Image: Anfitrión, Plauto en los ochenta

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Teatro

Anfitrión, Plauto en los ochenta

El Festival de Mérida sube Anfitrión de Plauto a su Teatro Romano

13 julio, 2012 02:00

Patxi Freytez (Júpiter) y Roberto Álvarez (Anfitrión), en un momento de la obra. Foto: Miguel Ángel de Arriba.

Esta coproducción con el Palacio de Festivales de Cantabria, que protagonizan Natalia Millán y Roberto Álvarez, está dirigida por Juan Carlos Pérez de la Fuente.

"Montar una obra en el Teatro Romano es de una gran responsabilidad", confiesa Juan Carlos Pérez de la Fuente. El director lo considera un espacio muy especial: "Resulta imponente desde la primera vez que lo pisas, pues está fuera de las medidas a las que estoy acostumbrado". Esto le ha obligado, como al resto de los directores que quieren compaginar Mérida con la presencia en otros teatros, a hacer dos versiones del Anfitrión: una para el festival extremeño y otra "a la italiana" para el resto, incluida la que estrenó la semana pasada en Torrelavega.

Anfitrión, que podrá verse hasta el domingo, significa también su debut en el teatro grecolatino. "Es un mundo fascinante del que podemos aprender mucho", dice Pérez de la Fuente. El director no cree que Grecia y Roma sean sólo historia, aunque, por supuesto, en esos dos lugares estén las bases de Europa y su teatro "como ocurre con la obra de Plauto, un texto épico y caótico, fantástico y cáustico que supone el nacimiento de la tragicomedia".

De dioses y hombres


Para Pérez de la Fuente la tragicomedia no es una mezcla arbitraria de los dos elementos. Al contrario, el director cree que un texto debe tener la tragedia y la comedia bien diferenciadas como en esta obra. "Por una parte están los dioses y los héroes, que son unos personajes trágicos. Es cierto que, a ojos del público, que es quien tiene toda la información de lo que está pasando, pueden comportarse de una manera patética. De otro lado se encuentran los cómicos, los humanos, que provocan en muchos casos algo parecido a la hilaridad".

Sumados todos los personajes se construye una obra que ha tenido multitud de secuelas a lo largo de la historia del teatro, empezando por Molière y siguiendo por Unamuno. Aunque Pérez de la Fuente no se queda ahí, por eso encuentra ecos de Plauto en autores como Jardiel. "Esa idea de que la verdad es cínica está en Angelina o el honor de un brigadier", la obra de Poncela que dirigió con gran éxito la temporada pasada. El director reivindica Anfitrión, además, para poder enfrentarse a una situación como la que vivimos en estos momentos. "Habla del poder, de cómo unos cuantos quieren manejar a los demás y de cómo no hay que dejarse avasallar por muy importantes que sean", asegura Pérez de la Fuente. "Sólo por ver cómo Plauto critica a este tipo de gente la obra ya vale la pena", continúa. También merece la pena estar atento al contenido de este texto y comprobar cómo defiende el modo de vida mediterráneo: "Conviven el placer y las obligaciones, y no sólo el rigor de las costumbres como predican desde otras partes más frías de Europa". Por eso ha querido llevar al escenario "el espíritu de la movida madrileña, un estado de ánimo crítico y divertido que permitía ver la vida de una forma menos solemne que en estos últimos años".

Para encarnar esa manera de asomarse al mundo, Pérez de la Fuente ha escogido a Natalia Millán. "Es una Alcmena perfecta, tiene todas sus caras, pero es que además baila y canta como los dioses". Frente a ella está Roberto Álvarez, que tiene el reto de "unificar la seriedad y la comicidad de Anfitrión sin caer en el chafarrinón ni en la grosería" . Con ellos comparten escenario Patxi Freytez, en el papel de Júpiter, y Jorge Roelas como Mercurio, entre otros.