Helen Keller, la activista sorda y ciega que fue investigada por el FBI sube a escena
La compañía de teatro Chévere estrena en el CDN un montaje sobre la vida de esta escritora feminista que alcanzó su popularidad gracias a su libro de memorias, a la televisión y al cine.
15 marzo, 2024 01:52Helen Keller (1880-1968) tenía ocho años cuando, a pesar de vivir casi separada del mundo, y gracias a la intervención de Anne Sullivan, aprendió el lenguaje de signos y el sistema braille. De vivir aislada en su entorno familiar a integrarse plenamente en la sociedad, su historia de superación se popularizó en la prensa y fue contada por ella misma en una novela autobiográfica, La historia de mi vida (1903), que resultó todo un éxito de la época. En 1904, tras graduarse en Harvard, fue la primera mujer con una discapacidad en obtener un título universitario.
Representada en Broadway en versión de William Gibson a mediados del siglo XX, la historia de esta activista fue llevada a la gran pantalla por Arthur Penn en 1962, con Patty Duke y Anne Bancroft como protagonistas.
Película clave para mantener y reafirmar el mito, tras la fachada más conocida por estas y otras adaptaciones se oculta también la feminista y sufragista militante, defensora de los derechos de los trabajadores y de las personas negras. Una vertiente que también aterriza ahora en el Teatro Valle-Inclán de la mano de la compañía Chévere.
“Fue investigada y perseguida por el FBI porque era considerada peligrosa”, comenta el director Xron
Fue Chusa Pérez de Vallejo, una de las intérpretes de Helen Keller, ¿la mujer maravilla?, quien llamó a la puerta del grupo teatral con la idea de contar la vida de esta escritora y activista que llegó a trabajar en uno de los mayores circuitos de espectáculos de vodevil en la década de los 20.
“Su historia nos permitía utilizar las tácticas que llevamos tiempo aplicando para trabajar la zona de fricción entre la memoria colectiva o pública y la memoria personal, más privada y desconocida –cuenta el director de la compañía, Xron, a El Cultural–. La distancia que hay entre lo que se conoce y lo que no se sabe sobre su vida era muy potente”.
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Figura controvertida incluso para la propia comunidad sordociega de su país, Keller fue también “un ejemplo maldito. Era tan perfecta que su ejemplo se volvía algo inalcanzable”, comenta el director sobre este personaje célebre aún hoy en Estados Unidos. Sin embargo, en los últimos tiempos se han cuestionado sus logros y su propia existencia, llegando a iniciarse una campaña de firmas para eliminarla de la historia. Una suerte de negacionismo con el que ella misma tuvo que lidiar.
“Keller quiso vivir totalmente apegada a los problemas y los conflictos de su época, posicionándose ante ellos con una perspectiva muy clara, en defensa de la justicia social”, lo que le llevó a simpatizar con posturas abiertamente socialistas y comunistas y a ser criticada por su entorno.
“No deja de ser paradójico que una de las personalidades más célebres de Estados Unidos, que incluso llegó a actuar como Embajadora de Paz del país, al mismo tiempo fuera investigada y perseguida por el FBI porque se le consideraba peligrosa y sospechosa por su actividad política”.
En su valiente propuesta, Chévere apuesta por una obra bilingüe, realizada plenamente en lengua de signos y oral. Condicionada por esta particularidad, la obra es totalmente comprensible desde el escenario para una persona sorda, lo que invierte los papeles y le exige al espectador-oyente el esfuerzo de apoyarse en la lectura de los textos.
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Interpretada por la actriz sorda Ángela Ibáñez, por Patricia de Lorenzo y por la intérprete de signos Chusa Pérez de Vallejo, “son tres perfiles que nos interesaban para aproximarnos a la figura y a la vida de Keller desde esas miradas cruzadas –comenta el dramaturgo–. Y en ese cruce de perfiles, sentimientos e ideas es desde donde hemos trabajado esta historia. Era una manera de acercarnos también a las personas con discapacidad desde nuestro privilegio”.
Para ello, cuenta Xron, todo el equipo ha aprendido la lengua de signos. “Las tres actrices están en escena y lo que planteamos es una especie de juego o tutorial que ironiza también sobre nuestra propia manera de hacer teatro y sobre el teatro documental que se ha ido poniendo de moda en los últimos años. Hemos creado un dispositivo narrativo que, a través de textos proyectados y signados al mismo tiempo, funciona como una especie de manual de instrucciones que las actrices siguen en escena”.
Con el fondo cubierto por una tela, Chévere pone todo sobre el escenario con una escenografía sencilla, que consiste en una mesa de trabajo llena de cajas de distintos tamaños que contienen todo tipo de documentación y objetos relacionados con la vida de la activista. “Todo el material que se utiliza en la obra está en escena. Contamos la historia a nuestra manera, utilizando los textos de la propia Keller y algunos escritos poco conocidos, mucha correspondencia de su vida y todo tipo de documentos que hemos ido consiguiendo”, concluye. marta ailouti