Kulunka, 15 años tras las máscaras
La compañía vasca celebra su aniversario con la reposición en el Teatro Español de tres de sus más vibrantes espectáculos: 'André y Dorine', 'Solitudes' y 'Forever'.
17 septiembre, 2024 02:03En 2010, sin apenas presupuesto, los actores Garbiñe Insausti (Hernani, 1981) y José Dault (Zaragoza, 1976) unieron sus talentos y fundaron una pequeña compañía de teatro llamada Kulunka. Motivados por contar una historia sobre el amor en la vejez, que se titularía André y Dorine, aquello fue el inicio de otra bonita historia que hoy alcanza ya los 15 años.
“Teníamos el impulso de contar una historia con un lenguaje –el de la máscara–, que desconocíamos pero hacia el que sentíamos una gran atracción. Formamos equipo –una familia– y empezamos a trabajar con la ingenuidad de explorar un universo nuevo para nosotros que intuíamos lleno de posibilidades. Nos parecía casi imposible contar una historia sin palabras y que se entendiera. Pero ocurrió la magia y ahí empezó todo”, recuerda Insausti para El Cultural.
André y Dorine se creó en dos meses de ocho o diez horas de ensayos diarios, cuenta Dault por teléfono. “Pensamos en este código porque habíamos visto el resultado del trabajo de otras compañías y casaba muy bien con la historia que queríamos contar. Lo trabajamos de forma muy intuitiva hasta encontrar nuestra manera. En nuestro caso, la dramaturgia es nuestro fuerte, más incluso que la virtud corporal. Lo que caracteriza el trabajo de la compañía son las historias que cuenta. Y nos encontramos con un mundo que nos sorprendió por su capacidad expresiva y emotiva”.
Seña y marca de la casa, el teatro de máscaras se convirtió desde entonces en uno de los distintivos de Kulunka. “Hemos encontrado en ese lenguaje un universo que, a pesar de sus limitaciones intrínsecas, nos ha permitido y obligado a ir a la esencia de las cosas, con una poética muy poderosa que, paradójicamente, ha resultado tan o más expresiva que otros lenguajes más convencionales”, añade Insausti.
Un repertorio vivo y viajero
Con una notable proyección internacional, sus seis espectáculos se han representado ya en más de 1.000 ocasiones repartidas en 30 países entre los que se encuentran Colombia, Nepal, Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania o Italia.
“En China, por ejemplo, hemos hecho 14 giras, con más de 120 funciones –señala Dault–. Estos años nos han demostrado con creces que nos unen muchas más cosas de las que nos separan. Es verdad que el nuestro es un teatro que, tanto en su contenido como en la forma de contarlo, resulta muy esencial, remite mucho a aquello que tenemos en común todas las culturas”.
Ahora, ambos se preparan para presentar sus tres espectáculos de máscaras -André y Dorine, Solitudes y Forever- en el Teatro Español, que rinde homenaje a esta trayectoria con una reposición de sus tres obras que podrá verse hasta 29 de septiembre. Una experiencia que muestra la evolución de la compañía a partir de sus títulos.
“En este tiempo nuestro código se ha ido acercando a un realismo con máscaras, sin perder la esencia de la poética de los objetos y los temas universales. Lo bonito de nuestro recorrido es que no se ha ido quedando ninguna obra por el camino", comenta Dault.
"André y Dorine es profundamente emotiva e inocente. En esta obra se encierra nuestra propia inocencia o juventud cuando nos enfrentamos al código por primera vez. Solitudes ya marca, dentro del propio código, un intento de explorar más allá, en cuanto a la plástica y la dramaturgia. Está más elaborada, pero sigue en el campo de la universalidad y de lo esencial, –explica el actor–. Y Forever es ya una gran producción –entre Kulunla, el CDN, el teatro Victoria Eugenia de Donosti y el Arriaga de Bilbao– y esto es ya una consolidación de la compañía, pudiendo apostar por un gran formato, con un escenario giratorio”.
Honestidad, rigor y compromiso
Premio Max a la mejor dirección y a la mejor autoría, Forever, añade Insausti, “ha sido hasta la fecha el proyecto de la compañía más difícil, apasionante y ambicioso, en muchos aspectos. Ha sido un largo proceso de trabajo, donde mucha gente se ha dejado la piel para que pudiera ver la luz. Al igual que sucedió con Solitudes en 2018, que después de tanto trabajo sintamos el cariño de la profesión y de los jurados que han valorado los diferentes premios, es reconfortante y siempre es una alegría. Además, estos reconocimientos de alguna manera significan que se está ampliando la mirada respecto a otro tipo de lenguajes y maneras de abordar el hecho artístico, y eso siempre es positivo”.
Las obras de Kulunka son historias que van muy a lo esencial, a temas como la familia –el eje central de las tres–, la soledad o la muerte. Sin embargo, advierte Dault, “no abogamos por un modelo de vida en particular, en todas nuestras obras hay un profundo estudio de la naturaleza humana, con sus carencias y sus virtudes. Trabajamos mucho para que en nuestras historias, todos los personajes sean víctimas y verdugos, para generar empatía hacia ellos. En Forever, por ejemplo, tratamos de entender cómo podía llegar a darse una determinada situación, que no puedo revelar para no hacer spoiler, pero que a ojos de la mayoría resulta difícil de justificar”.
En estos 15 años, Kulunka ha trabajado además con otras tres producciones de texto: Quitamiedos, Edith Piaf y Hegoak. Tratando de contar siempre las historias con “honestidad, rigor y compromiso”, la compañía, tercia Insausti, ha privilegiado lo artístico sobre todo lo demás. “Han sido años de mucho trabajo, no sólo sobre el escenario, si no también en labores menos visibles y agradecidas, pero también necesarias para que ocurra todo lo demás”, concluye.