Image: Adiós a los cachés

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Teatro

Adiós a los cachés

El reajuste del sector obliga a replantear las giras y el papel de los teatros públicos

23 marzo, 2012 01:00

Veraneantes, o cómo morir de éxito

Las giras venían siendo hasta ahora el medio que permitía a las compañías explotar sus producciones por la red de teatros de titularidad municipal. Pero las arcas de los ayuntamientos están vacías y el modelo de pagar un "caché" por función parece agotado.

Mañana se presenta en Madrid, dentro del II Seminario de Música y Artes Escénicas que reúne a programadores, managers y promotores de todo el país, la empresa Ataquilla.net. Se anuncia como "la primera red de teatros que programa sin cachés", es decir, sin pagar una cantidad fija a las compañías por actuación. La red busca integrar teatros de toda España, públicos y privados, de más de 400 butacas de aforo, que tengan un sistema de ticketing (venta de entradas por internet) que permita liquidar directamente a la compañía y con entradas a un precio "justo", entre otros requisitos. Ya se han unido diez teatros y unas 50 compañías.

La aparición de esta red es signo de los tiempos. Hasta ahora el "caché" era la fórmula más extendida entre la mayoría de los teatros públicos para la contratación de obras de teatro. De esta forma, las giras han sido en los últimos 20 años el medio de explotación de un espectáculo si sus productores conseguían entrar en los circuitos autonómicos y seducir a los programadores de los teatros, lo que no es poco. Un negocio dependiente de los presupuestos municipales, con entradas a precios irreales y sin riesgo para las troupes, que veían pagada su actuación independientemente de la opinión del espectador. "No se puede generalizar, pero en las últimas décadas ha habido una carrera por ver quién hacía la orgía cultural más grande", dice Rafael Zueco de Ataquilla.net, "El teatro de Tarragona pagó 250.000 euros por dos funciones de John Malkovich que vieron 800 espectadores. Y en El Egido programaron a los Rolling Stones, que luego anularon".

Este modelo se ha roto cuando los ayuntamientos han visto sus arcas vacías, y algunos hasta han dejado de pagar a las compañías. Ha habido productoras que no han podido hacer frente a estos impagos y han cerrado. Otras se mantienen, pero como explica Gonzalo Salazar-Simpson, de La Zona, "a veces es mejor no hacer una gira de cuatro o cinco bolos a caché, porque si no cobras uno, ya pierdes dinero".

Los productores conocen qué municipios son "morosos", pero no hacen públicos sus nombres. Hace unos meses, Miguel del Arco se negó a representar Veraneantes en León. No se fiaba de que fueran a pagarle el caché pactado. Por ello, muchas compañías han comenzado a exigir a los teatros públicos mecanismos que les aseguren que, una vez hayan actuado, les pagarán con la taquilla recaudada. Ha habido casos de teatros que se han quedado con ella y con la función sin liquidar.

La crisis ha reducido sustancialmente el número de contrataciones de los teatros públicos -"prácticamente a la mitad", informa la distribuidora Clara Pérez - y la calidad también se ha resentido con la entrada de compañías amateurs. Ahora se ensayan otras fórmulas de contratación: la mixta (asegurar una cantidad mínima a la compañía y pactar un porcentaje de los ingresos por recaudación) y la ya citada de "ir a taquilla".

Carteles de reclamos Salazar-Simpson, artífice de obras como Toc Toc (cuatro temporadas en Madrid), o El manual de la buena esposa, explica que "los tiempos exigen diseñar espectáculos que ya no pueden ir a caché. Dudo, incluso, que títulos que funcionan muy bien en Madrid, como Toc-Toc, vayan luego a tener éxito en provincias, donde se suele actuar dos o tres días nada más, por lo que hay que promocionar la obra rápidamente, con cabeceras de cartel que sirvan de reclamo. Estoy convencido de que el éxito de las compañías dependerá de su capacidad de adaptarse al nuevo modelo del mercado, pero me temo que todo el esfuerzo hecho para que hubiera una evolución dramatúrgica se vea muy afectado".

En este sentido es paradigmático lo que ha ocurrido con Veraneantes, uno de las títulos más aclamados del 2011 en Madrid y cuyo director, Miguel del Arco, es aspirante a múltiples premios, entre ellos el Valle-Inclán de El Cultural. El teatro público La Abadía impulsó esta obra, pero cedió la gira a la productora de Del Arco y Aitor Tejada, Kamikaze, a cambio de un canon. "Los premios tienen trascendencia, pero no nos sirven para vender, por lo que en mayo acabamos con Veraneantes. Nos la han pedido en el Lliure para diciembre de este año, pero no puedo tener a la gente esperando hasta entonces. Es una producción con doce actores, a los que tengo que pagar seguridad social, dietas y sueldo cuando estoy de gira. Jamás podría ir a taquilla", explica AitorTejada, que conoce los riesgos de esta fórmula: "Estuvimos en Barcelona con La función por hacer, que llegó precedida del éxito que tuvo en Madrid. Eran seis actores y fuimos a taquilla en la Villarroel, porque el Lliure, que se interesó antes, nos ofreció un caché imposible. En la Villarroel logramos poco más de un 60% de ocupación, pero tuvimos un error de previsión con las promociones: ofertaban las entradas casi a la mitad de precio y funcionaron muy bien. Perdimos dinero". Y añade: "Sí me puedo arriesgar a taquilla con Juicio a una zorra, con Carmen Machi. Llenará el teatro y sólo desplazo a dos técnicos".

Parece claro que pocas compañías confiarán en ir a taquilla si los precios de las entradas siguen tan bajos como hasta ahora en los teatros públicos y si éstas no pueden armar giras de, al menos, tres o cuatro meses; es la manera de asegurar trabajo continuado a los actores y rebajar costes, algo que hoy es realmente imposible con unos teatros de titularidad pública que solo se explotan los fines de semana. Ese proceder es el que Ataquilla.net quiere romper.

En este contexto es capital que el teatro público, sobre todo los centros de producción de Madrid y Barcelona y de otras ciudades como Bilbao y Valencia, aclaren su razón de ser. ¿Pueden seguir programando títulos comerciales que luego ni siquiera saltan a las salas privadas y, por el contrario, olvidarse de un ámbito como es el de la investigación escénica? Es la pregunta que los aquí sondeados se hacen.