su buque insignia, también dirigida por él; otros títulos fueron, Morir pensando matar, Presas, Sainetes y Las visitas deberían ... A Juan Mayorga le dieron el Nacional de Teatro por dos adaptaciones, Fedra y Un enemigo del pueblo, y por su expansión extramuros de España. Además de en estos trabajos, brillantes pero insuficientes para un Nacional de Teatro, a Mayorga hay que verlo en sus obras. Respecto a Alfonso Sastre, tres obras acapararon la atención con distinta fortuna: Han matado a Prokopius, producida por Justo Alonso, sastriano contumaz, y dirigida por Francisco Vidal con escenografía de Ana Garay, ¿Dónde estás Ulalume, dónde estás? y Marat. Ulalume supuso el retorno de Sastre a los escenarios madrileños por la puerta grande. Su versión de Marat-Sade que en 1969, por imperativos de la censura firmó como Salvador Moreno Zarza, impulsó a Animalario a hacer la revolución desde el María Guerrero sin alcanzar la tensión del mítico espectáculo de Marsillach. Pérez de la Fuente dirigió también un excelente El león en invierno con labor sobresaliente de Manuel Tejada. Veronese, por partida triple y desigual acierto, dejó su sello personal incuestionable. La mejor, Mujeres soñaron caballos. Se complicó la vida con Un hombre que se ahoga, y remató su triple propuesta con Espía a una mujer que mata. Aun podrían citarse más títulos, pero un resumen es siempre un resumen, lo que traerá, sin duda , agravios comparativos.

Por ejemplo, Flamenco para Traviata, una historia de putas y cante a través del fandango y Madame Bovary, que ha supuesto la revelación de una jovencísima bailaora: la espectacular María Tavora; apuntalado en la adaptación de Mayorga y en la interpretación de Orella, Gerardo Vera, vivificó Un enemigo del pueblo. Mario Gas apostó fuerte en Homebody Kabul; José Pedro Carrión hizo un gran Cyrano y Juan Margallo y Petra Martínez recuperaron el tono festivo y crítico de sus mejores tiempos de farandules en Adosados.

La Zaranda exhibió su iconografía tenebrista entre humorística y funeral. Notable Argelino, servidor de dos amos, versión de Alberto San Juan y superproducción entre la Abadía y Animalario. Y sin tiempo para una valoración, renovaron la cartelera Nuria Espert, otra vez de la mano de Lavaudant, en Hay que purgar a Totó. Y en tono más modesto, pero de gran repercusión por la oportunidad del tema, los atentados del 11-M, 11 Miradas, de Tomás Afán, dirigida por Mariano de Paco con escenografía e iluminación de David de Loaysa, de lo más destacado en las salas alternativas. Mencionar también a José Ramón Fernández, a caballo siempre entre el circuito alternativo y el teatro público, y que acaba de estrenar Una historia de fantasmas (sala Itaca) y 30 grados de frío, ésta en colaboración con Luis Miguel Cruz y ángel Soto. Atención a José Ramón Fernández que sin estruendo se consolida como una figura importante del teatro español, tan desasistido por un mercado excesivamente convencional.