Un momento del apabullante 'Otelo' de Oskaras Korsunovas. Foto: Dimitrijus Matvejevas

Un momento del apabullante 'Otelo' de Oskaras Korsunovas. Foto: Dimitrijus Matvejevas

Teatro

Korsunovas también lo ha hecho: Otelo ahora es mujer

El director lituano, estandarte del teatro europeo, feminiza los celos del moro de Venecia en el festival Temporada Alta.

25 noviembre, 2022 02:37

Lo de cambiar de sexo en el teatro es un juego históricamente fructífero. Recuerden, si no, nuestro Siglo de Oro, pleno de confusiones hilarantes y reveladoras. Hitos recientes aquí, por otro lado, son Blanca Portillo metida en la piel de Hamlet y Segismundo.Y José Luis Gómez, en la de la Celestina. Pero en los últimos tiempos ha arreciado la tendencia, con pretensiones a priori diversas y en sintonía con la palpitación del debate público, incandenscente en esta materia. Hace apenas unas semanas, por ejemplo, Juan Carlos Rubio estrenó en el Teatro Español Queen Lear, con el monarca shakespereano transmutado en fémina.

Con el recuerdo reciente de este montaje, nos llega ahora la oportunidad de presenciar en España un nuevo giro de tuerca en este sentido, ahora de la mano de uno de los tótems de la escena europea, Oskaras Korsunovas (Vilna, 1969), entre los más cotizados del circuito. El regista lituano presenta en el festival gerundés Temporada Alta (25 noviembre) un Otelo en el que el celosamente enfermizo moro de Venecia es, sí, una mujer, que igual que el personaje original pierde la cabeza por las sospechas de que Desdémona le engaña con Casio. Tenemos así una relación lésbica intoxicada por la estrategia destructiva de Yago, un subordinado de Otelo.

Korsunovas le da una lectura muy actual también a este especialista del infundio, que poco a poco va plantando la semilla de la locura de su caudilla. “Yo veo a Yago como un populista de derechas de nuestro tiempo. Hemos conocido a varios de ellos en el poder y son justamente quienes causan las guerras”, advierte Korsunovas, que, dada su nacionalidad, tiene a buen seguro en mente a su vecino Putin. “Es como un influencer, un manipulador, que recurre a conceptos rudimentarios y muy pasados de moda. Es un enemigo de la modernidad”.

[Shakespeare en femenino: ¿Y si Lear fuera mujer?]

Respecto a la cuestión LGTBI que aflora con el cambio de sexo del protagonista, Korsunovas no hace lecturas ad hoc detalladas. Tira más bien hacia una interpretación trascendente. “Shakespeare lo lleva todo a una dimensión metafísica con significados múltiples. Es algo que, por otra parte, echamos mucho de menos en el teatro contemporáneo”, lamenta Korsunovas, un fijo en Temporada Alta, donde nos ha ofrecido joyas como su versión de La gaviota de Chéjov, que también hizo escala en el Centro Dramático Nacional.

Aquel montaje fue casi un ejercicio de minimalismo, representado con modales de ensayo, con los actores todo el tiempo en el escenario, sentados en bancos alrededor y saltando a la palestra cuando les tocaba. En Otelo, por el contrario, veremos a un Korsunovas en una vertiente más apabullante, con guitarras eléctricas chirriando y rodillos de obras (de los que se usan para enrollar cables) como elemento polivalente para los actores. El conjunto resultante rezuma fiereza y rebeldía