La infancia de Fernán Goméz hecha teatro por José Sacristán
La obra 'El hijo de la cómica', firmada por el actor y basada en la primera parte de 'El tiempo amarillo', recrea la infancia difícil pero feliz de Fernán Gómez
14 diciembre, 2021 08:53“No pasa nada, es el hijo de la cómica”. Las vecinas que le conocían le quitaban así hierro al guirigay que armaba el niño Fernán Gómez jugando en las casas y pensiones en que gastó su infancia. Era, la verdad, un poco escandaloso en sus juegos: arengando soldaditos, dando órdenes a caravanas de aventureros, recitando versos… Ya le campaneaba el timbre entonces y sobresaltaba rellanos y patios. Esa expresión, ‘el hijo de la cómica’, es la que ha escogido José Sacristán para darle título a su dramaturgia sobre la niñez y adolescencia de su ‘maestro’, construida a partir de las conversaciones que tuvo con él y sobre la primera parte de sus memorias, El tiempo amarillo. La pieza será objeto de una lectura dramatizada los próximos días 14 y 15 en el teatro madrileño que lleva su nombre, con Tina Sainz, Gabino Diego, Emma Suárez, Nuria Gallardo y Javier Godino.
“Lo que quería era que la gente conociera aquel mundo entre Baroja y Galdós en que se crio porque fue el que marcó su mirada y su manera de ser”, aclara a El Cultural Sacristán, que ha mantenido la magistral imbricación que ofrece El tiempo amarillo del periplo personal del actor, director y escritor madrileño y la evolución política del país, que en unos pocos años alternó dictaduras, dictablandas y repúblicas. El vaivén de regímenes corre en paralelo a la educación sentimental del autor de Las bicicletas son para el verano, que ha de crecer sin el parapeto de un padre. Este era también cómico y mantenía al muchacho a prudente distancia de su vida, con una frialdad humillante. La infortunada tesitura se compensaba con la entrega absoluta de su madre –que, sin embargo, debía ausentarse por largos periodos debido a las giras– y sobre todo de su abuela. “No guardo la impresión de haber sido un niño mimado, pero sí un niño muy querido y atendido”, explicaba Fernán Gómez.
“La madre [Carola] era para él la belleza y el misterio; la abuela, la ternura”, precisa Sacristán. Con esta última jugueteaba al escondite por las múltiples pensiones y casas que habitaron juntos. Un recuerdo envuelto en risas que se le quedó grabado para siempre. “No sabía entonces que habría de perder más de media vida tratando de volver a encontrar momentos de felicidad como aquellos”. Para evocar este bagaje entrañable del cómico en ciernes, Sacristán ha ‘contratado’ a los Iniesta Galván, la compañía de actores giróvagos que protagoniza El viaje a ninguna parte. Así que puede decirse que, al revés de lo habitual, son personajes de ficción los que encarnan a personas reales en El hijo de la cómica. Por ejemplo, el zangolotino de Gabino Diego hace del pequeño Fernán Gómez.
Es un planteamiento que, según Sacristán, caía por su propio peso. “Se trataba también de homenajear al oficio, del que tanto me enseñó Fernán Gómez. No tanto cómo se hace Hamlet u Otelo sino cómo tener la brújula orientada al ejercerlo en nuestro país. Para saber esquivar, encajar y mantener el equilibrio”. Para él, además, “aquel rodaje fue mucho más que un rodaje”. Una confirmación de la amistad que empezó a consolidarse en otra película, Pierna creciente, falda menguante, después de que Emma Cohen los ‘conectara’. Sacristán lleva años diciendo que, en su desarrollo como actor, estaba en primero de Fernán Gómez. Tras escribir El hijo de la cómica, siente que ha pasado al siguiente curso. “¡Ahora ya estoy en segundo!”, concluye entre risas.
@alberojeda77