Moncho Sánchez-Diezma y Pepe Viyuela en 'Las nubes'.

Moncho Sánchez-Diezma y Pepe Viyuela en 'Las nubes'.

Teatro

Aristófanes contra Sócrates (y los hijos chupópteros que sablean a sus padres)

Paco Mir estrena en el Festival de Mérida su versión de Las nubes, que protagonizan Pepe Viyuela y su hijo, Samuel Viyuela, y Mariano Peña.

26 julio, 2023 02:30

Es curioso cómo se contraponen las visiones de la figura de Sócrates en la obra de Plátón y Aristófanes. El primero lo consideraba su gran maestro e hizo de él un personaje central de los Diálogos, donde lo caracterizó como un hombre esencialmente justo y determinado a encontrar la verdad entre tanto argumento falaz. El segundo, en cambio, lo zahirió por considerarlo un sofista, o sea, un prestidigitador de la palabra que manipulaba (y sableaba) a sus conciudadanos gracias a sus habilidades retóricas. Su pieza más dura contra el Tábano de Atenas es Las nubes, justo la que ha escogido Paco Mir para debutar, este miércoles 26, como regista en el imponente Teatro Romano de Mérida.

“La verdad es que yo quería hacer La bella Helena, una de las producciones del Lliure que me marcaron en su día, pero la política del festival es no repetir obras”, confiesa Mir a El Cultural, aludiendo al hecho de que en la programación de este año ya estaba presente la opereta de Jacques Offenbach, en versión de Ricard Reguant y Miguel Murillo (podrá verse en la ciudad extremeña a partir del 2 de agosto). La idea, en cualquier caso, era sacar a la palestra un texto disfrutón y chispeante. Mir y Jesús Cimarro, director del festival, consideraron que una alternativa acertada, dentro del código jocoso perseguido, era Las nubes de Aristófanes.

La pieza original relata las tribulaciones de Estrepsíades por las costumbres manirrotas de su hijo Fidípides, un holgazán que dilapida el peculio familiar. Al angustiado progenitor, al que le crecen los acreedores, se le ocurre que una buena opción para capearlos es que su vástago aprenda a embelesar con la palabra. Y el mejor sitio para instruirse en emplearla con eficacia, de modo que desvíe el ansia de los prestamistas por saldar cuentas, es el Pensatorio (vocablo acuñado por el propio Aristófanes) de Sócrates. El díscolo Fidípides no entra al capote tendido por su padre, que, finalmente, decide él mismo ponerse las pilas con la retórica. A la fuerza ahorcan...

[Sócrates, cara a cara con la muerte]

Este es el planteamiento primigenio urdido por el comediógrafo griego, autor también de Las aves, que tanto juego le dio recientemente a la compañía La Calòrica, artífice de una versión originalísima, desopilante y trufada de numerosas interpelaciones sociopolíticas a la actualidad. Mir mantiene esencias pero reconoce que su adaptación es también libre, enhebrando, como La Calórica, conexiones con el presente.

El tormento del estresado Estrepsíades a propósito de su muchacho se mantiene como eje vertebrador pero incorpora otra trama paralela, con un giro muy local. “Se desarrolla, de hecho, en los días previos al estreno del Teatro Romano de Mérida. El constructor del teatro intenta convencer a la cónsul de la ciudad de las ventajas que tiene estrenar el coliseo romano con una obra griega; para convencerla, le hace un ensayo privado que la cónsul interrumpe cada vez que algo le parece mal. Siguiendo la escuela aristofánica, aprovechamos para meternos con la profesión teatral”.

La megalomanía del constructor remite a pelotazos y desvaríos inmobiliarios, una constante, por desgracia, en esta España nuestra durante las últimas décadas. Lo del hijo indolente que se cobija bajo el ala de papá también refleja una disfunción social de hoy, la de los jóvenes que no quieren afrontar la emancipación (bien es cierto que el binomio salarios bajos/precios altos tampoco la propicia). “Es una de las muchas conexiones entre Aristófanes y nuestra realidad. Por eso los clásicos son inmortales, hay muchas cosas de la adaptación que parece que me las haya inventado yo, pero no, son de Aristófanes”, apunta Mir, que ha conjuntado al mismo equipo que armó su meritorio montaje de El perro del hortelano.

Ahí están pues en el elenco los que él considera miembros de su familia teatral: Moncho Sánchez-Diezma, Amparo Marín, Manuel Monteagudo y Paqui Montoya. Hablando de familia... Es curioso que dos fichajes nuevos que se suman a este bien avenido plantel son Pepe Viyuela, que será Estrepsíades, y Samuel Viyuela, hijo del popular actor, que será, claro, Fidípides (Hipocomiso en esta producción).

Mir, componente del famoso trío Tricicle, que se despidió en diciembre del público en el Liceu (puerta grande), no se anda por las ramas cuando enuncia su objetivo con este trabajo: “Hacer que la gente pase la mejor noche de su vida”. Quizá suena muy exagerado, como cuando el constructor trata de camelar a la cónsul para alzar el fastuoso teatro. Pero el veterano humorista esgrime avales: “Tenemos el mejor texto de Arístófanes, una trayectoria profesional incuestionable, unos actores en estado de gracia y un marco incomparable. Todo va a favor. La puesta en escena es muy dinámica. La escenografía es tan volátil que podríamos considerar que contamos con dos actores más, la música es una adaptación excepcional que Juan Francisco Padilla ha hecho de La bella Helena [al final se las apañó para llevarla a su terreno] y el vestuario es un cuadro móvil”. Dicho queda.