Antoni Benaiges, el maestro que fue asesinado por querer enseñar el mar
Alberto Conejero y Xavier Bobés recuerdan en La Abadía la figura del docente catalán, torturado por milicias falangistas al inicio de la Guerra Civil
15 febrero, 2023 02:20Dos años antes de que estallara la Guerra Civil, Antoni Benaiges, un maestro catalán procedente de la provincia de Tarragona, llega a Bañuelos de Bureba (Burgos) con la intención de aplicar las técnicas educativas del francés Célestin Freinet. Equipa a la escuela rural, pagado de su propio bolsillo, con un gramófono y una imprenta rudimentaria.
Pero la dotaría con algo más: con la promesa de enseñar el mar a sus alumnos ese mismo verano de 1934. Las emociones y los sueños de aquellos niños y niñas quedarían plasmados en el "librito" El mar. Visión de unos niños que no lo han visto nunca. Corría 1936, el mismo año que caería torturado y asesinado por una milicia falangista.
La historia de aquel maestro vocacional es la materia prima de El mar, obra que estará, a partir del 15 de febrero, en La Abadía con dramaturgia y dirección (junto a Xavier Bobés) de Alberto Conejero. "Tardamos cinco años en poder hacer realidad el proyecto", explica el director del Festival de Otoño, que descubrió la aventura profesional de este maestro gracias al libro Desenterrando el silencio: Antoni Benaiges, el maestro que prometió el mar, de Francesc Escribano, Sergi Bernal, Queralt Solé y Francisco Ferrándiz.
"Benaiges consiguió que esos niños no fueran asunto del poema sino que les acompañó para que fueran poetas; no hizo de portavoz, les dio voz". Alberto Conejero
"Acababa de conocer a Xavier Bobés y le regalé el libro. En el gesto quizá ya estaba el deseo de convertir esos materiales en teatro". Sobre el escenario de La Abadía estarán el propio Bobés, "un artesano, un poeta del teatro de objetos", y Sergi Torrecilla, "el verdadero corazón de la puesta en escena", y se oirán, además, textos de Marina Garcés y Conejero: "La obra se mueve entre la presentación y la representación. Puede que esta sea una pieza de ‘teatro documental’ pero hemos cuidado de que ninguna de las dos partes ensombreciera a la otra. Ni el teatro al documento ni el documento al teatro".
Tras El mar, que ha girado ya por varias localidades de Cataluña y la Comunidad valenciana, Conejero prepara un tercer poemario y las reescrituras de la Ilíada y Ushuaia.
[Tres caballos salvajes en busca de escenario]
El espectáculo toma el nombre de uno de los cuadernos que los alumnos de Benaiges. "Cuando los niños le dijeron al maestro que ninguno había visto el mar, éste les pidió que escribieran cómo lo imaginaban -añade Conejero-. Y así nació la colección de pequeños textos del citado El mar... Desde un primer momento, Benaiges apreció cuánta poesía contenían esos textos que nacieron sin saberse poemas. Pero es que el poema siempre trata de contener algo de la poesía que está ya en el mundo".
"Benaiges, además, consiguió que esos niños no fueran asunto del poema sino que les acompañó para que fueran poetas; no hizo de portavoz, les dio voz. Es tan emocionante leer, por ejemplo, el sentimiento que experimentan los niños al componer con los tipo de imprenta su propio nombre y luego verlo impreso en el papel. Qué manera tan hermosa de convertir a los niños en "autores" de su propia existencia".
Benaiges ejerció como maestro dos cursos escolares completos hasta que fue asesinado. "Hay algo muy potente que ocurre en las representaciones y es que los espectadores acompañan a Benaiges durante esos dos cursos, comparten su entusiasmo, sus victorias en el aula (y también algunas derrotas), pero ante todo comparten un proyecto que fue alegría, que fue esperanza, que fue una posibilidad de un futuro mejor para esos niños olvidados del mundo. Los espectadores del presente saben qué ocurrirá en ese julio de 1936 al que se dirige la función poco a poco, pero el maestro no, y ahí se produce una emoción y una reflexión que sólo pueden darse en el teatro".
Conejero ha tardado dos años en volver a estrenar en Madrid después de Esta primavera fugitiva. "He sentido miedo porque en esta profesión siempre estamos a punto de desaparecer, de ser olvidados, pero he comprendido que necesito el tiempo, que no puedo estrenar dos o tres obras por año sin que algo se resienta".