Image: La Abadía rescata al Cervantes urbano

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Teatro

La Abadía rescata al Cervantes urbano

24 noviembre, 2017 01:00

Escena del dinámico montaje de Ernesto Arias. Foto: Sergio Parra

Nueva inmersión en el entremés "cervantesco". Siguiendo la estela del emblemático montaje de José Luis Gómez, Ernesto Arias dirige Dos nuevos entremeses "nunca representados", dos piezas que indagan en el conflicto entre ideal y realidad característico del escritor.

"Como bien nos recordó don Manuel Azaña, quienes hablamos español somos y seremos, lo sepamos o no, criaturas cervantinas", afirmaba José Luis Gómez en 2014 cuando repuso su ya emblemático espectáculo Entremeses, donde reunía tres de las ocho piezas de estas características que escribió Cervantes. Profundizando la indagación en la obra del alcalaíno que hizo Gómez, Ernesto Arias dirige ahora Dos nuevos entremeses "nunca representados", una pareja de piezas que nacieron de un taller impartido en la propia Abadía sobre la palabra de Cervantes con un grupo de jóvenes actores.

"Empezamos a trabajar en un espacio parecido al del anterior espectáculo, pero luego, durante los ensayos, nos fuimos separando de él", explica Arias a El Cultural. "Lo hemos utilizado como referencia pero tratando de hacer una función espejo de aquella. La propuesta de José Luis era rural, la nuestra es urbana; en aquella, la acción transcurre desde que amanece hasta que anochece y en esta es al contrario... Podríamos decir que son primos, espectáculos de la misma familia".

Las dos piezas escogidas por Arias en su montaje son La guarda cuidadosa y El rufián viudo llamado Trampagos, porque, a su entender, tienen una temática y unas características comunes que permiten conformar una función coherente. De trama sencilla, los dos entremeses tienen un marcado carácter urbano y evocan universos muy concretos. El rufián viudo nos muestra el mundo del hampa y de la prostitución, mientras que La guarda cuidadosa presenta un friso más amplio, que abarca diferentes oficios ciudadanos, soldado, sacristán, zapatero...

Soñar con los pies en la tierra

"En ambas piezas uno de los personajes debe elegir pareja, y en ambas el factor decisivo es el dinero, porque los protagonistas depositan en esa elección idealizada su futuro", explica Arias, que en este espectáculo pretende explotar un elemento clave en la obra cervantina: la lucha entre ideal y realidad. "Una constante en toda la obra de Cervantes es el conflicto entre el mundo del sueño, el ideal imprescindible para que la vida no esté vacía, y la realidad, en la que tenemos que desenvolvernos y que nos impide alcanzar nuestras ambiciones", observa Arias, que asegura que el propio autor perseveró en su vida por convertirse en un gran escritor, algo que solo consiguió a las puertas de la muerte.

Y es que a pesar de su visión idílica, el mismo Cervantes nos advierte en sus textos de que hay que apostar por el sueño, sí, pero también tener los pies en la tierra. "Cuando los personajes de Cervantes se dejan llevar demasiado, la realidad les da una bofetada implacable que los deja casi inhabilitados para vivir", advierte el director. "El ejemplo paradigmático de esto es Don Quijote, que al final se muere".

Sin embargo, Arias avisa que el título de la función no hay que tomárselo literalmente. "Es cierto que en vida de Cervantes no se representaron, de lo que se quejaba amargamente, pero algunas piezas sí que han sido llevadas a escena, especialmente en los últimos tiempos". A pesar de ello, el director opina que la gente del teatro tiene una cuenta pendiente con Cervantes. "Es un autor con muchas más posibilidades teatrales de las que se le ofrecen. Hay muchas más producciones escénicas de Cervantes en torno a adaptaciones de sus novelas o del Quijote que de sus propias comedias", manifiesta. "A Cervantes todavía le falta una profunda indagación escénica. Hay una deuda que saldar".

Porque para Arias, los ocho entremeses de Cervantes son actuales, ya que "en ellos hace un retrato del paisaje humano de España, y desgraciadamente hemos evolucionado muy poco desde aquella época". Es por eso que la obra parte de una inmersión total en el mundo del escritor, en viajar a su tiempo más que en actualizarlo al nuestro. "Nosotros hemos querido entender el espíritu 'cervantesco' no cervantino. Nuestra intención no ha sido utilizar a Cervantes y traerlo a nuestro universo, sino que hemos querido sumergirnos en lo que el universo de Cervantes nos despertaba", concluye el director.